10 cosas que queremos ver en 'Tintín 2'

Quienes esperasen ver a Tintín, Milú y el Capitán Haddock enfrentados a los misterios de El templo del Sol en su próxima aventura en cines pueden seguir esperando. Según ha confirmado el guionista Anthony Horowitz (sustituto de Edgar Wright, Joe Cornish y Steven Moffat en la parte literaria de la serie), la secuela de Las aventuras de Tintín. El secreto del Unicornio no adaptará este cómic de Hergé, en el que nuestro reportero belga favorito viajaba a Perú para acabar con una antigua maldición.

Los tintinólogos con más debilidad por las cosas precolombinas llorarán amargamente al conocer esta noticia, pero en CINEMANÍA nos gusta mirar hacia adelante. Por ello, hemos preparado esta lista con 10 elementos de los cómics que nos gustaría ver en la nueva película y que brillaron por su ausencia en El secreto del Unicornio. Recordemos que, al mando de la segunda aventura digital de Tintín, Steven Spielberg será relevado por un Peter Jackson recién salido de las profundidades de El Hobbit, y como rodar superproducciones desgasta mucho, estamos seguros de que el genio neozelandés agradecerá nuestras sugerencias.

¿Echamos de menos a alguien en El secreto del Unicornio? ¡Por supuesto que sí! Para empezar, a este científico tan genial como despistado, cuya incurable sordera lleva haciendo reír a los lectores de Tintín desde… El tesoro de Rackham el Rojo, precisamente. Está claro que en la trama de esta primera entrega no había mucho espacio para invenciones prodigiosas, pero las aventuras en pantalla grande del reportero necesitan de su presencia.

Uno de los platos fuertes (en cómic, claro) de El tesoro de Rackham el Rojo era este sumergible con forma de escualo, inventado por el profesor Tornasol. La figura del artilugio es tan emblemática que Spielberg no se resistió a usarla en los créditos iniciales de su película, y aunque, a estas alturas, tal vez no tenga demasiado sentido incluirlo en la trama, los seguidores del personaje nos merecemos una oportunidad para verlo en tres dimensiones.

Ahora que [SPOILERS] el Capitán Haddock ya es el amo y señor del Castillo de Moulinsart [/SPOILERS], es el momento de incluir en las películas una de sus más terribles pesadillas. No nos referimos a la Castafiore o a quedarse sin whisky, sino al hecho contrastado de que el 90 por ciento de las llamadas al teléfono de su mansión preguntan por este establecimiento. Si no quieres comprobar de primera mano el repertorio de insultos del Capitán, recuerda: el número del castillo es el 421, y el de la carnicería el 431.

Gracias a los periódicos enmarcados en su despacho, sabemos que Tintín ha visitado ya Sildavia (“el reino del Pelícano Negro”) para recuperar El cetro de Ottokar. Sin embargo, conviene recordar que esta nación balcánica, así como su vecina y enemiga Borduria, son presencias recurrentes en las entregas de Tintín con más tiros, más persecuciones y más diversión. Además, toda buena aventura necesita un buen villano, y el militar bordurio Spondsz se presta a este papel como el que más gracias a su malignidad, a sus pintas (en especial su monóculo a lo Von Stroheim) y a su manera de gritar “¡por los bigotes de Pledszky-Gladsz!” cuando se enfada.

Volvemos a fiarnos de las pistas visuales proporcionadas por Spielberg, y afirmamos que el reportero belga se ha topado ya con Los cigarros del Faraón y ha salido con vida de sus conspiraciones, orquestadas por este delincuente internacional. Traficante de drogas, contrabandista de armas y productor de cine (lo mejor de cada casa, vamos), Rastapopoulos reapareció en múltiples álbumes de Tintín, convirtiéndose en lo más parecido a un archienemigo que nuestro héroe ha tenido jamás: una adaptación al cine de Las aventuras de Tintín en la que no apareciese su fea jeta sería como una película de X-Men sin Magneto.

Desde que Tintín se los encontró por primera vez en La oreja rota (otro de los cómics que se llevan un guiño en el filme), estos dos militarotes andan enfrascados en una lucha a muerte por el gobierno de la república de San Teodoro. Pero aquí, como en todo, hay clases: mientras que Tapioca ha ejercido casi siempre como villano en la sombra (los lectores no pudimos ponerle cara hasta Tintín y los Pícaros, el último álbum de la serie), Alcázar es un antihéroe, o antivillano más bien, cuya nula habilidad estratégica y manifiesta estupidez le convierten en un secundario cómico ideal. Bien sea en el poder o en el exilio, nosotros anhelamos encontrárnoslo en la pantalla y poder exclamar aquello de “¡Viva el general Alcázar y las patatas fritas!”.

Tintín y sus amigos se encuentran en una situación desesperada, parece que nada puede empeorar la cosa… Y de repente, como por arte de magia, aparece este agente de Seguros Mondass (en la imagen, al frente de su 'encantadora' familia) para complicarlo todo aún más con su sabiduría de Perogrullo, su gorronería y su permanente búsqueda de pardillos a los que venderles una póliza. Desde su primera aparición en El asunto Tornasol, Latón es una de las pocas personas en este mundo a las que Tintín y el Capitán Haddock tienen verdadero pánico, y no es para menos.

En la jungla que rodea al río Coliflor habita esta tribu indígena, a la que todos consideran sanguinaria y salvaje… Hasta que Tintín se la encuentra en persona (véase La oreja rota) y comprueba que sus miembros son corteses, hospitalarios y (gracias al médico de la aldea, el misionero inglés Ridgwell) muy aficionados al golf. El único aspecto de la cultura Arumbaya que puede plantear alguna dificultad para el viajero es su gastronomía: incluso un tragón como Milú tiene serios problemas para acostumbrarse a unos platos tan picantes.

¿Recuerdas la maldición de Las 7 bolas de cristal? ¿O los fenómenos extraños de La estrella misteriosa? Y qué decir de ese Vuelo 714 para Sydney que acabó en un lugar muy distinto de Australia… Y que tanto se pareció al argumento de Perdidos. Aunque en la trama de El secreto del Unicornio según Spielberg no haya habido lugar para fenómenos extraños, conviene recordar que en las aventuras de Tintín, el realismo cede ocasionalmente su puesto a una fantasía muy matizada, y por ello doblemente inquietante. Esperemos que Peter Jackson tenga esto en cuenta

Muchos fans de Hergé y de sus tebeos nos alegramos de ver al ‘Ruiseñor Milanés’ protagonizando un pequeño (aunque importante) cameo en Las aventuras de Tintín. Sin embargo, también hay que decir que éste nos supo a poco: aunque ensordezca a la concurrencia cantando, para variar, el Aria de las joyas, la diva operística más incordiante del mundo no tiene un lugar importante en la trama y, lo peor de todo, no le tira los tejos ni una sola vez a Haddock (¿o era Harlock?). Como amantes del bel canto que somos, no tenemos más remedio que exigir nuevas apariciones para ella, y más protagonismo para su gloriosa voz.