Francisco Aranda Diputado por Barcelona y miembro de la Diputación Permanente en el Congreso
OPINIÓN

Escondidos tras la moción

Moción de censura de Tamames.
Moción de censura de Tamames.
EFE
Moción de censura de Tamames.

En la historia de la democracia reciente en España, desde la Transición hasta nuestros días y en lo que va de 14 Legislaturas de las Cortes Generales tras la inicial Constituyente, se han producido un total de seis mociones de censura. De todas ellas, y pese a que el artículo 113 de la Constitución donde se regula este instrumento parlamentario lo hace en su vertiente constructiva (ha de contener la moción un candidato), únicamente la moción de 2018 del Grupo Parlamentario Socialista liderada por el candidato Pedro Sánchez consiguió los votos suficientes para provocar la caída del Gobierno, en aquel caso presidido por Mariano Rajoy.

En esta XIV Legislatura hemos debatido a estas alturas ya dos mociones, muy poco constructivas, presentadas por el partido de ultraderecha Vox. En una legislatura marcada de manera muy determinante por la pandemia de la Covid 19 y las consecuencias de la invasión rusa que ha provocado la guerra en Ucrania, es como mínimo digno de mención que el socio del Partido Popular haya dedicado su esfuerzo no a apoyar al Gobierno en la gestión de los momentos difíciles, sino a, en primer lugar, catalogarlo de ilegítimo desde el primer minuto y, en segundo lugar, a presentar dos mociones de censura en dos años y medio.

El objeto de estas mociones, la primera en octubre de 2020 con la pandemia aún lejos de verse totalmente controlada, y de la segunda hace dos semanas, no ha sido otro que el de intentar desgastar al Gobierno y marcarle el paso al Partido Popular. El primer objetivo no ha resultado más alejado de la realidad, por cuanto el presidente, el Gobierno y los partidos que dan soporte a la coalición han sabido trasladar una imagen de seriedad, trabajo y una hoja de ruta donde el futuro está más claro que nunca: o el gobierno de progreso sigue completando su tarea de reforma y transformación o la alianza de derechas arrasará con los logros conseguidos hasta ahora.

La moción de hace dos semanas sirvió también para certificar el uso del escondite como herramienta política de los dos líderes siameses del espectro de la derecha y la ultraderecha. Por un lado, Santiago Abascal, líder de Vox, tras su fracaso en 2020 en una moción que no consiguió más apoyo que el de su partido, se escondió detrás de un candidato de paja que, en lo que respecta a lo que vimos en los días de la moción, demostró no tener ni programa de gobierno ni alternativa, erigiéndose como un mero blanqueador de las tesis de la ultraderecha política y parlamentaria. También se escondió el líder del Partido Popular, el llamado, según ellos, a liderar el cambio político y cuyo único mérito contrastado fue mover a su partido del voto en contra que dieron en la moción de 2020, a la abstención, demostrando lo que es un secreto a voces: cada vez cuesta más distinguir al PP dirigido por Feijoó de Vox. Un Feijóo que también optó por esconderse, no asistiendo en ningún momento al debate y abandonando a su grupo parlamentario.

Quien no se escondió fue el presidente Pedro Sánchez y el Gobierno. La altura y la seriedad de las réplicas, demostrando un respeto por esta herramienta constitucional que es la moción de censura, es el mejor termómetro del respeto a las instituciones que preside la acción gubernamental. El presidente Sánchez pudo desmontar todas y cada una de las falacias lanzadas desde la ultraderecha, así como realizar un eficaz repaso por los logros conseguidos en esta legislatura y trazar paralelamente un proyecto de futuro donde sostener y ampliar los derechos conseguidos. La cercanía de la presidencia europea, donde España ejercerá un papel de liderazgo clave, es uno de los principales elementos más destacados en el futuro más cercano. Un futuro marcado también por la recuperación económica, la bajada de la inflación, la vitalidad del mercado laboral, el éxito de las medidas para amortiguar el impacto económico de la guerra, así como la llegada y la ejecución de los fondos europeos.

En definitiva, estamos en un momento de la legislatura donde cada vez quedan más claras las posiciones. Por un lado, una alianza de derechas, que como aquel que tira la piedra y esconde la mano, lanzan agoreros augurios de futuro pero se esconden en la moción de censura; y por otro, un presidente y un gobierno, que no cejan en su empeño de seguir trabajando por la mejora social de nuestro país, por proteger a la clase media y trabajadora, por hacer que paguen más quienes más tienen, por construir una nueva generación de derechos sociales y por liderar la respuesta europea a la crisis.

Ante la inminencia de las elecciones municipales, por cierto, no conviene olvidar la importancia de esto.

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