Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Políticos aviejados

Los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera, Unidas Podemos, Pablo Iglesias y del PP, Pablo Casado.
Los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera, Unidas Podemos, Pablo Iglesias y del PP, Pablo Casado.
20minutos | EFE/Juan Carlos Hidalgo
Los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera, Unidas Podemos, Pablo Iglesias y del PP, Pablo Casado.

Lo de que «El amor perjudica seriamente la salud», como tituló aquella película de los 90, habría sido más acertado aplicarlo a la política. Esa actividad pública no desarrolla que se sepa ninguna patología específica, pero el desgaste físico y mental que causa a quien la ejerce en primera línea es evidente. Basta con repasar la videoteca de unos pocos años atrás para advertir el acelerado proceso de maduración que experimentan los principales lideres nacionales. Aquella lozanía juvenil de que gozaba Pedro Sánchez cuando accedió a la Moncloa se ha visto atravesada por un sesgo de veteranía más propio de una década que de un lustro.

Solo hace un año que Feijóo dejó su plácida Galicia para afrontar la vorágine política de Madrid y su fisonomía ya refleja las huellas de mil batallas vividas en tan corto periodo de tiempo. A diferencia de sus homólogos, el líder del PP siempre fue consciente de que la política nacional no era lo más saludable, de ahí su inicial resistencia a abandonar el terruño galaico. Está visto, sin embargo, que cuando se llega tan alto no importa demasiado el que las células del organismo precipiten su proceso de oxidación, el poder lo compensa generando la misma sensación de bienestar que producen las endorfinas

Imagino, en consecuencia, el bajón sufrido por toda una generación de jóvenes políticos que en tiempo récord pasaron de asaltar los cielos a la más absoluta de las irrelevancias. El listado es categórico y afecta a todas las tendencias y colores. Líderes que en su día apuntaron maneras de comerse el mundo y que terminaron abrasados como esos fósforos que emiten de pronto un intenso fogonazo, pero extremadamente efímero. Es el caso de Pablo Iglesias, que no solo creó una fuerza política de la nada aprovechando el viento del 15-M —donde, por cierto, él no tuvo mayor protagonismo—, sino que llegó a amenazar a todo un PSOE centenario con arrebatarle la hegemonía de la izquierda. Sánchez lo empezaría a matar nombrándole vicepresidente del Gobierno y él mismo terminó suicidándose al irrumpir en las elecciones de Madrid presentándose como el salvador. Podemos huele ahora a cadaverina y sus dos jóvenes lideresas restan más que suman para el Movimiento Sumar, que trata de unir a los que bailan la izquierda del PSOE.

Muerto y con el certificado de defunción fechado el 28-M queda Ciudadanos, el partido que elevó a pulso Albert Rivera hasta resultar clave en la gobernabilidad del país. La ambición desmedida le condujo a creer que podía abandonar el centro y sustituir al PP, un error de cálculo brutal que lo sacó de la carrera condenando a los naranjas a la pena capital. Otro error de bulto, de distinta naturaleza, acabó con la vida política de Pablo Casado. Su fisonomía juvenil había sucumbido en los cuatro años que permaneció en la cima y con poco más de 40 se quemó de súbito por no cuidar los afectos en el partido ni vigilar su espalda. 

Así, tres personajes que parecían destinados a regenerar la vida pública española envejecieron prematuramente triturados por la política. Ninguno podría volver a ejercer la actividad en la que tanto brillaron, nadie lo entendería, cuando se llega tan alto y te incineran no caben segundas oportunidades. Da igual la fecha de nacimiento que figure en el DNI, para el electorado ya son ancianos

La semana pasada dijo adiós a la política Inés Arrimadas solo 5 años después de ganar las elecciones en Cataluña y aparecer como la novia de España. Alberto Garzón anunció también su retirada de la línea de fuego para que haya, dijo, caras nuevas. Es como si tuvieran cien años.

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