Julio Iglesias cumple estos días ochenta años y es obvio que para él y los muchos que han seguido de cerca su trayectoria la vida no sigue igual. ¡Ya nos gustaría! Pero lo cierto es que la vida cambia y nos cambia cada día. Julio puede presumir de muchas cosas a lo largo de su brillante carrera, millones de discos vendidos, miles de conciertos y de discos de oro y platino y uno de diamante, que es lo más de lo más. En el terreno personal contabiliza múltiples romances, dos matrimonios, ocho hijos y cinco nietos.

Ochenta años, sesenta como cantante, le han dado para mucho, aunque él, en una de sus conocidas canciones, se lamenta de que, envuelto entre éxitos y aplausos, se olvidó de vivir. Cierto es que –ya advertía Bertrand Russell– el éxito no es más que un ingrediente de la felicidad y que se compra demasiado caro si todo lo demás se sacrifica para conseguirlo.

A golpe de canciones, con letras que enamoraron a más de una generación, se construyó su vida y reescribió su historia, que es un ejemplo de tenacidad y esfuerzo. Nadie le regaló nada, pero tuvo a la fortuna como aliada.

No cree en el destino, pero si en las circunstancias y supo ponerlas de su parte. Ahora quiere contar por él mismo su propia historia y prepara sus memorias. Hoy le llegan felicitaciones de todo el mundo, pero no será un cumpleaños tumultuario. El cantante anuncia que lo celebrará en la intimidad en su casa de Bahamas, donde vive desde que se retiró de la escena pública.