Tres exposiciones imprescindibles en Madrid: el divino pintor, la luz de Sorolla y los rostros de África

Afrodita entre dos 'Hipómenes y Atalanta' en el Museo del Prado
Afrodita entre dos versiones de 'Hipómenes y Atalanta' en el Museo del Prado
Adolfo Ortega
Afrodita entre dos 'Hipómenes y Atalanta' en el Museo del Prado

Madrid acoge tres exposiciones que no deben dejarse escapar, aprovechando  quizás los días festivos de Semana Santa: una antológica excepcional dedicada a Guido Reni en el Museo del Prado; inmersión, realidad virtual y una escogida colección de pinturas de Joaquín Sorolla -algunas nunca mostradas en público- en el Palacio Real; y la mejor muestra de arte africano reunida en España en los últimos veinte años, en el Círculo de Bellas Artes.

1. Guido Reni en el Museo del Prado

'La Circuncisión' de Guido Reni, propiedad de la Chiesa de San Martino en Siena
'La Circuncisión' de Guido Reni, propiedad de la Chiesa de San Martino en Siena
Adolfo Ortega

Guido Reni, nacido y muerto en Bolonia (1575-1642), ya era considerado "un pintor divino con un talento que sólo podía proceder del Cielo", en alguna biografía publicada tan sólo 35 años después de su fallecimiento. Alcanzó gran fama en vida y su entierro congregó a todo el pueblo de Bolonia, ansioso por ver e incluso tocar el cuerpo del gran artista, expuesto en la Iglesia de San Doménico, vestido con riguroso hábito de capuchino.

El Museo del Prado acaba de inaugurar la que seguramente sea su exposición más ambiciosa de este año, una antológica dedicada a Guido Reni, realizada gracias al patrocinio exclusivo de la Fundación BBVA. En ella podemos ver 96 obras, de las cuales 73 corresponden al propio Reni, configurando de este modo la colección más importante dedicada al pintor en todo el mundo. El esmero en ofrecer el mejor diseño expositivo está a la altura de tal empresa y los resultados son sencillamente fantásticos.

'Inmaculada Concepción' del Metropolitan de Nueva York, expuesta en el Prado
'Inmaculada Concepción' del Metropolitan de Nueva York, expuesta en el Prado
Adolfo Ortega

David García Cueto, comisario de la exposición, destaca como punto fundamental "la centralidad que Reni otorga al cuerpo humano y el ideal de belleza que no deja de tener actualidad". La perfección que el pintor alcanzó en esa tarea comenzaría a fraguarse a edad muy temprana, puesto que a los 10 años ya estaba tomando clases con el maestro flamenco Denys Calvaert. Más tarde, trasladaría su caballete a la Academia de los Carracci (Ludovico, Annibale y Agostino), de donde emergerían numerosos talentos de la región de Emilia-Romaña.

Una de las atracciones de la exposición es el grandioso óleo El triunfo de Job, que proviene de la Catedral de Notre-Dame. Tras aquel pavoroso incendio parisino, pesadilla insospechada, el cuadro fue restaurado y ahora se muestra por primera vez ocupando un lugar preeminente en el recorrido, antes de retornar a la capital francesa. En esta monumental obra conviven varias estampas con narrativa propia, configurando una escena rica y de piadosa plenitud.

'El triunfo de Job' (1636) procede de la Catedral de Notre-Dame
'El triunfo de Job' (1636) procede de la Catedral de Notre-Dame
Museo del Prado

La exposición se divide en once apartados que repasan otros tantos aspectos del tránsito artístico de Reni. Uno de los más relevantes es su viaje a Roma en el año 1600, estancia que le permitió conocer la obra de uno de sus pintores más admirados, Rafael Sanzio, así como estudiar y emular el estilo rompedor de Caravaggio. Esto queda patente en el poderoso lienzo David con la cabeza de Goliat, que ha llegado de Orleans y aquí luce a la vera del Caravaggio del mismo motivo, propiedad del Prado.

'David con la cabeza de Goliat' de Guido Reni en el Museo del Prado
'David con la cabeza de Goliat' de Guido Reni en el Museo del Prado
Adolfo Ortega

El cuerpo de Cristo y la representación de la Virgen son otros dos capítulos bien representados en esta fabulosa selección. No en vano, la pieza cuya cesión constituyó desde el principio el mayor reto para el Prado fue La Inmaculada Concepción, propiedad del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Afortunadamente se consiguió tal fin, y así podemos admirar su esplendor mariano al lado de La Inmaculada del Escorial, de Murillo

La extraordinaria pericia de Reni en reflejar la anatomía masculina es evidente en tres imágenes de Jesús de gran valía, así como en otras tantas versiones maravillosas de San Juan Bautista en el desierto, llegadas de Londres, Bolonia y Salamanca. Su querencia preferente por el cuerpo masculino no impide que la mujer se haya reflejado en una visión quizás más idealizada.

