Llega septiembre y los más de siete millones de estudiantes de educación no universitaria están iniciando sus clases de manera escalonada. Este año el curso traerá novedades, como  las medidas contra la gripe A, y una polémica antigua, la falta de respeto a la autoridad de los más jovenes, pero renovada por hechos como  el anuncio realizado este martes por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre,  que investirá por ley como "autoridad pública" a los profesores de dicha región. Una medida que tiene mucho que ver con el debate que provocaron los recientes disturbios en Pozuelo (Madrid).

Carolina lleva 15 años dando clases de inglés a alumnos de Secundaria, donde más problemas de este tipo se dan, y en su aula ha vivido de todo: "Me han bailado en clase, han dado 'toques' a un balón de fútbol, se han pegado, se han 'toqueteado'..." El equilibrio de un grupo de alumnos es complicado porque "tienes alumnos de buen comportamiento, otros se debaten en el límite y otros son problemáticos; si estos últimos se imponen, pueden arrastrar al resto". Y concluye: "Tenemos muy pocas armas para imponernos a estos chicos".

"Hay que perder el miedo a la palabra disciplina, que no significa sacar el látigo y volver al sistema del siglo pasado", asegura esta profesora. "Lo que nos falla es la legislación, no tenemos ni castigos ni premios que incentiven y sirvan para imponer un ambiente de aprendizaje y, de este modo, el sistema no está cubriendo las necesidades de los niños normales ni los de los problemáticos, que también las tienen".

El Servicio del Defensor del Profesor del sindicato ANPE Madrid lleva unos 3.000 casos al año de maestros que se enfrentan a agresiones, acosos y un gran número de problemas de "respeto y autoridad", entre otros problemas: "Los profesores se sienten muy desprotegidos".

Inmaculada Suárez Valdés, coordinadora del servicio, explica a 20minutos.es que "una de las cuestiones en las que los profesores se sienten más desprotegidos se refiere a los padres de los alumnos. No hay que generalizar, pero hay determinados padres que tienden a culpabilizar al profesor y defender en todos los casos a sus hijos. No se imaginan lo que los padres llegan a disculpar a sus hijos".

Carolina también ha vivido situaciones así: "Hay que poner límites a los padres. Los padres deben participar y ser informados de la educación de sus hijos, pero han de comprender que si no nos dejan actúar están evitando que protejamos a los hijos de otras personas.  Lo que de verdad me molesta no es que me llamen 'gilipollas', es que cuando ocurre y no me puedo imponer, siento que estoy fallando al resto de alumnos".

"La gran mayoría de los profesores lo único que queremos es poder dar clase", afirma. "Un estudio ha dicho recientemente que perdemos un tercio de nuestras horas de clase mandando callar; puede que sea así, pero en muchos casos puede ser más tiempo", sentencia esta profesora.

Un frente desunido: padres y profesores

"Los chicos, muchas veces, se comportan según lo que ven en sus padres", explica Enrique Castillejo, presidente del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana. "Cuando un alumno va a su casa a contar algo sobre su clase y el padre responde que qué se cree ese profesor, están menoscabando su autoridad ante el chico", afirma Castillejo, que señala "que tenemos que exigirnos, como padres, recuperar nuestra autoridad frente a los hijos y respetar la de los profesores". Igualmente aclara que "autoridad no tiene nada que ver con autoritarismo, afirmar eso es desconocimiento o demagogia brutal".

"La clave está en la familia", asegura Jesús Ramírez, psicólogo educativo que lleva  trabajando 26 años en el mismo colegio. "Si son capaces de controlar lo que ven en televisión, de confiar en el colegio y en los profesionales que lo forman, de ganarse su confianza sin caer en el coleguismo, ni en esa falsa aturoritariedad basada en el pasotismo, es decir, siendo claros con sus hijos, no habría los problemas que se ven", afirma Ramírez.

Sin embargo, los padres también tienen algo que decir. "Hay una cierta tendencia en parte del profesorado a escurrir el bulto hacia los padres", asegura Pedro Rascón, presidente de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (CEAPA).  "Les falta formación, herramientas y les cuesta imponer su autoridad, así que la quieren por decreto; el respeto en clase, como en la vida, hay que ganarselo".

En lo que sí coinciden unos y otros es en que padres y maestros necesitan más formación pedagógica, más herramientas para lidiar con sus hijos y alumnos.

¿Nuevos problemas o la adolescencia de siempre?

La duda planea sobre este debate: ¿son los jóvenes de hoy más irreverentes que los de antes? Algunos entrevistados recuerdan que Rebelión en las aulas ya se rodó en los años 60 y otros, como Pedro Rascón, se retrotraen a la Grecia de la Antigüedad para buscar ejemplos de alumnos poco respetuosos con sus maestros.

Jesús Ramírez explica las razones fisiológicas del asunto: "Al llegar a la adolescencia, que es el momento evolutivo en el que finaliza la mielinización de las neuronas, lo que trae consigo esos arranques de ira incontrolada, muchos jóvenes, en lugar de controlar esos impulsos, se rebelan contra todo tipo de autoridad, manifestando conductas agresivas".

"Los jóvenes no tienen ninguna carencia de valores", explica Ramírez, "ni el sistema educativo tampoco".  Lo que sí se ha producido es un cambio muy rápido de un sistema educativo, tanto escolar como familiar, muy rígido y autoritario, a uno excesivamente laxo. "Los padres han sido muy permisivos con los hijos y han trasladado este ambiente al colegio; los padres son muy mayores, en general, y demasiado permisivos, o lo que es peor, pasotas disfrazados de muy autoritarios, cosa que no engaña a los muchachos", analiza este psicólogo.

¿Qué se puede hacer? Muchos confían en volver a marcar las diferencias entre alumnos y profesores, como pidió el Defensor del Pueblo recientemente, y devolver la autoridad al profesorado, como pretende hacer por ley la presidenta de la Comunidad de Madrid. Otros, como Jesús Ramírez,  tienen otras claves para ganarse el respeto de sus alumnos: "Lo importante es ser claro con ellos. Que sepan hasta donde pueden llegar y qué es lo que no deben hacer".

¿Tuteamos al 'profe'?