Su proyección en los festivales de Venecia y Sitges ha gozado de una excelente recepción, tanto por parte de la crítica como del público. Celda 211, cuarto trabajo del mallorquín Daniel Monzón, está basada en la novela de Francisco Pérez Gandul y promete ser una de las sensaciones de la temporada cinematográfica.

¿Qué le atrajo del libro?

La calidad de tragedia que tenía la historia. Y, sobre todo, que contenía un reto como director: trabajar la historia y los personajes, sin recurrir a efectos especiales o a música sinfónica.

Una dirección al servicio de la trama y de los personajes…

Por supuesto. El director ha de ponerse a los pies de la historia, y no al revés con, por ejemplo, grandes movimientos de cámara y trucos estéticos. En este aspecto, uno de mis grandes deseos es transmitir realismo y la sensación de claustrofobia, del hecho que transcurra en un espacio cerrado como es la prisión, al espectador.

¿Le vino a la mente alguna película de cárceles?

Hay cientos de títulos sobre cárceles en la historia del cine, y me gustan muchísimo. Traté de hacer un esfuerzo para no inspirarme en ninguna de ellas, porque no tenía sentido para mí si Celda 211 no tenía una voz propia.

¿Hablaron con presos reales?

Tanto Jorge (Guerricaechevarría), el guionista, como yo hicimos un proceso de documentación en las cárceles, hablando con presos, con funcionarios, con familiares… Tratamos de captar ese universo más real, y no el cinematográfico, especialmente alejándonos de los tópicos del cine norteamericano.

Le gusta tratar géneros distintos: fantasía, comedia, ciencia ficción, thriller…

Es lo que me apetece en cada momento. Una película me lleva una media de tres años de mi vida. Así que es como encontrar una pareja: tienes que estar muy entusiasmado con lo que vas a hacer y transmitir tu pasión.

Ha comentado que le gusta el cine comercial...

Me gusta todo tipo de cine. Puedo disfrutar tanto de Tarkovsky como de Peter Jackson. Pero cuando hago cine, no me olvido de que en una sala están la pantalla y las butacas. Si tienes el privilegio de ocupar unas horas la pantalla, no puedes olvidar que eso está sustentado en las butacas.

Se le ve apasionado del cine.

Si hay algo bonito en el cine es que es una experiencia colectiva, permite contar una historia a un grupo de personas, eso es lo emocionante.

Se dice que el cine español siempre toca los mismos temas: Guerra Civil, sexo, comedia…

Se habla del cine español como si fuera un género en sí mismo. Parece como si en lugar de estar haciendo una película de cárceles, caso de Celda 211, estuviéramos haciendo una de 'cine español'. No debe ser así. Y si lo comparásemos con el de Estados Unidos, nos daríamos cuenta de que, en proporción, el número de películas españolas buenas es similar.