Los compañeros de profesión y sentidos admiradores de Chus Lampreave han reaccionado a la muerte de la actriz icónica del cine español en las redes sociales y con diversos comunicados a los medios. A continuación recogemos los más significativos para unirnos al recuerdo de una de las presencias más rotundamente irremplazables de nuestro cine.
Pedro Almodóvar, con quien trabajó en ocho películas, a través de un comunicado oficial:
Escribo estas líneas a vuela pluma y sin hacerme a la idea de que no volveré a trabajar con Chus Lampreave, que no volveré a verla. Antes de debutar como director, Chus ya me había fascinado en las dos películas de Marco Ferreri (El pisito y El cochecito), en Mi querida señorita (de Armiñán) y en La escopeta nacional de Berlanga. Yo soñaba con trabajar con ella si algún día conseguía dirigir una película.
La llamé para Pepi, Luci, Bom... y muy amablemente me dijo que no se veía. Volví a llamarla dos años después para Laberinto de pasiones y, a pesar de su negativa, seguí llamándola para que interpretara una de las monjas de Entre tinieblas, fue entonces cuando nos conocimos personalmente. Ante mi insistencia, y la química inmediata que se produjo entre nosotros, Chus aceptó, después de explicarme que no era actriz y que prefería un papel corto. Sobre el guion el suyo no era muy extenso pero se agigantó en el momento que Chus entró en contacto con él. La mitad del personaje está improvisado en el último momento, con pocos actores he sentido tanta reciprocidad y me he divertido tanto.
Desde el primer momento sentimos que pertenecíamos a la misma familia. Chus me hacía sentir capaz de todo, tenía la capacidad de convertir cualquier extravagancia mía en algo natural, divertido, sencillo, puro; desbordaba humanidad e inocencia.
Fue la actriz que mejor interpretó los personajes inspirados en mi madre y pertenecía a la estirpe de los grandes actores de reparto, aquellos sin los que el cine español no existiría.
Penélope Cruz, con quien compartió pantalla en Belle Epoque, Volver y Los abrazos rotos.
Hoy se nos ha ido uno de los seres más especiales que he conocido en mi vida. Mi querida Chus, cuánto te quiero y como te vamos a echar de menos. ❤️ #angel 🌌🌠 Today we have lost someone so special to me. My dear #chuslampreave, I love you so much. Always in our hearts. We will miss you,my beautiful friend. Una foto publicada por Penélope Cruz (@penelopecruzoficial) el 4 de Abr de 2016 a la(s) 8:11 PDT
Javier Cámara, en Hable con ella y Torrente, el brazo tonto de la ley, utiliza un dibujo de Forges.
Santiago Segura, que la dirigió en tres entregas de Torrente.
Hasta siempre Chus Lampreave... El día era gris, pero tras enterarme de tu marcha la cosa se ha quedado en gris plomizo casi negro. Eras junto a Luis Ciges la persona más carismática, destarifada, divertida, sorprendente, querible, entrañable, surrealista y desconcertante que ha dado el cine español. Nos queda la risa y la sonrisa que dejaste en cada una de tus apariciones. Todo esto lo digo como espectador, como amigo y compañero podría decir mucho más (y todo bonito). Cuanto más se aprecia a una persona más duele cuando nos deja. Una foto publicada por Santiago Segura (@ssantiagosegura) el 4 de Abr de 2016 a la(s) 7:58 PDT
J. A. Bayona, en una campaña de publicidad de KH-7.
Con lo poquísimo que nos vimos lo mucho que me diste Chus. Muchas gracias y descansa en paz. pic.twitter.com/80k1T5nERQ — JA Bayona (@FilmBayona) April 4, 2016
Aida Folch, con quien coincidió en La artista y la modelo.
Te quiero Chus. Nunca habrá nadie como tú. ☘ pic.twitter.com/gZfDhQQmhx
— Aida Folch (@AidaFolch1) April 4, 2016
Chus Lampreave fue uno de los puntales imprescindibles de muchas de mis películas y se lo agradeceré siempre. No la olvidaré nunca.
— jose luis cuerda (@cuerda1936) April 4, 2016
Fernando Trueba, su director en cuatro ocasiones, a través de El País.
El mundo ha perdido a Chus Lampreave, que era una de esas personas que con su belleza lo hacían mejor. Los que tuvimos el gran placer y el inconmensurable privilegio de conocerla, de trabajar con ella, de quererla y hasta, de vez en cuando, de abrazarla y besarla, somos tan afortunados que no debiéramos lamentarnos, sino sólo celebrar el haberla frecuentado.
Chus no era una persona más, no era “una actriz”; era una “presencia”, una aparición, porque había en ella algo de angélico que la hacía única e irrepetible. Es probable que eso que dicen de que todo ser humano es único sea cierto. Yo no estoy tan seguro. Pero sí lo estoy en el caso de Chus. No se parecía a nadie, sólo a sí misma.
Si alguien se molestara en pegar una tras otra todas “sus” secuencias (y nunca el posesivo fue más pertinente), obtendría una obra maestra. Digo sus secuencias porque al escribir “para Chus” eras inspirado por ella, poseído por ella, entonces esos diálogos eran suyos. Uno los escribía para escuchárselos decir. Y sonaban a algo que nadie mas que ella podría haber dicho. Ferreri, Berlanga, Armiñán, Almodovar, Cuerda, Colomo, Segura, yo y los que me dejo en el tintero lo sabíamos y su presencia hacía mejores nuestras películas, el cine español y el cine sin más.
Chus no era “surrealista”, era surrealismo, (como lo era su Eusebio, el único surrealista que he conocido); era de una inteligencia fina y un humor hecho solo de bondad, ajeno a toda crueldad. Levitaba tan levemente, tan discretamente, que no nos dábamos cuenta de que no pisaba el suelo. Era un ser poético, limpio, generoso, tierno, adorable. Los franceses tienen una expresión que le iba como anillo al dedo: la folie douce.
La noticia nos ha pillado en pleno rodaje. Muchos hemos llorado. Pero al poco estábamos riendo. Nos seguía haciendo reír. Y ella lo hubiera preferido así. Y así será, por muchos años.
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