La poesía ecológica de Rosalía de Castro

Considerada como una de las escritoras más influyentes del siglo XIX, la gallega Rosalía de Castro fue una novelista y poetisa recordada en todo el mundo por recordada por publicar la primera gran obra literaria impresa en gallego, Cantares gallegos. También fue una de las precursoras de la poesía en nuestro país.
La escritora gallega Rosalía de Castro.
Wikipedia
Considerada como una de las escritoras más influyentes del siglo XIX, la gallega Rosalía de Castro fue una novelista y poetisa recordada en todo el mundo por recordada por publicar la primera gran obra literaria impresa en gallego, Cantares gallegos. También fue una de las precursoras de la poesía en nuestro país.

Rosalía de Castro (1837 -1885) es una de las primeras poetas ecologistas de Europa: en Los Robles y ¡Jamás olvidaré…!, incluidos en el poemario En las orillas del Sar (1884), la gallega defiende la naturaleza y critica la tala masiva del hermoso Banquete de Conxo, el mítico bosque al sur de Santiago de Compostela.

"Es muy fácil caer en un ecologismo instrumentalizador y antropocéntrico. Cuando se dice 'nos va la vida en que haya un cuidado ambiental porque redundará en el bienestar del ser humano' es una idea bienintencionada, pero que sigue situando al ser humano en el centro. La visión de Rosalía de Castro es interesante y renovadora, incluso en la articulación histórica del ecologismo. A través de la poesía y la literatura, y en consonancia con la materia vibrante de Jane Bennet, se intenta acercar a la perspectiva no humana", nos explica por teléfono la poeta y escritora María do Cebreiro, autora del prólogo de la reciente edición facsimilar de En las orillas del Sar (Alvarellos editora).

"Hay un ejemplo muy nítido en un artículo, donde cuenta la tala de un bosque desde el punto de vista de los pájaros que no podrán anidar en la que fue su casa. No se trata solo de lo que pierde el ser humano, sino de lo que perdemos todos", añade Do Cebreiro. Podríamos entroncarla, ver en ella un guiño a la ecopoesía. "En su obra se debilita la polaridad sujeto – objeto: todo se interrelaciona, no hay jerarquía", insiste Do Cebreiro.

Bosque Conxo.
Bosque Conxo.
Denis Estevez-Alvarellos

Como la obra de Rosalía de Castro, el Banquete de Conxo es un símbolo de la hermandad. En 1856 entre sus castaños, robles y encinas, se celebró una comida reivindicativa: universitarios de clase alta, labriegos, pescadores, artesanos compartieron mesa con el fin de inaugurar un futuro de igualdad para el pueblo gallego.

De ahí el nombre del bosque, el Banquete de Conxo, un barrio, Conxo, ligado a la literatura –por su bosque no solo pasearon Rosalía de Castro y Manuel Murguía, también un joven Federico García Lorca–, la modernidad tecnológica (el primer ferrocarril llegó en 1873 a Cornes) y, como nos recuerda Javier González Sánchez en Conxo, geografía urbana de un barrio compostelano, "un punto de fuga y lugar de evasión de la juventud intelectual santiaguesa frente a una ciudad en plena decadencia de sus estructuras tradicionales". El bosque, estado del alma para los románticos, por donde caminaban los enamorados de la mano lejos de las miradas.

Es el barrio en el que nació Rosalía de Castro, el bosque donde se encontraba en paz y armonía, un enclave donde los robles superaban los mil ejemplares. Hoy solo quedan cuarenta y pico. "Se sintió herida e indignada porque en pocos meses se talaron 500 ejemplares. La prensa lo llamó el escándalo de Conxo", nos explica Henrique Alvarellos, editor de la nueva edición facsimilar de En las orillas del Sar, y de Os últimos carballos do Banquete de Conxo ['carballo' significa 'roble' en galego]. Alvarellos es, junto a otros pensadores como Xurxo Martínez González, Francisco Singul, Martín Souto o Julio Estrada Néride, artífice de la regeneración del Banquete de Couxo: míticas estructuras como la zona de Belvedere se recuperaron tras la publicación en 2013 de un artículo en el que Alvarellos denunciaba de este enclave.

Si hoy son los incendios, entonces fueron la extracción de madera para la construcción y las plagas. Ya en El primer loco ­–la novela de Rosalía de Castro publicada en edición facsimilar en Alvarellos editora–, sobresale el amor de la gallega por ese bosque: "El molino en donde el verdor y el misterio aumentan su hermosura", escribe.

Rosalia de Castro.
Rosalia de Castro.
Maria Cardarelly

No es de extrañar que sintiera rabia: su vida está ligada a la naturaleza y a ese enclave. La poeta nació en Conxo. "A 200 metros del río Sar, que fluye por ese bosque; y murió a 300 metros de ese río que también corre por Padrón. Paseó, desde que fueron novios, con Manuel Murguía –del que este año se cumplen cien años de la muerte– entre sus carballos. Seis meses después de la tala, publicó Los Robles, en el periódico bonaerense La Nación Española", recuerda Alvarellos.

"Bajo el hacha implacable, ¡cuán presto en tierra cayeron encinas y robles!; y a los rayos del alba risueña, ¡qué calva aparece la cima del monte!", dicen esos versos que formarían parte de En las orillas del Sar. "Los Robles es el primer poema de denuncia ecologista escrito en España", explica Alvarellos.

Por emplear un símil en sintonía con las celebraciones de este mes en torno al Día de la Tierra, en el caso de Rosalía de Castro, los árboles no nos dejan ver el bosque. La escritora se ha convertido en un icono y, como nos recuerda María do Cebreiro, su papel emblemático ha hecho que se la desatienda como escritora. A Rosalía de Castro se la cita mucho, pero se la lee poco. "Se la convierte en portavoz del igualitarismo social y de género, en protofeminista y en símbolo de la causa de la cultura gallega. Esa portavocía múltiple diluye la importancia y la complejidad de su obra", razona Do Cebreiro.

Así que, aunque la efeméride del Día de la Tierra sea la excusa para este reportaje, vaya por delante, que esta periodista bien preferiría que hubieran dejado de leerlo desde las primeras líneas para sumergirse en la obra de Rosalía de Castro. La reciente edición facsimilar es un buen sitio por donde empezar: un libro objeto que no solo mantiene la tipografía, las capitulares de la primera edición, sino también la estructura de las estrofas y los versos.

"Solo cambia el papel, más precario en el pasado. Rosalía de Castro murió un año después de su publicación. Manuel Murguía cambió su disposición, creyendo que la mejoraba. Esta edición recupera el deseo de Rosalía, lo que ella dispuso. Nunca se había comercializado así antes –existió una pequeña tirada de regalo en los 80–, porque las ediciones se han basado en la disposición de Murguía, y no en la de Rosalía", detalla Alvarellos.

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