La periodista que protestó contra la guerra en directo reaparece tras su odisea para escapar de Rusia: "Querían destruirme"

La periodista Marina Ovsyánnikova, empleada del Canal Uno de la televisión rusa, protesta contra la guerra en Ucrania con una pancarta durante una emisión en directo.
La periodista Marina Ovsyánnikova, en su protesta
EUROPA PRESS
La periodista Marina Ovsyánnikova, empleada del Canal Uno de la televisión rusa, protesta contra la guerra en Ucrania con una pancarta durante una emisión en directo.

Marina Ovsyánnikova, la periodista de la televisión rusa que interrumpió una transmisión para protestar contra la guerra en Ucrania, ha compartido su terrible experiencia para escapar de Rusia.

Ovsyánnikova, de 44 años, nacida en Ucrania, copó todos los titulares hace un año cuando salió en una emisión en directo del Canal Uno con un cartel que decía: "No a la guerra. Detengan la guerra. No crean en la propaganda. Están mintiendo. Aquí hay rusos contra la guerra".  

Detenida, y bajo arresto domiciliario, el gobierno la acusó de difundir noticias falsas sobre las fuerzas armadas de Rusia, crimen por el que podría ser sentenciada a 10 años de prisión.

Ahora, esta periodista ha contado a varios medios cómo huyó con su hija de Rusia hasta llegar a París (Francia), donde el presidente Emmanuel Macron les ofreció  asilo político y seguridad las 24 horas.

Entrevistada en París, la periodista ha explicado que sabe cuáles son las consecuencias de desafiar al Kremlin, pero que cada vez son más. "Sé muy bien lo que les puede pasar a los enemigos del Kremlin. Pero cada vez somos más los que hablamos. Putin no puede silenciarnos a todos".

Fue en octubre pasado cuando decidió cortarse la pulsera del tobillo  antes de emprender un viaje en el que ella y su hija Arisha, de 11 años, cambiaron de automóvil siete veces antes de llegar a la frontera. 

En un momento, uno de los vehículos se averió después de quedar atascado en el barro, y madre e hija tuvieron que caminar varios kilómetros a través de campos y bosques inundados, usando como guía el cielo y las estrellas para llegar a la frontera. No tenían señal telefónica.

Después, cruzaron arrastrándose bajo vallas de alambre con púas para que no las iluminaran los focos de los guardias fronterizos. "Hacer ese viaje con un niño fue absolutamente terrible", le ha dicho a MailOnline. "A veces pensé que no lo lograríamos. Pero no era seguro permanecer en Rusia. Las autoridades me habrían metido en prisión. Querían destruirme". 

La decisión de escapar, cuenta, ha tenido duras consecuencias en su vida personal, perdiendo amigos, su hogar, su trabajo y familiares, como su hijo Kirill, de 17 años, que se niega a hablar con ella. Después de sus protestas, su exmarido y padre de sus hijos solicitó la custodia alegando que ella no era apta para cuidarlos, según The Mirror.  

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