El juicio por desahucio se celebra cuando el propietario de una vivienda quiere recuperar la casa en la que el inquilino ha incumplido sus obligaciones contractuales, como por ejemplo no pagar la renta.
Hay cuatro tipos de juicios por desahucio:
- Desahucio por impago del alquiler u otros importes relacionados con el arrendamiento, como no pagar el IBI, las facturas de luz, gas o agua...
- Desahucio por expiración del plazo legal, cuando el inquilino se queda más de lo que le corresponde en la vivienda una vez finalizado el contrato de alquiler.
- Desahucio por precario, cuando se quiere desalojar a una persona a la que se cedió la propiedad de forma gratuita y sin contrato.
- Desahucio por incumplimiento de otras condiciones del contrato, cuando el inquilino contrata un seguro de responsabilidad civil cuando se comprometió a ello, incumplir las normas de la comunidad de propietarios, etcétera.
La Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) establece las pautas para llevar a cabo estos juicios, que constan de tres fases:
- Preaviso: el dueño puede enviar al inquilino un preaviso, normalmente un burofax, especificando la cantidad que debe y concediendo un plazo para que pague, de tal manera que pueda continuar el arrendamiento.
- Demanda de desahucio: si han pasado 30 días del burofax y no hay respuesta o pago, el dueño puede poner una demanda de desahucio ante el juzgado de primera instancia.
- Si el juez admite la demanda, fija una fecha para el juicio y el desalojo.
- El inquilino moroso es notificado de la demanda y de la fecha del juicio, y se le abre un plazo de 10 días para o bien desalojar, o pagar, oponerse al desahucio alegando. Si no responde, se ordenará el desalojo (lanzamiento) en esa misma fecha.
Si hay juicio, el juez en su sentencia puede establecer la fecha límite para que el inquilino abandone la vivienda y si no lo hace por sus medios, se procede al desalojo forzoso del inquilino por parte de las autoridades.
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