‘Nixon en China’: la histórica (y osada) cita del presidente estadounidense con Mao en los años 70 que se convirtió en ópera de culto

  • El estreno de la ópera 'Nixon en China' en el Teatro Real recuerda aquel osado viaje hace ya 51 años.
Nixon estuvo en China entre el 21 y el 28 de febrero de 1972 y allí se entrevistó con Mao Zedong.
Nixon estuvo en China entre el 21 y el 28 de febrero de 1972 y allí se entrevistó con Mao Zedong.
Carlos Gámez
Nixon estuvo en China entre el 21 y el 28 de febrero de 1972 y allí se entrevistó con Mao Zedong.

"Fue una semana que cambió el mundo", dijo el presidente de Estados Unidos Richard Nixon de su visita a la República Popular China en 1972. Han pasado ya 51 años de aquel primer acercamiento entre la superpotencia que lo era y el país que despertaba para serlo, como pronosticó Napoleón.

Nos lo recuerda estos días el estreno de la ópera Nixon en China, de John Adams, en el Teatro Real de Madrid. Fue el pasado lunes cuando levantó el telón en España esta obra que se ha convertido en uno de los iconos de la ópera contemporánea. Más apreciada y representada en Europa que en EE UU, la obra imagina un momento de la histórica visita de Nixon y de su entrevista con Mao Zedong.

"Fue una semana que cambió el mundo", dijo Nixon tiempo después

A su regreso a casa, el presidente norteamericano habló de esa "semana que cambió el mundo". Pero, ¿fue para tanto? ¿Realmente aquel viaje cambió las relaciones entre Oriente y Occidente? Por culpa del caso Watergate -que le expulsó de la Casa Blanca-, Nixon es en la historia de EE UU algo así como nuestro Fernando VII, pero frente a esas sombras, estas luces.

En casa del enemigo

La diplomacia de los EE UU demostró una gran eficacia durante la presidencia de Nixon. Mejoró las relaciones con la Unión Soviética y también con la China de Mao. Con el indispensable apoyo de Henry Kissinger, todo ello ha quedado en el haber del presidente que tuvo que dimitir de su cargo en 1974.

Nixon y su mujer a su llegada a Pekín, recibidos por el primer ministro,Zhou Enlai.
Nixon y su mujer a su llegada a Pekín, recibidos por Zhou Enlai.
WIKIPEDIA/Byron Schumaker

Fue la primera vez que un presidente norteamericano visitaba la China comunista que, como la URSS, consideraba a EE UU uno de sus principales enemigos. Podría decirse que en realidad se juntaron el hambre con las ganas de comer. El hambre del régimen chino por emprender su apertura al exterior y las ganas de comer de Washington.

Nixon iba a Pekín como una ruta para salir de Vietnam"

Tras la Segunda Guerra Mundial, el enemigo número uno de los americanos era la URSS. En ese contexto de Guerra Fría, en 1960-62 llegó la ruptura de China con los soviéticos. Mao no aceptaba tutelas materiales y mucho menos ideológicas. Ellos sentían que eran el "verdadero Estado marxista". Esa es la circunstancia que quiso aprovechar Nixon.

Kissinger preparó el terreno

Kissinger, consejero de Seguridad Nacional en ese momento, fue preparando el acercamiento diplomático y Pekín se mostró receptivo. Primero, tras un intercambio de buenos gestos entre atletas de los dos países que coincidieron en Nagoya (Japón), China invitó a un grupo de jugadores norteamericanos de tenis de mesa.

Nixon en China en 1972, comiendo con el primer ministro Zhou Enlai.
Nixon en China en 1972, comiendo con el primer ministro Zhou Enlai.
WIKIPEDIA/Byron Schumaker

Con las partes predispuestas al diálogo, Kissinger dio el primer paso con la conocida como Operación Marco Polo. En julio de 1971 se encontraba de visita en Pakistán. Dijo sentirse indispuesto y que se retiraba a una residencia privada para recuperarse. En realidad, cogió un vuelo desde Islamabad a Pekín. Allí se entrevistó con Zhou Enlai, primer ministro de Mao, a quien expresó el deseo estadounidense de normalizar relaciones diplomáticas. China no podía ser "ignorada por más tiempo", dijo Kissinger.

Era un caso clásico del 'enemigo de mi enemigo es mi amigo'"

Más contexto. Es un momento en el que tanto Nixon como Mao tienen el patio de su casa bastante revuelto. China encadenaba hambruna tras hambruna, su economía empeoraba gravemente y la terrible "revolución cultural" había generado en el país un clima de terror con sus persecuciones y "eliminaciones" constantes. Además, la salud de Mao se estaba deteriorando.

