
No tienen fallera mayor ni van a la ofrenda a la Virgen. Además, el monumento fallero lo hace la propia comisión en el casal durante dos meses y no quieren entrar en concurso. Tampoco hacen despertàs, pero sí un pasacalle nocturno con pólvora y demonios.
Los 80 falleros de la comisión Arrancapins viven las Fallas de una manera «laica y progresista», según explica su presidente, José Antonio Collado. «Somos una especie de isla a la que le ha crecido agua alrededor».
Con diferencia
Estos cambios comenzaron a fraguarse durante la transición y se han ido produciendo poco a poco. Collado apunta que Arrancapins tiene «lo esencial de la fiesta, pero rompiendo los tópicos».
Ellos saben que son diferentes, pero «no aspiramos a cambiar a nadie». Aunque creen que las Fallas «son como la vida» y que, en la actualidad, son «un poco rancias».
Un ejemplo que demuestra que «otras Fallas son posibles lejos del modelo dominante», señala el profesor de la Universitat de València, Gil Manuel Hernández.
En su opinión, «hay que recuperar la sátira, la crítica al poder y conseguir que las mujeres participen más en la gestión para abolir la imagen que tienen en la fiesta de mujer florero».
Según Hernández, «se debe acabar con el recelo que las Fallas generaron en el mundo universitario, que las identificaban con el sector conservador». También «recuperar tanto la indumentaria como la música tradicional».
Dinos...
... qué quitarías o añadirías a la fiesta de las Fallas.
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