
Diluvio fuera del Kursaal y lluvia de infidelidades dentro: así, a las once de la mañana, ha arrancado la 57 edición del Festival de San Sebastián. El canadiense Atom Egoyan, con Chloe, ha dado inicio a la sección oficial con un drama sobre sospechas, adulterios y la crisis de la mujer al llegar a la mediana edad.
Sugerente primera impresión
A la espera de Brad Pitt y Tarantino, que estaba previsto que aparecieran después por el Kursaal para presentar Malditos bastardos, los presentes recibieron sus primeras dosis de cine con Chloe. La primera imagen proyectada en este Festival fue la de una joven en ropa interior hablando de los trucos que debe manejar una prostituta para tener satisfechos a sus clientes. El público se relame: Egoyan y su morbosa visión sobre la sexualidad han vuelto.
La joven es Chloe (Amanda Seyfried) con quien, casi por casualidad, contacta una exitosa ginecóloga llamada Katherine (Julianne Moore). Pese a su buen momento profesional, Katherine tiene algo de qué preocuparse: su marido, un atractivo y también exitoso profesor encarnado por Liam Neeson, la engaña compulsivamente, o al menos eso piensa ella. Para corroborar sus sospechas, Katherine contrata a Chloe para que tiente a Michael. Y ahi, o incluso antes, empieza a venirse abajo la historia.
Hora y media después, la sensación que la cinta deja es la de un telefilme de después de comer. Aunque los problemas sexuales y sentimentales del personaje de Moore pueden resultar interesantes, la creciente paranoia del personaje y la improbable historia de amor que vive en la cinta los diluyen. La trama, repleta de tópicos, y algún que otro diálogo que incluso provoca risas en la sala, llevan a un completo desastre en todo el tramo final, culminado por un desenlace esteticista, hipócrita y ciertamente improbable.
arrancado la 57 edición del Festival de San Sebastián. El canadiense Atom Egoyam, con Chloe,
ha dado inicio a la sección oficial con un drama sobre sospechas, adulterios y la crisis de
una mujer de mediana edad.
A la espera de Brad Pitt y Tarantino, que en unas horas aparecerán por el Kursaal para
presentar Malditos bastardos, los presentes recibieron sus primeras dosis de cine con Chloe.
La primera imagen proyectada en este Festival fue la de una joven en ropa interior hablando
de los trucos que debe manejar una prostituta para tener satisfechos a sus clientes. El
público se relamen: Egoyam y su morbosa visión sobre la sexualidad han vuelto.
La joven es Chloe (Amanda Seyfried) con quien, casi por casualidad, contacta una exitosa
ginecóloga llamada Katherine (Julianne Moore). Pese a su buen momento profesional, Katherine
tiene algo de qué preocuparse: su marido, un atractivo y también exitoso profesor encarnado
por Liam Neeson, la engaña compulsivamente, o al menos eso piensa ella. Para corroborar sus
sospechas, Katherine contrata a Chloe para que tiente a Michael. Y ahi, o incluso antes,
empieza a venirse abajo la historia.
Hora y media después, la sensación que la cinta deja es la de haber visto un telefilme de
después de comer. Aunque los problemas sexuales y sentimentales del personaje de Moore
pueden resultar interesantes, la creciente paranoia del personaje y la improbable historia
de amor que vive en la cinta los diluyen. La trama, repleta de tópicos, y algún que otro
diálogo que incluso provoca risas en la sala, llevan a un completo derrumbamiento en todo el
tramo final.
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