Las autoridades de Filipinas elevaron este martes a 246 los muertos por la tormenta tropical Ketsana, mientras la isla Luzón se prepara para recibir un nuevo temporal este miércoles y arrecian las críticas al Gobierno por su lenta respuesta a la tragedia.

Otras 38 personas continúan desaparecidas y las inundaciones, riadas y corrimientos de tierras han afectado a 1,9 millones de residentes de Manila y otras 25 provincias de la isla de Luzón.

En las últimas horas, unos 80.000 damnificados pudieron regresar a sus casas, pero casi 375.000 evacuados que perdieron sus viviendas siguen en centros de acogida habilitados, uno de ellos en el recinto del palacio presidencial de Malacañang, en Manila.

Las pérdidas económicas ascienden a 4.692 millones de pesos (67,6 millones de euros) y tres cuartas partes de esa cuantía corresponden a daños en infraestructuras y los demás al sector agrícola.

Lanchas de plástico

El estado catastrófico se declaró en Manila y otras 25 provincias afectadas por el temporal, que ya ha abandonado el archipiélago.

Las imágenes de televisión siguen mostrando a decenas de manileños desplazándose en lanchas de plástico o improvisadas balsas por la ciudad, llena de coches abandonados y sumergidos y kilómetros de atascos en casi todos sus 17 municipios.

La Unión Europea anunció una ayuda de dos millones de euros para las "necesidades humanitarias más urgentes" de los damnificados.

En todas las áreas donde rige el estado de catástrofe declarado el sábado se han suspendido las clases y las escuelas han sido transformadas en improvisados albergues.

Un amplio sector político y de la ciudadanía califica de lenta e inapropiada la respuesta oficial al desastre. No obstante, elogia a los grupos de voluntarios y a los ciudadanos que, por iniciativa propia, distribuyen agua potable, comida, ropa y medicinas.