Tres versiones de 'San Juan Bautista en el desierto' de Guido Reni
Tres versiones de 'San Juan Bautista en el desierto' de Guido Reni
Museo del Prado

La confrontación directa entre copias de un mismo motivo aparece en varios momentos de la exposición, permitiendo escrutar pequeños detalles y elucubrar cuál fue el original y cuál la copia. Así vemos emparejadas las dos versiones prácticamente idénticas de Hipómenes y Atalanta -en la fotografía que abre el artículo-, la del Museo Capodimonte de Nápoles y la del Museo del Prado, en una sala teñida de una magia especial gracias a la luz natural difuminada desde el techo. Les acompañan inmejorablemente dos esculturas de la Roma clásica procedentes de la colección del museo, Afrodita agachada e Hypnos, en un diálogo callado entre la blancura del mármol y la tez pálida de los enamorados en lienzo.

Guido Reni. 'Ánima bienaventurada' (1640-1642)
Guido Reni. 'Ánima bienaventurada' (1640-1642)
Roma, Musei Capitolini, Pinacoteca Capitolina

Los últimos años de Reni se plasman en una pintura algo apresurada, acuciado el autor por obtener dinero rápido para saldar deudas de naipes, lo cual le lleva a aplicar cierto esquematismo. Esta tendencia no ha de verse como desdoro en sus pinturas, que adquieren una cualidad espiritual añadida por cierta evanescencia. Ánima bienaventurada cierra esta magna exposición. Una despedida del mundo terrenal en la que quizás el propio Reni se sintiera reflejado, como ángel buscando la divinidad en sus postreras horas.

2. Joaquín Sorolla en el Palacio Real

Sala sensorial en la exposición de Joaquín Sorolla
Sala sensorial en la exposición de Joaquín Sorolla
Light Art Exhibitions

El centenario de la muerte de Joaquín Sorolla se celebra este año con más de 30 exposiciones en 27 instituciones culturales, en ciudades de España, Dinamarca, Estados Unidos e Italia. Entre todas ellas destaca indudablemente la que está teniendo lugar en los Salones Genova del Palacio Real de Madrid y permanecerá abierta hasta el 30 de junio. Las comisarias son Consuelo Luca de Tena y Blanca Pons-Sorolla, y la exposición cuenta con el apoyo de Patrimonio Nacional, el Museo Sorolla y la Fundación Sorolla.

La muestra ofrece tres caras diferenciadas, tres modos alternativos de aproximación a su pintura, algunos de ellos muy en boga actualmente: la primera de ellas se denomina experiencia sensorial y proporciona una inmersión en su vida y obra, con la potencia lumínica de la tecnología LED desplegada en dos salas, en una superficie total de 230 metros cuadrados. Se trata de una producción de Grup Mediapro con Light Art Exhibitions. Ampliaciones gigantescas de ciertos detalles de sus cuadros, fotografías y escritos, acompañadas de música y efectos sonoros, nos ubican en un patio de los Alcázares de Sevilla o en las playas del Mediterráneo -como vemos en la foto anterior- donde cobran animación los niños que corretean por la orilla.

Una de las salas del Palacio Real dedicadas a la exposición Sorolla
Una de las salas del Palacio Real dedicadas a la exposición Sorolla
Adolfo Ortega

Sorolla, retratos de familia inicia el recorrido por las 24 obras seleccionadas que se muestran en el Palacio Real. En este apartado destacan los cuadros dedicados a su hija María, pintados en El Pardo, marcados por la inquietud de su enfermedad y, poco después, por la afortunada recuperación. Elena tira de su madre en la costa de Jávea, con un fondo donde contrasta un mar en sombra azul intenso, frente a las rocas anaranjadas. En ambos casos, los cuadros proceden de colecciones particulares. Es quizás la característica más interesante de la selección expuesta: se han reunido obras de titularidad privada que nunca se han mostrado al público, salvo que se frecuente los salones de Esther Koplowitz. Aquí tenemos uno de ellos:

Joaquín Sorolla. 'Clotilde y Elena en la rocas. Jávea' (1905)
Joaquín Sorolla. 'Clotilde y Elena en la rocas. Jávea' (1905)
Colección Esther Koplowitz

Retratos reales, jardines reales, el jardín de Sorolla es el siguiente apartado donde lucen los óleos en que el pintor inmortalizó a la familia Real, con dos extraordinarios lienzos. Alfonso XIII bajo la luz verdosa filtrada por la frondosidad de los jardines en La Granja, con uniforme militar de gala; y el Retrato de la reina Victoria Eugenia de Battenberg con manto de armiño, pintado en los Reales Alcázares de Sevilla, bellísima y majestuosa. Vemos el repinte que borró la corona de brillantes, ordenado eliminar por la reina tras su primera exposición pública.

