Fiesta vs Colt: más que utilitarios

  • En ambos se viaja holgado en las plazas delanteras.
  • El Colt está exento del impuesto de matriculación.
Frontales del Mitsubishi Colt y el Ford Fiesta.
Frontales del Mitsubishi Colt y el Ford Fiesta.
AUTOSCOUT24
Frontales del Mitsubishi Colt y el Ford Fiesta.

El Fiesta destaca por su diseño, la calidad de sus acabados y sus cualidades dinámicas. En el Colt sobresale la habitabilidad, la brillantez de su motor y su tecnología ClearTec. No me negarán que, sin atender a los nombres y viendo las cualidades que nombramos en esta peculiar lista, parece que estemos hablando de vehículos pertenecientes a segmentos superiores.

No cabe duda; el segmento B ha sufrido una notable revolución durante los últimos años. Ninguna marca ha querido perder su trozo de pastel en el suculento mercado de los utilitarios, por ello actualmente encontramos opciones tan atractivas como las que hoy hemos decidido enfrentar. Ambos persiguen el mismo objetivo pero buscan atraer a los clientes con armas muy distintas.

Diferentes propuestas

El actual Ford fiesta supuso una ruptura total con sus antepasados merced a su nuevo y atractivo diseño que ya conocerán de sobra. Basado en el lenguaje estilístico que la firma del óvalo bautizó como Kinetic Design (y que poco a poco ha ido imponiendo en todos sus modelos) en este vehículo llama la atención especialmente tanto la parte delantera (con una marcada deportividad gracias a la parrilla dividida o los faros alargados) como la trasera (en la que destaca la elevada posición donde se alojan los grupos ópticos, el alerón que acoge la tercera luz de freno o la forma del portón). En definitiva, Ford ha buscado desde el principio que este automóvil “entre por los ojos”.

El Colt, por su parte, presenta una imagen mucho más conservadora que quizás no agrade tanto a los compradores más jóvenes en comparación con su rival, aunque como siempre, en esto de los gustos de cada uno es imposible realizar afirmaciones objetivas. Pese a que mantiene en esencia el mismo diseño que su predecesor, en Mitsubishi no han querido perder la oportunidad de darle al nuevo Colt un aire más fresco, juvenil y vistoso, gracias a la adopción de una de las señas de identidad actuales de la marca. Nos referimos a la imponente parrilla que vimos por primera vez en el Lancer (más...), reflejo de toda la herencia y ascendencia deportiva inherente a la firma japonesa.

Lo mismo sucede en el interior. El Fiesta dio una vuelta de tuerca en este sentido e ideó una consola y un salpicadero realmente atractivo. La información aparece siempre en una pequeña pantalla digital y toda la botonería y su distribución recuerda al interfaz de algunos teléfonos móviles. Resumiendo, es atractivo y futurista. En el Colt permanece inalterado el conjunto, si bien se ha eliminado la pantalla que había en la zona superior de la consola central y se han modificado los controles del aire acondicionado, el cuadro de instrumentos y el volante. De nuevo, el aspecto es algo sobrio en comparación.

Los dos presentan un acabado correcto, pero el Fiesta destaca también en este sentido. Respecto a su predecesor, el modelo de Ford ha dado un salto de calidad más que notable; ahora encontramos materiales de mayor calidad, zonas acolchadas y plásticos con un aspecto y un tacto mejorado.

Cambian las tornas

Si hasta el momento la balanza se estaba inclinando hacia el Fiesta, al hablar de habitabilidad las cosas cambian por completo. Nada más acceder al interior, da la sensación que en ambos se viaja “holgado” en las plazas delanteras y efectivamente, así sucede. Hay anchura suficiente y una altura libre hasta el techo más que correcta. En los dos, el puesto de conducción está muy conseguido merced a los distintos reglajes disponibles (en el Colt se va sentado en una posición algo elevada y el volante sólo tiene regulación en altura; en el Fiesta se va más cerca del suelo).

Pero es en las plazas traseras donde el Mitsubishi da el do de pecho. Destaca por tener una amplitud inusual dentro del segmento, con espacio suficiente tanto para las piernas, como en anchura para los hombros. Incluso para un tercer ocupante, la plaza central resulta menos incómoda de lo habitual porque el túnel central no es tan pronunciado como en la mayoría de vehículos. Sin duda, y aunque el maletero se ve claramente penalizado por ello (sólo 169 litros frente a 295), para tratarse de un coche de dimensiones contenidas la comodidad con la que se puede viajar detrás merece ser recalcada.

Si en este aspecto el Colt recupera terreno, atendiendo a las motorizaciones se desmarca de su rival. “Nuestro” Fiesta equipaba el motor 1.4 Duratec de 96 CV y el modelo nipón montaba la mecánica 1.3 de 95 CV (ambos de cuatro cilindros y alimentados por inyección indirecta). Con una potencia prácticamente idéntica, la brillantez del motor japonés se hace notar. No es que el propulsor del Fiesta no sea satisfactorio, ni mucho menos, pero no destaca especialmente en ningún aspecto. En ocasiones su respuesta puede parecer algo pobre y para que de la sensación de una aceleración más o menos contundente es necesario llevar el motor alto de régimen, rondando como mínimo las 3.600 vueltas.

