Entrevista

Leticia Rodríguez de la Fuente: "Los políticos no están a la altura de las flores"

Leticia Rodríguez de la Fuente en su huerto.
Leticia Rodríguez de la Fuente en su huerto.
Jesom.
Leticia Rodríguez de la Fuente en su huerto.

Tiene 56 años muy bien llevados, un apellido ilustre y dos perras con nombre de persona, Simona y Cósima. Ha plantado varios árboles y muchas semillas y acaba de escribir su primer libro, ilustrado por Sena Cifuentes, con ecos claramente ecológicos: Tocar Tierra (Espasa). Podría decirse que con todos estos mimbres, Leticia Rodríguez de la Fuente es una persona realizada, según mandan los cánones. Ha vivido mucho, dentro y fuera de España, ha sufrido lo suyo a causa de la enfermedad, que se cebó con su cuerpo, pero no con su mente. Quizás a resultas de ese combate entre estar bien y vivir mal, que ella ganó, es una mujer de apariencia fuerte y decidida, que se vuelve delicada en su discurso cuando habla de pétalos y de ranúnculos. Desde su ático madrileño no se ve la vega de Guadalajara donde trabaja su tierra y sus sueños, pero sí se nota ese puente invisible que la une a lo que heredó y conserva como un patrimonio incalculable: el amor a la naturaleza.

P- ¿Cómo se pasa de vivir del arte a cultivar flores?Atravesando el mundo de las ventosas, de los alquileres, -monté los pisos Let´s room. (Mi portero se lo pasa bomba, es como mi madre)-. Realmente, no ha sido un proceso consciente. Me he dejado llevar por la vida. He tenido que salir de casa para volver a casa. Reencontrarme conmigo misma.

¿Y de vivir en Reino Unido a la provincia de Guadalajara?Bueno, realmente vivo en Madrid, siempre viví aquí. Paso los fines de semana largos, desde mayo a octubre, en Guadalajara. De este modo, no pierdo contacto con la ciudad, ni con la actividad cultural, que necesito. Llegué de Londres con 23 años y ahora tengo 56, he pasado muchos años haciendo todas mis cosas antes.

Leticia Rodríguez de la Fuente entre sus flores.
Leticia Rodríguez de la Fuente entre sus flores.
Jesom.

¿Cómo empezó este idilio suyo con la floristería?Mi negocio empezó con el objetivo de cultivar flor orgánica de cercanía, que es local, para minimizar la huella de carbono. Ya no mando flores fuera de Madrid, para evitar que la flor no llegue fresca y no consuma y deje tanta huella de carbono. El objetivo era cultivar esta flor para otros floristas, a quienes les guste trabajar con este tipo de producto, y al público. Cuando empecé esto lo hice por necesidad. No fue una idea de negocio con un estudio financiero ni nada de ese. Fue algo irracional, impulsivo. Finalmente, vi que si necesitaba este producto para hacer mi trabajo, lo tenía que producir yo misma. Pero me puse a ello sin ninguna pretensión. Tenía mi floristería en Antón Martín (Madrid) y estudiaba mucho sobre flores. 

O sea, ¿se volvió usted una botánica sin serlo?Lo que yo hago es muy intuitivo. No encontraba lo que quería, solo podía trabajar con flor del mercado industrial. Tuve que poner una solución. Me alquilé un terreno en Perales (cerca de Madrid) y todo lo que ha pasado es como el cuento de la lechera. No había una intención previa y si la había, era muy inconsciente. Alquilar fue una locura. Me di cuenta de que tenía que comprar el terreno. Empecé a buscar, me enamoré de esta vega en Guadalajara: tenía los requisitos, estaba cerca de Madrid, el clima no es favorable, pero pensé que algo haría con todo eso. Casi nunca soy realista con nada de lo que hago. Pero en esta ocasión, compro, me pongo a cultivar en serio, me impliqué, ya no podía mantener la floristería y me dediqué a ser agricultora.

