El lujo regresa a Marraquech

  • El hotel La Mamounia reabre sus puertas después de tres años de obras.
  • El lujoso establecimiento guarda leyendas de personajes de la historia.
  • "Es el Louvre de Marraquech", dice su diseñador Jacques García.
Hotel La Mamounia, en Marraquech.
Hotel La Mamounia, en Marraquech.
Hotel La Mamounia, en Marraquech.

El hotel La Mamounia, una de las señas de identidad del lujo mundial, ha reabierto sus puertas tras tres años de reforma, para recuperar el halo de leyenda que atrajo hasta aquí a los personajes más relevantes del siglo XX.

Han sido más de mil y una noches muy largas para las mayores fortunas del planeta, que no dejaron de quejarse impacientes al cerebro de la renovación, el diseñador e interiorista francés Jacques García.

"Los ricos nunca me preguntan para cuándo tendré listo algo, pero con La Mamounia, me asaltaban para ver si estaba ya todo acabado", confiesa García entre risas en una charla con periodistas.

Lo que a priori iba a ser un año de clausura del hotel se convirtió en tres años, en los que se han invertido 120 millones de euros para recuperar el aroma árabe clásico del palacio, que en su última renovación, en 1986, había dejado paso a un gusto más "art déco".

"Si ha habido un estilo en la historia que haya admitido mal una copia, ése es el 'art déco'. Lo particular de La Mamounia ha sido siempre su aire 'art déco' marroquí, en el que ambas corrientes se funden en armonía", subraya Garcia.

Por los pasillos de La Mamounia asoman las múltiples leyendas que dejaron figuras como el primer ministro británico Winston Churchill, que pintaba sus jardines desde los balcones del hotel, o el cineasta Alfred Hitchcok, que rodó aquí en 1956 El hombre que sabía demasiado.

Pero tanto como a los nombres ilustres, La Mamounia le debe su mística a su historia, que se remonta al siglo XVIII, cuando el sultán Sidi Mohamed Ben Abdelá regaló a cada uno de sus cuatro hijos un suntuoso jardín como presente de bodas.

El segundo de ellos, Mamoun, recibió las ocho hectáreas alrededor de las cuales se erige hoy el hotel, que comenzó a albergar visitantes en 1923.

"La Mamounia es el Louvre de Marraquech. Todo aquel que viene a la ciudad quiere verlo, por eso he querido transmitir el sentimiento de que globalmente todo es una gran obra de arte", asegura Garcia.

La artesanía tradicional marroquí, como los 27.000 metros cuadrados de azulejo tradicional o "zelij" que decoran hasta el mínimo detalle, es la marca de la casa, y a su vez la responsable de que se haya dilatado tanto su reapertura.

Ese gusto por el lujo en dosis homeopáticas salta a la vista en lugares como el balneario y spa que se ha construido en una de las alas del hotel y que cuenta con todas las comodidades que permita la imaginación, incluyendo el tradicional "hammam" o sauna húmeda.

El italiano Don Alfonso y el francés Jean Pierre Vigato, ambos chefs con dos estrellas Michelin, se ocupan de la comida en los dos restaurantes de mayor postín.

Y por si a alguien se le va la mano con los postres, en la pista de tierra batida espera Henri Leconte, finalista de Roland Garros en 1988 y ahora director de la escuela de tenis que instruirá a los clientes de La Mamounia.

Aunque si hay algo que no cambia en el hotel, eso seguirá siendo su precio (entre 530 y 7.000 euros la noche), prohibitivo para la inmensa mayoría de turistas que visitan Marraquech y que hasta ahora se contentaban con acercarse a uno de los bares para degustar un Martini en el jardín.

A partir de ahora, ni siquiera se permitirá esa pequeña concesión al placer efímero, como anuncia el director del hotel, Didier Picquot.

La Mamounia tiene previsto restringir el acceso a los no clientes, "lo que no impide que, si alguien quiere cenar en alguno de nuestros restaurantes, llame para hacer una reserva, que se atenderá siempre y cuando haya un sitio libre", dice Picquot.

Enfrentados a una crisis económica rampante, donde hasta los más ricos de la revista Forbes ya no lo son tanto, ¿resulta arriesgado abrir las puertas de un establecimiento donde la exclusividad se paga hasta el último céntimo?

"Visto lo visto, no podríamos haber encontrado mejor momento para cerrar, entre el año 2006 y 2009. Por fin vemos la luz al final del túnel, y creemos que eso se irá notando en una afluencia cada vez mayor de clientes", señala Picquot.

Por ahora, el hotel, que cuenta con 210 habitaciones, espera un 55% de ocupación a lo largo del año que viene, la mayoría de ellos franceses, estadounidenses y españoles, aunque con un ojo puesto en los nuevos mercados como Latinoamérica o India.

Aunque La Mamounia ofrezca a sus huéspedes una experiencia más propia de las mil y una noches, pocos podrán permitirse pasar más de tres, que es la estancia media en este fastuoso lugar.

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