Joaquín Sorolla 'Retrato de la reina Victoria Eugenia de Battenberg con manto de armiño' (1908)
Joaquín Sorolla 'Retrato de la reina Victoria Eugenia de Battenberg con manto de armiño' (1908)
Fundación Álvaro de Bazán

El jardín de su domicilio en Madrid, que hoy es sede de la Casa Sorolla, se muestra con la placidez que suponía al pintor encontrarse en ambiente relajado y familiar. En él vemos El sillón vacío, seguramente el último cuadro pintado por Sorolla en ese espacio, poco antes de que una hemiplejia sobrevenida precisamente en ese lugar le dejara con el pincel mudo hasta su muerte, unos años después.

Joaquín Sorolla. 'Después del baño' (1902)
Joaquín Sorolla. 'Después del baño' (1902)
Colección particular

El mar cierra este recorrido, como no podía ser de otro modo, con varios cuadros muy especiales, algunos reflejando escenas de gran ternura como la anterior en Después del baño. El lienzo fue expuesto con gran éxito en el Salón de París de 1903, y más tarde adquirido por el coleccionista madrileño Gustavo Baüer. Otros jamás fueron expuestos en público, como el que ahora pertenece a la Fundación Botín y se muestra a continuación. 

Joaquín Sorolla. 'La llegada de las barcas' (1907)
Joaquín Sorolla. 'La llegada de las barcas' (1907)
Colección Fundación Botín

Un mar heterogéneo,  retratado junto a los cuerpos desnudos de niños saliendo del baño en el cálido Mediterráneo; pero también en un friso de personajes vestidos de domingo, observando un Cantábrico verdoso y destemplado desde el rompeolas de San Sebastián. Contraste de latitudes que no estamos habituados a ver en el pintor valenciano.

Joaquín Sorolla. 'Figuras en el rompeolas. San Sebastián' (1918)
Joaquín Sorolla. 'Figuras en el rompeolas. San Sebastián' (1918)
Colección particular

Sorolla no se libró de la crítica, incluso del menosprecio teñido de cierta envidia, por la destreza que poseía y el dinero que iba ganando sin aparente dificultad. La España negra frente a la España blanca. Recordemos la oposición que buena parte de la intelectualidad proveniente de la Generación del 98, como Unamuno o el propio Valle-Inclán, manifestó hacia la pretendida superficialidad luminosa de Sorolla, pasando por alto su mirada profunda, patente en muchos casos. Zuloaga o Romero de Torres, con sus sombríos ambientes, representaban la auténtica esencia de nuestro país para aquellos próceres.

Experiencia de Realidad Virtual en la exposición de Sorolla
Experiencia de Realidad Virtual en la exposición de Sorolla
Light Art Exhibitions

Una experiencia de Realidad Virtual cierra esta exposición en el Palacio Real, a través de un recorrido con gafas de última generación que nos permiten caminar por la orilla de la playa o penetrar en el estudio del propio pintor, siempre en un recorrido bien delimitado en el que podemos desplazarnos sin riesgo de colisiones. Uno no puede evitar imaginar hacia dónde nos dirigimos con este tipo de realidades paralelas y qué será de ellas en el futuro. Si dentro de unos años nos enfundarán un traje sensorial que nos hará sentir el húmedo batir de las olas y, suspendidos del techo, creeremos darnos un chapuzón en una Malvarrosa virtual. Lo malo será cuando nos quitemos las gafas y veamos al resto de personal dar brazadas al aire.

Detalle de un autorretrato de Sorolla (1905), de Colección particular
Detalle de un autorretrato de Sorolla (1905), de Colección particular
Adolfo Ortega

"Ha nacido un magnífico pintor. Desafortunadamente, no ha nacido en Francia, donde el impresionismo, que representa el 'dreyfussisme' del arte, ha destruido nuestra pintura con sus cielos que parecen colchones mal cardados, sus árboles en tapicería y sus retratos donde las bocas parecen al lado de la nariz". Así se expresaba Henri Rochefort en 1906, tras contemplar una exposición de Sorolla en París. Para que luego pensemos que los franceses son los más chovinistas. Lo cierto es que un talento como el de Sorolla no podía más que levantar admiración allá por donde pasaba, y esta exposición ofrece algunas pinceladas de su exitosa vida artística, en un centenario que esperemos depare otras muchas actividades que honren su memoria.

