Durante 28 años no he visto ni una sola película de la Seminci. No hay tiempo.

¿ Y con el vaivén no ha pensado nunca en dejarlo?

Muchas veces, pero para mí ha sido como dejar de fumar, lo he intentado y no puedo, me entra el mono. Pero este año es el último. Lo dejo definitivamente.

En todo este tiempo tendrá mil y una anécdotas...

Me arrepiento de no haber hecho un diario. Sí, muchísimas anécdotas, pero la mayoría ni las he contado ni las contaré nunca.

Venga, va, un ejemplo.

Pues, desde fingir que hablaba con Felipe González al teléfono hasta pasar por la aduana una cinta de sección oficial en un ataúd.

Cuéntenos alguna que no haya contado antes.

Una pareja alemana a la que llevaba a Barajas me pidió que parara al ver a la Guardia Civil. Querían denunciarme a mí, su propio conductor, por exceso de velocidad. Los agentes no hicieron nada, pero yo sí: los baje allí mismo.

Por cierto, ¿cómo se apaña con los extranjeros?

Se hace lo que se puede. Yo hablo alemán, pero inglés no. Si te esfuerzas, te acabas entendiendo, yo les daba una revista y la mayoría se quedaban dormidos.

¿El personaje que más le ha cautivado?

Sin duda, Francisco Rabal, un caballero. Es el único que al llegar a su casa me invitó a pasar y a pegarme una ducha si lo deseaba.

¿Algún desplante?

Cuanto menos famosos, más prepotentes. Hace tiempo que decidí que no ayudaba ni a cargar los equipajes.

Bio. Es vallisoletano, tiene 61 años y lleva 28 trabajando como conductor en la Seminci. Este año será el último, su familia se alegrará.