Los propietarios del n.º 10 de la calle Antonio Robles y del n.º 7 de Virgen de Aranzazu (Fuencarral-El Pardo) están que trinan. Los vecinos llevan más de un año esperando que el Ayuntamiento de Madrid acabe con los ruidos nocturnos que impiden conciliar el sueño a 244 personas y que proceden del hospital Ramón y Cajal.

"No hay quien lo soporte, es imposible abrir las ventanas", se queja uno de los afectados (que prefiere mantener el anonimato) y que acaba de ejecutar una obra para intentar aislar su vivienda, pero sin suerte. "El sábado volvió a venir la Policía a medir y, por la noche, había entre 55 y 57 decibelios", explica desesperado (cuando la recomendación municipal es no superar los 30 en ese horario).

Aunque el centro tuvo que cambiar parte de los aparatos de ventilación hace unos años, al poco el vecindario descubrió que los nuevos hacían aún "más ruido".

Además, según explica el administrador de la finca, José Luis González, el problema es también por un cuarto de motores y una barrera acústica "que funciona desde las tres de la mañana" y que, según los afectados, les produce "insomnio y ansiedad".

Angustiados, los vecinos recurrieron a la Junta de distrito, pero ésta cerró el expediente y traspasó el caso a la Inspección Ambiental en 2007, hace año y medio. Desde entonces, los vecinos siguen esperando una respuesta del área de Medio Ambiente que, a la consulta de 20 minutos, ha abierto un expediente.

La noche en vela

Alrededor de 800.000 vecinos de la capital (según los últimos datos municipales de marzo de 2009) no pueden dormir por culpa de los excesivos niveles de ruido nocturno que proceden de botellones, otros vecinos y limpieza.