¿Es ya rentable?Bueno, yo vivo de mi empresa de alquileres temporales. A medida que me voy implicando en la tierra, mis necesidades van cambiando. Cada vez me implico más, me puse a hacer un jardín enfrente de la casa. Una hectárea. Había que amueblarlo y, a partir de allí, me doy cuenta de que la rentabilidad que le dé a esto me lo cubre, que sea sostenible. Si gano, bien, pero no estoy dispuesta a ampliar mi estructura y convertirme en una esclava. Quiero calidad de vida. Que pueda disfrutarlo mientras lo haga. Mi tendencia megalómana se aprecia mucho aquí.

Las flores son como la gastronomía, cuanto más te relacionas, vas puliendo el paladar

¿Hay un tipo de flor para cada persona?Yo creo que no. Creo que hay un tipo de persona para cada flor. La flor te seduce. 

¿Cuál habría sido la de su padre?Complicado, complicado responder a esto. Con las flores pasa como con el arte y la gastronomía: cuando te vas relacionando, vas puliendo el paladar. Acaba siendo diferente. A medida que pasa el tiempo me interesan menos las flores con pétalo, y más las gramíneas, los tallos, siempre suelo tener más ramas. Me interesa más el diálogo entre los volúmenes, me interesa el espacio negativo, donde hay aire, no hay volumen.

Con su perra Simona.
Con su perra Simona.
Jesom.

¿Y la suya cuál es?Me chifla la dalia por su paleta de colores y por lo que me cuesta producir. El tema me pone, es un pedazo de reto cada año. Las malas hierbas también me encantan. Cada vez voy más al minimalismo.

¿Podemos decir eso de 'Dime qué flores te gustan y te diré qué clase de persona eres'?Sí. Aunque ajustarlo tanto sería terapia floral. Pongamos por caso que alguien es obsesivo del orden, le gusta el dulce y estar en la calle. Necesita una flor que manche poco. La dalia sería un buen ejemplo. O una christie, por lo de ciudad, son bellísimas, de color vino. Es elegante, ordenada, tiene una estructura muy geométrica.

¿Las flores tienen género, o son eminentemente femeninas?Tengo muchos clientes hombres, pero heteros pocos. Hay una asociación cultural en esto de disfrutar de las flores en casa, una cosa muy nueva. Cuando entra el fenómeno Ikea, empieza a cambiar el estilo de vida de las personas, integramos la cocina en los salones, usamos velas de olor, nos volvemos más hedonistas, nos gusta cuidarnos. Los hombres son todavía muy adictos al trabajo, cazando dinero, no están en casa: fútbol, bar, trabajo... Un hombre leyendo en casa es de lo más erótico que hay para mí. Es el perfil del hombre que me gusta. Con gafas leyendo tranquilo sin necesidad exterior. Esto es lo que pide la flor, la contemplación. Y eso el hombre no lo entiende.

Hay que apostar más por los árboles. El verde atrae a la lluvia

¿Qué opina de lo que se nos viene encima con el cambio climático?A mí me aterra. Estoy obsesionada. Independiente de lo que pasa ahora, hay ciclos de sequía a lo largo de la historia. Hay una piedra en el Sena con una inscripción que dice: quien vea esto, que se ponga a temblar. Viene de una época con una sequía tremenda. Hay que ser mucho más sostenible, consciente. Yo me siento más jardinera que floricultora. Empecé cultivando flores para mis arreglos. Ahora soy jardinera y cultivo flores para financiar mi jardín. Hago cosas muy puntuales, me he ido depurando. Es una actividad que me tiene emocionada: cultivar, plantar... es algo que tienes que conseguir que funcione en la tierra que tienes. Todos queremos tener un jardín inglés, pero eso no es posible. Hay que adaptarse a lo que hay. Aplicar sistemas de riego para ahorrar agua. El acolchado para que retenga agua. El riego por goteo. Y ser consciente de que va a llover cada vez menos. Apostar por más árboles, el verde atrae la lluvia, plantas resilientes, que requieran poca agua, trabajar más con vivaces, no con plantas anuales… Es obligado hacer un trabajo extraordinario que se traduzca en bajar la huella de carbono. Estar más en contacto con la naturaleza, entender los ciclos de la vida, trabajar no a contrapelo, no imponer nuestra santísima voluntad.

