Liberar la mente del humo

Pepa Rius (Málaga, 1969) habla por teléfono con una paciente de su programa antitabaco.
«El seguimiento después de dejarlo es importante para no recaer», dice.
«El seguimiento después de dejarlo es importante para no recaer», dice.
Foto
«El seguimiento después de dejarlo es importante para no recaer», dice.
Es una llamada fuera de horario, pero lleva sus papeles encima y constata que la paciente ha logrado reducir su consumo de nicotina. «¡Olé!», grita, y la anima para que siga. Pepa (riusdiaz@telefonica.net) estudió psicología hace años, y ni se le pasó por la cabeza dedicarse a lo que hace. Pero sucedió que su hermano, adicto al tabaco, murió de cáncer de pulmón. «Entonces yo fumaba, y sentía culpa porque mi hermano me había pedido que lo dejara, pero no podía. Él consiguió dejarlo tres meses antes de caer enfermo». El azar hizo que le ofrecieran trabajo en un programa de desintoxicación del tabaco. Para conseguirlo tenía que dejar de fumar. La motivación le ayudó a dejarlo. Ahora es terapeuta en la consulta de tabaquismo del Hospital Clínico, donde aborda ésa y otras adicciones, porque el mecanismo de enganche es el mismo. «El poder adictivo de la droga está en el cerebro. El tabaco no es menos peligroso que la heroína: mata a mucha más gente. Lo que ocurre es que fumar no nos impide seguir con nuestra rutina. Pero el cerebro exige nicotina para liberar sensaciones de placer, como cualquier otra droga. Eso es la adicción».

Rius no tiene una opinión moralista sobre la droga. «Las drogas siempre han estado en la naturaleza, y el consumo esporádico forma parte de la libertad individual, pero hay que ser consciente de esa adicción. El primer cigarrillo provoca sensaciones desagradables, pero seguimos fumando porque es adictivo». ¿El secreto para dejarlo? «Estar decidido a volver a ser dueño de tu voluntad».

Mostrar comentarios

Códigos Descuento