La URSS, un enemigo común

Enfrente, los EE UU seguían presos de la guerra en Vietnam. "Nixon iba a Pekín como una ruta para salir de Vietnam", apunta a la BBC la historiadora Margaret MacMillan, autora del libro Nixon and Mao: The Week That Changed The World.

Nixon en China en 1972, visitando la Gran Muralla junto a su mujer Pat.
Nixon, visitando la Gran Muralla junto a su mujer Pat.
WIKIPEDIA/Byron Schumaker

A ambos les venía bien la foto del apretón de manos. Por un lado, para aislar más a Rusia, enemigo de ambos por diferentes razones, y por otro para distraer a sus conciudadanos de los otros problemas. "Era un caso clásico del 'enemigo de mi enemigo es mi amigo'", ha escrito Richard Hass, presidente del Council on Foreign Relations, un instituto de estudios con sede en Washington.

Nixon y Mao buscaban lo mismo: contrarrestar a la Unión Soviética en plena Guerra Fría"

"Nixon y Mao buscaban lo mismo: contrarrestar a la Unión Soviética en plena Guerra Fría. La idea de Nixon era que en una relación triangular tú quieres estar más cerca de los otros dos lados que de lo que ellos están entre sí. Su objetivo fundamental era la URSS", le ha dicho a la BBC Robert Daly, director del Instituto Kissinger sobre China y Estados Unidos del Centro Wilson.

Nixon aterriza en Pekín

Esa semana que Nixon diría luego que cambió el mundo fue la del 21 al 28 de febrero de 1972. Acompañado casi siempre de su mujer Pat, el presidente estadounidense visitó Pekín, Hangzhou y Shanghái. El encuentro con Mao Zedong tuvo lugar el primer día, por sorpresa y en la capital china. Fue el único entre ambos líderes. 

Nixon y Mao, reunidos el 21 de febrero 1972.
Apretón de manos entre Nixon y Mao, el 21 de febrero 1972.
WIKIPEDIA/White House Photo Office

El chino venía de pasar nueve días en cama: arrastraba una neumonía doble, una insuficiencia cardíaca, otra renal y problemas de circulación. Tal era su estado, que una enfermera estuvo presente a su lado durante toda la entrevista. Mao moriría cuatro años más tarde. 

Pasada esa semana, los gobiernos de EE UU y la República Popular China hicieron público el Comunicado de Shanghai. El documento sentaba las bases de las nuevas relaciones bilaterales chino-estadounidenses. Se recogía sus puntos de vista en política exterior y se prometía trabajar para una "normalización completa" de sus relaciones diplomáticas, lo que llegó en 1977.

La foto recortada de la entrevista

  • En la histórica entrevista, Nixon solo estuvo acompañado de otro norteamericano, Winston Lord, consejero de Seguridad Nacional, que después sería embajador en China. A petición de los delegados chinos, quedó excluido el secretario de Estado William P. Rogers. Luego, para no dejar en mal lugar a Rogers, Lord fue recortado de las fotografías oficiales del encuentro.

Además, Washington aceptó oficialmente el postulado de "Una sola China" que el gobierno de Pekín ya había formulado para fundamentar sus reivindicaciones de soberanía sobre Taiwán. Kissinger anunció que retirarían sus fuerzas militares de la isla, pero sin renunciar a su alianza militar con ese régimen (apoyo que se mantiene hoy 50 años después).

Pero es que además Nixon creía que su viaje a Pekín iba a ejercer presión sobre la URSS. Y así fue, porque las relaciones con el Kremlin también mejoraron, al punto de que el líder soviético Leonid Brezhnev también invitó al presidente norteamericano a visitar Moscú.

Un momento de "Nixon en China", la ópera de John Adams. (ATLAS)

"¿Cuánto de lo que hicimos fue bueno?"

La ópera de Adams acaba con los protagonistas de la famosa entrevista en sus respectivas camas. Es la última noche de la delegación  estadounidense en Pekín. Más allá de lo histórico de su encuentro, Nixon y Mao se preguntan si han cumplido sus sueños de juventud. Al final, Zhou Enlai, mano derecha de Mao, se pregunta: "¿Cuánto de lo que hicimos fue bueno?".

Fue muy importante por su simbolismo. Mostraba que dos países que no tenían nada que ver uno con el otro se estaban acercando"

Fuera del escenario, en la realidad, no parece que Nixon pudiera dormir muy tranquilo por su gestión de la guerra en Vietnam o por cómo se las gastó con tal de mantenerse en el poder, por ejemplo con los demócratas, espiándoles en sus oficinas del edificio Watergate. Pero sí parece haber consenso en que su viaje a China fue, sino revolucionario, sí notoriamente positivo para todas las partes.

"Fue muy importante por su simbolismo. Mostraba que dos países cuyas relaciones se habían congelado y que ya no tenían nada que ver uno con el otro se estaban acercando, lo que abría un montón de posibilidades", asegura MacMillan.

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