Su maravilloso e irrepetible debut, A Bit Of What You Fancy, cumple veinte años, pero los Quireboys están el polo opuesto de las típicas bandas que viven de un fogonazo de lucidez y viven de las rentas.

Esa tarjeta de presentación, atestada de clásicos como Whipping Boy, Sex Party o Roses And Rings e imbuida del espíritu Stones-Faces en casi todas las canciones, no es sólo el mejor álbum de esta formación inglesa, sino una de las mejores de la historia del rock.

Lamentablemente, y tras unos primeros años de cierta repercusión, dos décadas después Spike y compañía no gozan de un seguimiento masivo, pero a estos forajidos poco les importa. Tal y como demostraron en el Azkena del año pasado, la frescura y la vigencia de su repertorio es absoluta, y Spike mantiene el delicioso aura de bucanero maldito y de conquistador de tabernas, además de esa voz lijosa y preñada de romanticismo.

Melancolía palpitante

Su modo de brindar ante la audiencia, su elegancia manejando el pie de micro, esa melancolía palpitante que encierran muchas de sus aparentemente festivas canciones, esa comunión con el público bajo la lluvia vitoriana... fue uno de los mejores momentos que se ha podido contemplar últimamente en un escenario, sin duda.

Curiosamente, en 2008 grabaron el que, tras su citado debut, es quizá el conjunto de canciones más potente que han ofrecido desde entonces. Su título es Homewreckers And Heartbreakers, y devolvió a unos Quireboys en plena forma, tras el irregular Well Oiled que publicaron cuatro años antes.

En esta tesitura de grupo marginal, injustamente tratado por el caprichoso destino, aunque desde luego bastante más inspirado en la actualidad que sus mediáticos maestros, estos intrépidos músicos vuelven a las carreteras españolas, y esta noche le toca el turno a Madrid, donde la sala El Sol, en colaboración con Gruta '77, acogerá a estos supervivientes y sus historias de amores dislocados. Sevilla, Granada, Valencia, Barcelona, consecutivamente y hasta el sábado, completarán la gira española.