La jardinería ¿es para pacientes, para locos, para solitario, para extravagantes...?Todos estos adjetivos encajan en el perfil del jardinero. Así me veo yo.

Leticia adora las flores de cercanía.
Leticia adora las flores de cercanía.
Jesom.

En el libro cuenta que tiene un monje Hare Krishna? Eso le da tranquilidad, sabiduría…?(Risas) Se llama Félix, como mi padre, que está en todas las partes de una manera u otra. Hay un centro de donde está la vega y lo contraté para que me ayudara al principio. Buscaba una mano derecha. Y como el roce hace el cariño cuando apareció en mi vida, empezábamos haciendo cánticos con él. Hablábamos mucho. Le tenía mucho cariño y me vinculó mucho con el monasterio. No sabes lo felices que son… No se meten con nadie, son sanos, tranquilos. Y no te imponen nada, van a lo suyo.

¿De qué manera le ha afectado la enfermedad? Dice usted al final de este libro que ha sido su compañera de vida.Está contado de manera ambigua a propósito. He estado enferma toda mi vida: he tenido cáncer, de ovarios, el primero, a los 33 años, y un melanoma, lupus, y la enfermedad de crohn (me quitaron el colon descendente). Ahora estoy como una rosa. Llevo toda mi vida entrando y saliendo de los hospitales. A mí, la enfermedad me ha dado más que quitarme. Me ha ayudado a vivir. Cuando he necesitado parar, estaba fatal, me diagnosticaron un cáncer que me cambió la vida porque pude parar y empecé a ver la vida de otra forma. Entré en bucle de trabajo, de estrés, no podía con la ansiedad. Fue una forma de parar. Me daban ataques de pánico, se desencadenaron fobias, angustias, yo conocí el infierno cuando desconfías de tu mente. A mí la enfermedad me ha ayudado a empatizar con la gente.

No me interesan las flores no naturales, sólo las de papel

Amante de los jardines. ¿cuáles prefiere, los ingleses o los árabes?Me he recorrido el Magreb, Argelia, Marruecos, Libia... amo la cultura musulmana bien entendida. Hay algo de la cultura árabe que llevamos en los genes, está en los sentidos. Es apasionante.

¿Qué les dice a quienes utilizan flores no naturales para decorar?No me interesan nada, si acaso las de papel tienen su punto. Son un trabajo artesanal muy interesante, me lo llevo al terreno cultural.

¿Habrá más libros?No estoy cerrada, estoy empezado a rumiar ideas. He estado en la Feria del Libro de Madrid y voy el viernes 9 de nuevo.

Sus hermanas, Mercedes y Odile, ¿la han ayudado en esto de las flores?, lo digo porque el gen de la naturaleza lo compartes ustedes tres.Uy no, mis hermanas con farmacéutica y bióloga. Mis hermanas me respetan, pero soy un verso libre; eso sí, no les sorprenden. Les encanta y la vega es un punto de encuentro fenomenal. Las llena de felicidad.

Si yo le digo para qué personas son estas flores, ¿qué me dice?Las rosas. Para personas muy femeninas.Es la observación la mirada la contemplación. El hombre lleva muy mal
Las margaritas. Es la flor infantil, asilvestrada, sencilla
Los tulipanes. Erotismo.
los claveles. Madrid madrid, San Isidro. Folclore.
Lavanda. Tengo mucha en el jardín. Me suena a campo, rusticidad. La lavanda tiene un alma increíble, porque por un lado, cura y por otro relaja. 

Dígame qué flores pondría en...Una fiesta de cumpleaños. En verano pondría cosmos, sanguisorbas, persicarias, dalias y mucho verde.
Un triunfo electoral. No pondría flores, no pegan. Los políticos no están a la altura de las flores. Los globos pueden casar bien. 
Una boda en el campo. Mucho verde y la flor pequeña que dé luz pero poco protagonismo
Un entierro. Haría un jardín en un ataúd de mimbre con una pradera encima, con florecitas, verdes.

La portada de Tocar tierra (Espasa).
La portada de Tocar tierra (Espasa).
Jesom
Mostrar comentarios

Códigos Descuento