Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Un marciano en la campaña

Campaña electoral
Un grupo de periodistas con micrófonos
Getty Images
Campaña electoral

Gurb no entendería nada. Aquel extraterrestre al que Eduardo Mendoza dio la apariencia de Marta Sánchez, en esa novela desternillante de los 90 cargada de sátira y humor negro, no lograría comprender lo ocurrido en esta campaña electoral del 28-M que hoy termina. Para un alienígena sería muy difícil asimilar cómo unos comicios donde compiten quienes han de gestionar ayuntamientos y comunidades autónomas, cada uno con mil problemas de distinta naturaleza y de cuyo tratamiento depende la calidad de vida de sus administrados, apenas se haya hablado de otra cosa que de ETA. En los años en que Mendoza escribió Sin noticias de Gurb aún habría tenido algún sentido el protagonismo otorgado a esas siglas siniestras; eran los del plomo y aquella banda de criminales tenía el hábito de perpetrar algún acto terrorista para meterse a su manera en campaña, pero el Estado de derecho la rindió hace ya doce años.

Se entiende la indignación que generó a un lado y otro del arco político la inclusión de exmiembros de la organización terrorista en un puñado de listas electorales de Bildu. Da igual que la redención de penas les permitiera recuperar sus derechos y que su presencia en esas candidaturas fuera legal, resulta obsceno. Nadie con un pasado como el suyo puede ser escogido para representar a los ciudadanos, aunque solo fuera porque hay viudas y huérfanos a los que su comparecencia pública ha de provocar una punzada de dolor que no merecen. La posterior rectificación descartando como concejales a quienes tuvieron las manos manchadas de sangre y que la coalición abertzale presentó como "contribución a la paz y a la convivencia" revela hasta qué punto esa formación tiene un trabajo interno por hacer si, como pretende, quiere ser observada como un partido más sin sospechas ni contraindicaciones por el peso de su historia.

Lo cierto es que las listas contaminadas de Bildu le han proporcionado a la derecha una munición electoral impagable en unos comicios municipales y autonómicos muy reñidos que pueden marcar el rumbo de las elecciones generales de fin de año. El PP ha convertido los acuerdos parlamentarios del PSOE con la formación abertzale en el leitmotiv de la campaña llevándolo al extremo de presentar al presidente del Gobierno casi como cómplice del terrorismo. De poco sirvió a Pedro Sánchez recordar que Javier Maroto, sentado junto a Feijóo en el Senado, alcanzó acuerdos con Bildu cuando era alcalde de Vitoria y que el ahora portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, abogara en su día por tender puentes de diálogo con los abertzales

Horas después, otro senador popular, Pedro Rollán, que parecía sensato y que hizo buen papel como alcalde de Torrejón y presidente de tránsito en la Comunidad de Madrid, soltaría en la Cámara Alta el discurso más delirante de la campaña. Dijo Rollán sin ambages que la ley de vivienda se levanta sobre las cenizas del atentado a Hipercor y los escombros de la Plaza de la República Dominicana. Se da la circunstancia de que esos escombros a los que se refirió el senador popular eran los de la fachada de mi casa y, por más que lo intento, no logro establecer relación alguna entre aquellos atentados horrendos y el apoyo de Bildu a la ley de vivienda.

Lo cierto es que las listas contaminadas de Bildu le han proporcionado a la derecha una munición electoral impagable en unos comicios muy reñidos

Para Díaz Ayuso ETA sigue viva, afirmación que la enfrentó con la presidenta de Covite, la organización de víctimas que alertó de los exetarras en las listas abertzales, y con Sémper, al que nadie puede dar lecciones de valor y firmeza frente al terrorismo y para quien ETA está muerta y bien muerta. Gurb y sus alienígenas no entenderían nada. Y a mí me cuesta.

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