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La Casa de Peter, un hogar para que mujeres con discapacidad intelectual puedan iniciar su proyecto de vida independiente

El salón de la Casa de Peter.
El salón de la Casa de Peter.
Foto cedida por Afanias
El salón de la Casa de Peter.

"Bonita, grande, comodona y la gente maravillosa", así es la Casa de Peter en palabras de Inés, una mujer con discapacidad intelectual y una de las cuatro residentes en este piso tutelado por Afanias, organización que trabaja para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad intelectual. Inés no es su nombre real, ha preferido mantener su anonimato.

La Casa de Peter está en Madrid, habitada y en funcionamiento desde el 1 de abril y asemeja una "vivienda compartida", cuenta Lucía Pérez, coordinadora del servicio de vida independiente de Afanias. Es la coordinadora de esta casa y del resto de viviendas que tiene la organización, así como del apoyo a domicilio que ofrecen a distintas personas. "La Casa de Peter sirve como plataforma temporal para que las mujeres puedan realizar su proyecto de vida de la manera más natural posible con los apoyos que necesiten", explica Lucía. "Entre ellas se crea un apoyo natural mutuo y también están los recursos que ofrece el barrio, es un entorno acompañado para desarrollar su proyecto de autonomía".

La Casa de Peter es posible gracias al testamento solidario de un particular y a las donaciones de entidades privadas: Fundación GMP, Cesce y Fundación Solidaridad Carrefour, que han permitido llevar a cabo la reforma y proveer de las dotaciones necesarias.

Inés vivía antes con sus padres, "me ha costado bastante la diferencia de aquí a allí, al principio no me cuadraba", dice. "Este proceso implica un duelo porque supone comenzar una etapa nueva, distinta a la anterior, para la familia y para la usuaria", cuenta Lucía. "Aquí se trabaja más", cuenta riéndose Inés, "en la casa de mi madre no hacía nada". Entre los trabajos a los que Inés alude está ir a hacer la compra, cocinar, limpiar, bajar la basura, la planificación de la semana incluida la económica: los gastos. "A mí me gusta hacer todo y también tenemos que ayudar a las que están aprendiendo porque hay algunas que no saben hacer algunas cosas. Aprendemos cosas para vivir", añade Inés.

En la casa todo se hace con apoyos por parte de profesionales de Afanias. A cada mujer se le da el apoyo que necesita en función de sus necesidades y de las distintas tareas. Los apoyos parten de la realidad concreta de cada una.

La Casa de Peter está pensada con carácter temporal porque "es un recurso para trabajar la autonomía y que un día puedan tener vida independiente sin necesidad de los apoyos", explica Lucía. "La temporalidad está sujeta a su propio proceso de autonomía y al compromiso marcado por el objetivo inicial de la vivienda, para el que es clave la financiación de la administración pública".

Las mujeres de la casa trabajan o van a un centro ocupacional. “Yo trabajo en Guadalajara, en manipulado en L' Oréal”, dice orgullosa Inés. Le gusta mucho su trabajo y cuando le toca turno de mañana se tiene que levantar a las cinco para llegar.

“Las mujeres con discapacidad intelectual tienen las mismas dificultades de acceso a la vivienda que el resto de mujeres: tener un lugar desde el que poder elegir y desarrollar su proyecto de vida en un entorno normalizado”, cuenta Lucía. "Como su acceso al empleo está más limitado y los salarios, por la categoría de los puestos que ocupan, suelen ser precarios, esta necesidad de ayuda económica para acceder a una vivienda con los apoyos necesarios, dada su condición, se hace más acuciante". Ellas se ven expuestas a una doble discriminación: por ser mujeres y por tener discapacidad intelectual. En la Casa de Peter está todo cubierto, desde los suministros hasta los apoyos que reciben de lunes a domingo, todo está incluido en el coste de la plaza.

No se trata de tener una vivienda cualquiera, "valoramos los perfiles de todas las mujeres que lo solicitan y la idoneidad para vivir juntas. Se trabaja en base a un plan personalizado de apoyo que se hace con cada mujer: lo que a Inés le gustaría conseguir, qué cosas son importantes para ella, cuál es su proyecto de vida deseada. Todo para promocionar una transición a una mayor autonomía", cuenta Lucía.

Lucía recuerda cuando Inés le preguntó ¿podemos ir los fines de semana a comer con la familia? Y la respuesta es rotunda, por supuesto que sí. Cada día dedican tres horas a la gestión de la casa, pero también es clave aprender a gestionar el tiempo para que haya espacio para el ocio y la familia. "La madre de Inés me dijo un día que no viene a comer, me ha dicho que se va a dar una vuelta con una amiga –compañera de la casa–", recuerda Lucía mientras Inés se ríe asintiendo con la cabeza.

"A mí me gusta la vida, disfrutar y la naturaleza, yo soy la alegre, positiva", cuenta Inés. "Lo que más me gusta de la casa son las compañeras y la libertad, libre, libre, libre. Y la soledad cuando tú quieres tenerla". A Inés le gustaría poder vivir con amigas también en un futuro con la posibilidad de ir a visitar a su familia.

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