Sin embargo, en el Colt la respuesta es prácticamente inmediata tras pisar el acelerador. En el interior se percibe un empuje mucho mayor y parece que la aguja del tacómetro sube con mucha más “alegría”. A bajas revoluciones también responde con mayor brío y en general, la sensación de “fuerza” que transmite es más agradable que en el Fiesta.

En el apartado de los consumos los dos homologan registros bajos, pero el Mitsubishi se lleva la palma gracias a su tecnología bautizada como “ClearTec”. Ésta se basa en un sistema de parada y arranque automáticos del motor Auto Stop & Go (AS/G) que contribuye a reducir el gasto de combustible y las emisiones de C02 (el Colt está exento del impuesto de matriculación), sobre todo en ciudad, atascos y retenciones. Además, la tecnología “ClearTec” es sinónimo de neumáticos de baja resistencia a la rodadura, un indicador de cambio óptimo de marcha (que aparece en forma de flecha en la pantalla multifunción del cuadro de instrumentos), modificaciones en la relación final del cambio, el empleo de aceite de baja viscosidad y diversos ajustes en el motor (todo ello con el fin de minimizar el consumo y las emisiones). Así, el Colt homologa un gasto de combustible medio de tan sólo 5 litros; el dato en el Fiesta es también es bajo (5,7 litros). En la práctica, las medias que obtuvimos fueron de 5,9 y 6,4 litros respectivamente.

Sensaciones, precio y equipamiento

En la carretera, el comportamiento de ambos difiere notablemente. El Fiesta tiene un tacto más “deportivo”, gracias a su mayor aplomo y agilidad. Lo fundamental es acostumbrarse a su peculiar dirección, bajo mi punto de vista demasiado blanda se mire por donde se mire. El Fiesta fue uno de los primeros en equipar la nueva dirección eléctrica EPAS (Electric Power Assist Steering) de Ford, cuyo tacto varía en función de las condiciones; por ejemplo, cuando estamos aparcando, el nivel de resistencia es prácticamente nulo y por el contrario, cuando rodamos a considerable velocidad, ésta se vuelve más firme.

En el Colt, en situaciones medianamente comprometidas como por ejemplo un cambio brusco de apoyo, la carrocería balancea mucho más y a su vez el coche subvira antes a la entrada de las curvas. Resulta poco justificable que el control de estabilidad no esté disponible ni como opción (tan sólo lo puede equipar la versión con el motor 1.5 Turbo de 150 CV denominado “Ralliart”), sin lugar a dudas la gran pega de este vehículo. Las suspensiones de ambos presentan un buen compromiso entre confort y estabilidad, si bien en ocasiones (al superar “obstáculos” e irregularidades del terreno) las del Fiesta se muestran algo firmes.

Hablando ya de dinero, las versiones que probamos (Ford Fiesta Titanium 1.4 y Mitsubishi Colt 1.3 ClearTec Intense) tenían un precio base de 15.355 y 13.700 € respectivamente, esto es, 1.655 € a favor del Colt. Salvo la ya mencionada poco comprensible ausencia del control de estabilidad por parte del modelo japonés, el equipamiento de serie en ambos es muy completo. El Fiesta incluye, entre otros elementos, arranque por botón, iluminación ambiental por LED, faros antiniebla, o llantas de aleación de 15 pulgadas. Algunas de las opciones más recomendables son el sensor de parking delantero y trasero (500 €), el control de estabilidad (450 €) o el control de crucero (150 €).

Por su parte, el Colt trae de serie, entre otros muchos elementos, el mencionado sistema “Auto Stop & Go”, un indicador de cambio de marcha, volante y pomo de la palanca de cambios de cuero, control de crucero, encendido automático de luces y sensor de lluvia. Con esta terminación, el equipamiento opcional se reduce básicamente a la pintura metalizada (260€).

Decir que en el modelo japonés, el acabado “Intense” es el único que se puede asociar con esta motorización (existen dos más básicos denominados “Inform” e “Invite” y el mencionado Colt Ralliart). En el Ford, además del acabado Titanium de nuestra unidad de pruebas, podemos optar por el “Trend” o el “Sport” (el más básico denominado “Ambiente” sólo esta disponible para los motores de acceso a la gama).

Conclusión

Con la compra de cualquiera de estos dos modelos estaremos adquiriendo mucho más que un simple utilitario. Es más, podemos rodar fuera de la ciudad con ellos con totales garantías, gracias a sus buenas cualidades. El Fiesta llama a la puerta de los más jóvenes apelando al carácter deportivo y a un diseño tanto exterior como interior que no pasa desapercibido. El Colt, por su parte, ofrece una habitabilidad excelente, toma conciencia con el medio ambiente y hace gala de un rendimiento mecánico extraordinario.

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