Lírica y humor sin Sr. Chinarro

‘Socorrismo’ revela las buenas maneras de Antonio Luque: el líder de Sr. Chinarro debuta en la literatura con relatos de excelente acabado
Socorrismo
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Antonio Luque: Sevilla, 1970. Un comienzo estándar de nota biográfica: ¿qué escritor no reseña lugar y fecha de nacimiento en la solapa de sus obras? Sin embargo, en el caso de Antonio Luque, el dato siguiente modifica (¿enturbia?) la lectura: alma máter de Sr. Chinarro, estos dos relatos de Socorrismo —y otro más, incluido en la antología Matar en Barcelona, editada también en septiembre por Alpha Decay— nos descubren su faceta como narrador sin guitarra. Dos cuentos, Socorrismo y La mina, que saciarán a los fans de sus minutos musicales, pero también —sobre todo— a los amantes de la buena literatura.

Suena tópico, pensarán, pero es que Anonio Luque reúne la materia prima que anhelamos en todo escritor: buenas ideas, mejores hábitos al plasmarlas, excelente acabado. Coctelera, y voilà: una obrita entre la lírica y el humor, que deja con (muchas) ganas de más.

El Mediterráneo y la Albufera

«Augusto y Augusta, almas gemelas, dijo él, con la idea de un óvulo partiéndose en dos dándole vueltas en una pantalla plana, temiendo un más que probable gatillazo, pidiendo un par de copas al tiempo». Dos amantes que comparten nombre, ingeniero él, incapaz ella de «distinguir bien el Mediterráneo de la Albufera», protagonizan el relato que abre y titula el volumen: una alucinada historia de amor entre tifones, porque contra las fuerzas de la naturaleza no hay Pamela Anderson que valga.

Y con respecto a La mina, quizá el mejor de los dos relatos, la atmósfera sin tiempo —rota por una confidencia del narrador: «Aún no hay televisión por las mañanas. Ana Rosa Quintana es apenas una adolescente»— envuelve Rodalías, un pueblo con una mina, un bar y un equipo de fútbol, entre García Márquez y 13, Rue del Percebe. Costumbrismo con piel surrealista, crítica social, chispazos y moralejas: Chinarro parece, Antonio Luque es.

Socorrismo es bueno, es breve, es dos veces bueno. Vayan a leer este doble debut: Antonio Luque se inicia en la literatura impresa, y la colección Alpha Mini se atreve, tras Conrad y Poe, con los autores españoles. Así, la pareja de baile de Luque es Cul-de-sac, de Mercedes Cebrián. Más: cada dos o tres meses se alternarán clásicos y nuevos; en su programación figuran Heinrich von Kleist y Vernon Lee, Javier Calvo y Alberto Flores del Río, y una antología de jóvenes poetas españoles.

Ana S. Pareja, una de las editoras de Alpha Decay, compara el hoy del mundo editorial con «la vuelta del vinilo»: Alpha Mini publica, entonces, cuentos como «singles de un elepé, las mejores canciones de una en una». Comparaciones no odiosas, figuras retóricas válidas, Alpha Mini cumple con su promesa de apostar por voces diferentes (y ganar), y Socorrismo demuestra que Antonio Luque no es un músico que escribe, sino un escritor que —además— hace música.

Socorrismo. Alpha Decay (colección Alpha Mini) / 102 páginas / 8 euros

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