Agentes de la Policía Local formados en grafología y con el apoyo de cámaras de vigilancia van a investigar 2.000 grafitis detectados en todo el término municipal –más concentrados en el centro de la ciudad– para identificar a los responsables. En apenas dos meses, ya han formalizado 21 denuncias y tienen localizados a 11 taggers (grafiteros) autores de 177 pintadas de esta base de datos.
Dos casos van por vía penal por los graves daños causados y algunos denunciados, al acumular una decena de tags, pueden toparse con 7.000 euros de multas (la máxima es de 750).
Aparte del clásico espray, ahora usan unos rotuladores especiales, esponjas de limpiar calzado o fumigadores de jardinería para emplear tintes y ácidos de menor densidad y más presión para pintar más rápido y con más mancha, según explicó ayer Francisco Tortosa, oficial de la nueva brigada antigrafiti experto en grafología.
Esta unidad cuenta con seis agentes y pronto formará a una veintena en pericia caligráfica, grafología forense aplicada a estas pintadas. Con las cámaras de edificios han pillado a algunos in fraganti, que se atreven incluso frente al cuartel policial.
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