La sexta moción de censura de la democracia llega abocada al fracaso y sin el factor sorpresa del discurso de Tamames

La Moción de Censura.
La sexta moción de censura llega abocada al fracaso y sin el factor sorpresa del discurso.
Carlos Gámez
La Moción de Censura.
Últimas horas antes de que arranque en el Congreso de los Diputados el debate de la moción de censura al Gobierno.
Europa Press

La Cámara Baja acogerá este martes la sexta moción de censura que se celebra en España desde el comienzo de la democracia. Será la segunda que impulsa Vox y tras las votaciones del miércoles 22, entrará con toda probabilidad en el capítulo de las mociones fracasadas de España, situando a Pedro Sánchez como el único candidato que logró tumbar un Gobierno utilizando esta herramienta constitucional.

Cuando el partido de Santiago Abascal planteó por primera vez llevar a cabo esta moción, el equipo de Vox sabía perfectamente que no contaría con apoyo alguno. Sin embargo, el esperpéntico desarrollo de los acontecimientos había logrado causar una gran expectación por escuchar las palabras de su candidato, el (casi) nonagenario Ramón Tamames. Hasta que se filtró el discurso del exmilitante del PCE a eldiario.es, disparando así la única bala con la que contaba Vox para acaparar al máximo el foco mediático y volver a ser el centro de la discusión política. 

Cuatro fracasos y una victoria

La moción de censura es una herramienta recogida en los artículos 113 y 114.2 de la Constitución y en los artículos 175 a 179 del reglamento del Congreso. Hasta ahora, ha sido utilizada en cinco ocasiones durante la democracia, fracasando en cuatro de ellas. El Gobierno de UCD, con Adolfo Suárez al frente, fue el primero en someterse a una moción. El encargado de presentar aquella iniciativa fue Felipe González en 1980, dos años antes de ser investido presidente. La votación le otorgó la confianza a Suárez con 166 votos en contra de la moción, 152 a favor y 21 abstenciones. 

El propio González acabó siendo la diana de la segunda moción, presentada en 1987 por Alianza Popular (el actual PP). La iniciativa, como pasaría en ocasiones posteriores, nació destinada a fracasar. El Partido Socialista contaba con mayoría absoluta en el Congreso y tan solo 67 diputados apoyaron la moción. Alianza Popular utilizó la herramienta para dar la oportunidad de medirse con González a su entonces líder Antonio Hernández Mancha, que como Alberto Núñez Feijóo era senador y no contaba con acta en el Congreso. 

El siguiente fiasco lo protagonizó Podemos en 2017. Fue la primera propuesta contra el Gobierno de Mariano Rajoy y solo 82 diputados votaron a favor. Rajoy superó holgadamente aquella moción, pero al año siguiente se convertiría en el primer presidente del Gobierno en ser derribado por esta herramienta. La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el 'caso Gürtel' daría a Pedro Sánchez el impulso para intentar convencer al Parlamento de retirar la confianza a Rajoy. Una ajustada mayoría (180 votos a favor, 169 en contra y una abstención) hizo a Sánchez presidente. 

Vox lo intentó por primera vez en 2020 para tratar de evitar "la ruina y la muerte de España". Los 52 diputados de Vox fueron los únicos apoyos que obtuvo aquella moción y serán los únicos en respaldar la que empezará este martes. 

Un candidato independiente

"Los diputados de Vox queremos brindar la tribuna del Congreso a un español independiente, de brillante trayectoria intelectual, símbolo de la reconciliación nacional, para que represente a millones de españoles que, más allá de partidos, exigen la dimisión inmediata de un Gobierno contrario a los intereses de la nación". Este mensaje publicado el 22 de febrero confirmaba la candidatura de Ramón Tamames para la moción de censura que Vox comenzó a rumiar a finales del año pasado. 

