Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Yolanda Díaz, voluntad de poder

Yolanda Diaz emocionada en el primer acto oficial de 'Sumar'
Yolanda Diaz emocionada en el primer acto oficial de 'Sumar'
Europa Press via Getty Images
Yolanda Diaz emocionada en el primer acto oficial de 'Sumar'

Mucho se venía especulando sobre las desavenencias entre Yolanda Díaz y la cúpula de Unidas Podemos, sobre los enfrentamientos soterrados y los marcajes que le hacían las otras ministras moradas, Ione Belarra e Irene Montero, así como sobre los recaditos que le lanzaba el tertuliano Pablo Iglesias en su condición de guardián de las esencias. Parecía que el invento de Sumar podía morir antes de nacer por la obsesión de lo viejo por tutelar lo nuevo. El calendario electoral empezaba a echársele encima mientras ella seguía deshojando la margarita. 

A Díaz hay que reconocerle coherencia, valentía y voluntad de poder. En otoño de 2021, anunció su disposición a levantar un nuevo proyecto que superase el espacio de UP, pero que no fuese tampoco "una suma de partidos y de egos", y que ocupara un nuevo espacio progresista, necesariamente a la izquierda del PSOE. Y no hay duda de que el acto de presentación de su candidatura a la presidencia del Gobierno el pasado domingo le ha salido redondo. El éxito, tanto de público como de apoyos (Más Madrid, Compromís, Izquierda Unida, Comunes, etc.), sirvió para subrayar la ausencia de los máximos dirigentes podemitas. Es más, su ausencia ha contribuido a coronarla por méritos propios como líder de esa nueva izquierda.

La vicepresidenta ha ganado el pulso al desafío que le lanzaron de que no acudirían si no se comprometía antes por escrito a un proceso definido de primarias. Pero Díaz no cedió, y su candidatura ha pasado la reválida de la independencia de proyecto. No asistiendo, le han hecho un gran favor. "No soy de nadie", proclamó con gesto deliberadamente aniñado. No obstante, la ausencia de la dirección de UP no significa el divorcio definitivo. 

El resultado de las municipales y autonómicas de mayo pondrá de manifiesto el hundimiento del partido que hoy dirige Belarra, que acabará por desaparecer de muchos parlamentos regionales, mientras Díaz no sufrirá desgaste personal alguno, incluso aunque su referente en Barcelona, Ada Colau, pierda la alcaldía. Ha calculado muy bien los tiempos y en verano estará más fuerte para imponer sus condiciones. A las malas, con su carisma, bien podría merendarse a UP si concurren por separado. En la cúpula morada lo saben, pero dudan si morir matando. Hasta el independentista Gabriel Rufián, que no pinta nada en este entierro, se ha puesto nervioso, y la ataca.

De Díaz, gusta que sea firme en los principios, pero flexible y dialogante. Su estilo nada tiene que ver con la retórica grandilocuente de Iglesias, o con el tono siempre crispado de las ministras moradas, aunque también cae cuando habla en un cierto adanismo. A la chita callando, está demostrando una clara voluntad de poder y un paciente dominio de los tiempos.

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