"Es un shock tener casa y al rato no tener nada": el horror de una ucraniana de Jersón

Inundaciones en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, tras la destrucción de la presa de Kajovka
Inundaciones en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, tras la destrucción de la presa de Kajovka
EP / Contacto / Nicolas Cleuet
Inundaciones en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, tras la destrucción de la presa de Kajovka

Alina Ruenkova es ucraniana y vive en Cáceres desde hace un año con sus dos hijos tras abandonar la región de Jersón. "Toda la gente sufre, toda la gente llora, es un shock tener casa y por la tarde no tener nada", ha lamentado tras las inundaciones provocadas por la voladura de la presa de Kajovka el pasado 6 de junio.

Desde la distancia vive con asombro, pero también en parte con resignación, unos hechos que han provocado ya el desplazamiento de más de 7.000 personas, una veintena de muertos y residentes atrapados por la crecida del río Dniéper.

"Era algo que se esperaba", ha reconocido Alina, una de las 24 personas, 14 de ellas menores, procedentes de la región de Jersón -muy castigada por la destrucción de la presa- que llegaron a la provincia de Cáceres gracias a la solidaridad de la Asociación de Voluntarios Extremeños por Ucrania.

Según ha explicado, ella vivía en la ciudad homónima, y aunque su barrio no ha sido anegado por el agua -tampoco el de sus padres, que se marcharon hace tiempo de la zona y ahora viven en territorio ocupado por Rusia-, sí lo han sido otros.

Aclara que no sólo es Jersón, una ciudad de unos 300.000 habitantes donde el día a día se ha complicado aún más en un país ya devastado por guerra, sino también "muchos pueblos pequeños" cuyos vecinos no tienen ni siquiera acceso a algo tan esencial como el agua potable.

Y ello ha vuelto a derivar en habitantes desplazados porque "no hay posibilidad para vivir allí". "Toda la gente llora, es un shock cuando hoy tú tienes casa pero por la tarde no tienes nada", confiesa con un inteligible español aprendido en su año de vida en Extremadura pero con el que aún, según reconoce, tiene dificultades para expresar ciertas reflexiones.

Los habitantes de Jersón, ha expresado, intuían que algún día podría llegar la voladura de la presa por ser "estratégica", "lo tenían en sus pensamientos", y ahora una vez ocurrido parece un "sueño". Ha lamentado además los daños que ocasiona por ser un desastre no solo humanitario, sino también ecológico, pues las consecuencias son "muy peligrosas".

Desde Cáceres sigue con tristeza los acontecimientos de sus país, pero reconoce también que en esta ciudad ha encontrado su lugar. "Mis hijos son felices aquí y yo también", confiesa Alina, que agradece la ayuda que ha recibido de los españoles para ser tratados como uno más.

"Tenemos una vida normal, mis hijos van al colegio, a cumpleaños, hacen deporte...", algo que no puede ofrecerle su país, pues allí "no hay posibilidad de vivir", ha expresado. Por ello solo tiene palabras de agradecimiento por la ayuda prestada por la Asociación de Voluntarios Extremeños por Ucrania, pues "no fue solo las dos o tres semanas primeras, sino que dura hasta hoy".

Este colectivo realizará una nueva expedición al país en guerra -la tercera- para hacer llegar ayuda humanitaria a un hospital que acoge a niños y adolescentes con problemas psíquicos y físicos, y que a consecuencia del conflicto cada día dispone de menos recursos para prestar la atención adecuada a sus residentes.

Este centro, que en la actualidad acoge a unos 80 menores, se encuentra en el interior de Ucrania, a unos 60 kilómetros de Leópolis, hasta donde los voluntarios extremeños llegarán a través de la frontera con Rumanía por el paso fronterizo de Sighetu Marmatiei. 

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