3. Arte africano en el Círculo de Bellas Artes

Máscara africana en la exposición del Círculo de Bellas Artes
Máscara africana en la exposición del Círculo de Bellas Artes
Adolfo Ortega

El Círculo de Bellas Artes dedica una exposición a la representación de la cabeza a lo largo de la historia de África, abarcando piezas fechadas desde el siglo VI a.C, hasta el siglo XX. El empeño es ambicioso, dado el entramado de centenares de culturas que pueblan la extensión inmensa del continente, sin que en muchos casos tuvieran demasiado contacto unas con otras.

Metamorfosis del ser. Representaciones de la cabeza en el África Central y Occidental abarca más de 300 obras pertenecientes a la Colección Sánchez Ubiría, agrupadas por criterios geográficos en tres áreas: Nigeria y Camerún, la primera; la segunda es África Occidental; y la tercera África Central y Oriental.

Figura de terracota de cultura Sokotó (siglo V a.C.)
Figura de terracota de cultura sokotó (siglo V a.C.)
Adolfo Ortega

Todo se inicia con las figuras moldeadas en la ribera del río Níger, serpiente que atraviesa Guinea, Malí, Níger y Benín, antes de desembocar en el océano por Nigeria. Figuras de la cultura sokotó como la que vemos en la fotografía, bien pulidas, con sus cejas trenzadas y las escarificaciones en la piel tan típicas en los pueblos africanos. Del norte de Nigeria, cincelado en piedra entre los siglos XII y XV, vemos un monolito akwansi que representa un jefe sagrado del pueblo. La gravedad del poder.

Figura de cultura Akwansi en Nigeria (siglos XII-XV)
Figura de cultura akwansi en Nigeria (siglos XII-XV)
Adolfo Ortega

La influencia del arte africano en la creación del siglo XX europea es evidente al fijarse en pintores como Pablo Picasso, quien visitó en 1907 el Museo Etnográfico de París, en Trocadero, tomando apuntes en una libreta. Antes de él, otros artistas encontraron inspiración en los rasgos abstractos de algunos rostros, un afán por hallar en lo exótico la ruptura con el clasicismo que perseguían algunas vanguardias.

Máscaras femeninas de cultura Chokwe
Máscaras femeninas de cultura chokwe
Adolfo Ortega

De la zona del Congo y Angola nos llegan estas máscaras femeninas de la cultura chokwe, empleadas por hombres en rituales y danzas, fechadas a principios del siglo XX. Talladas en madera pigmentada, adornadas con tocados vegetales, sus ojos casi cerrados simbolizan la sabiduría de la diosa Pwo, ya que esta sociedad podía considerarse matriarcal en sus orígenes. La lengua chokwe es hablada por tres millones y medio de personas en la actualidad, lo cual no es nada desdeñable.

Poste conmemorativo antropomorfo. Cultura konso. Etiopía.
Poste conmemorativo antropomorfo. Cultura konso. Etiopía.
Adolfo Ortega

El culto a los muertos se plasma en postes antropomorfos como el que vemos aquí, procedente del África oriental, en concreto de Etiopía. La erosión otorga a estas piezas un nuevo carácter, despejados los detalles que resbalaron con el agua y el tiempo hasta apurar la esencia, el alma basta de la madera que casi nos devuelve al tronco original. Otras piezas de una belleza asombrosa, como esta Figura janus boccio, fechada en el siglo XIX, en Benín, que nos traslada la creencia ancestral de que los gemelos compartían un mismo alma. Las dos caras del dios romano Jano nos vienen a la memoria.

Figura hallada en Benín representando el alma de dos gemelos
Figura hallada en Benín representando el alma de dos gemelos
Adolfo Ortega

Son sólo breves apuntes de una muestra excepcional de arte africano. La mirada que busca representar al ser humano y también la máscara que posibilita la representación ante la tribu. Rostros heterogéneos, imágenes que anticipan algunas piezas de Giacometti o los rasgos del cubismo. Culturas ancestrales que nos legaron piezas de una viveza y expresividad enraizada ya en nuestros conceptos estéticos europeos. África está en la calle de Alcalá, metro Banco de España.

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