El economista de 89 años que comenzó su carrera política en la lucha antifranquista desde el PCE confirmaba décadas después un viraje político hacia el extremo de Vox. Sánchez Dragó fue el encargado de proponer a Ramón Tamames como un candidato idóneo para los planes de Santiago Abascal. Tras pasar varias décadas inmerso en la actividad académica, Tamames se embarcaba en una aventura excitante, "una de las últimas secuencias del propio guion" de su vida, según confiesa el discurso que pronunciará desde el escaño de Abascal en la Cámara Baja.

Esta circunstancia será una de las situaciones atípicas que se verán en esta moción de censura. El economista tiene 89 años y camina ayudado por un bastón, por lo que ha solicitado al Congreso poder intervenir desde otro lugar que no sea la tribuna de oradores, donde tendría que subir y bajar los empinados escalones cada vez que tuviera que hablar. Al ser un debate tan largo, en el que tiene que pronunciar un discurso inicial exponiendo los motivos que le llevan a ser candidato y ha de contestar a todos los grupos parlamentarios, ha pedido comparecer sentado. El escaño del líder de Vox le permitirá levantarse y sentarse cuando considere y además es un lugar más elevado al que inicialmente le había planteado la Cámara, en el centro del hemiciclo.

Diferencias evidentes entre el partido y su candidato

El camino recorrido desde que Vox anunciara a su candidato ha ido descubriendo las diferencias entre el propio Tamames y la formación política que lo ha devuelto al Parlamento, que el candidato considera su "casa". Diferencias que van más allá de lo ideológico, que parten de las razones que han llevado a cada una de las partes a emprender este camino conjunto.

Abascal, consciente del fracaso al que se expone, busca relanzarse electoralmente de cara a los comicios municipales y autonómicos de mayo y a las generales de diciembre. El PP tiene clara la dirección de su voto -se abstendrán- y el resto de grupos parlamentarios rechazará la moción, por lo que el escenario de desbancar al Ejecutivo es "muy lejano", según admite el propio Santiago Abascal. 

Pero eso no parece preocupar a Ramón Tamames, que en su propio discurso admite que no lo mueve "ninguna pretensión personal de llegar eventualmente a una u otra meta política". Todas las intervenciones de Tamames (que durante las últimas semanas ha concertado varias entrevistas y no ha tenido reparo en hacer declaraciones que distan mucho de las posiciones de Vox) indican que su objetivo principal es, básicamente, que lo escuchen.

Y durante las últimas semanas se le ha escuchado decir, por ejemplo, que siente una cierta estima hacia Pedro Sánchez. Que lo invitó a cenar y que el presidente rechazo la oferta. Se le ha escuchado hablar de "la nación" catalana, de las "extremosidades" de Vox y, al ver que el ambiente se iba tensando en la formación de ultra derechas, ha alegado que "nunca llueve a gusto de todos".

Pero el pasado jueves Abascal se encargó de quitar hierro al asunto, de tratar de mostrar que Vox y Tamames habían construido una alianza cómoda y que el partido nunca buscó la afinidad política. Lo esencial, aseguran ambos, es que les unen la unidad de España, la monarquía parlamentaria y la bandera del país. 

También el discurso de Tamames revela un análisis político que, si bien dista mucho de la retórica de Vox, coincide en varias de sus conclusiones. El próximo martes, Ramón Tamames hablará de "voces que quieren romper España", de la aberración del trato del castellano en Cataluña, o de un gobierno "chavista". El candidato defenderá que "en la Guerra Civil no hubo un lado bueno y otro malo" y reprochará a Sánchez "el afán de su Gobierno de dividir a los españoles, al tratar de dictar a su gusto la historia de toda una nación, con la pretendida Memoria Democrática [...] favoreciendo una segunda República idealizada". 

Quedarán patentes, de todas formas, algunas diferencias, por ejemplo en materia de inmigración o en la concepción del estado de las autonomías, al que Vox se opone firmemente. Si bien Tamames relaciona en su escrito la "inmigración descontrolada" con un aumento en las tasas de criminalidad, el candidato también cita al Papa Francisco para señalar que "el Mare Nostrum no puede seguir siendo sepultura de miles y miles de náufragos de pateras". 

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