Jorge Molist navega entre templarios y galeras tras las huellas de la infancia de Roger de Flor: "Sintió que el mar era su esperanza"

El escritor Jorge Molist en el Museo Naval
El escritor Jorge Molist en el Museo Naval
(c) JAVIER OCAÑA (CEDIDA POR PLANETA)
El escritor Jorge Molist en el Museo Naval

Roger de Flor y los almogávares, sus aventuras en el Mediterráneo oriental son bien conocidas y han fascinado a generaciones de españoles, de muchas tendencias. Templario, mercenario, pirata, caballero… Su historia parece estar destinada a una y muchas novelas. Desde el principio, pues sirvió de ya inspiración para el famoso libro de caballerías Tirant lo Blanc (del siglo XV). Sin embargo, cuando el novelista barcelonés Jorge Molist, un auténtico best-seller del género histórico patrio con un buen puñado de éxitos y premios en la mochila, se fijó en él, decidió no centrarse en la parte más conocida de aquel mítico personaje. El resultado es El latido del mar (Planeta, 2023), su última obra.

"Atenas fue durante 77 años española", explica Molist a 20minutos, "en el Senado hay un cuadro espectacular sobre la entrada de Roger de Flor en Constantinopla, con el emperador inclinando la cabeza ante él… Es su momento de esplendor, pero si investigas sobre él, te das cuenta que su niñez y juventud son igual o más apasionantes. Su historia de entonces llega más al corazón".

Ese es, precisamente, el eje de esta nueva ficción de aventuras marítimas ambientadas en el Mediterráneo del siglo XIII del autor de Prométeme que serás libre o La reina sola, entre otras. "Es la historia de una madre que lo pierde todo y se queda sola con un niño de año", repasa Molist, "estando en manos de sus enemigos y ya sabemos cómo eran aquellas épocas. Para salvar a su hijo tendrá que recurrir a su ingenio. Esta novela es la historia de esa madre y ese hijo". "Una historia de amor y entrega, que me sedujo más que la gloria posterior", explica.

El Temple fue como la gran agencia de viajes de la época

Esos viajes y tribulaciones juveniles de Roger de Flor le llevará a enrolarse a los 8 o 10 años en una galera templaria como grumete.

"Es una mirada distinta al Temple", explica Molist, "es más político y económico de lo que muchos nos imaginábamos; fue casi como la gran agencia de viajes de la época, porque uno de sus grandes negocios era organizar peregrinaciones a Tierra Santa. Entre otras cosas, por eso la Corona de Aragón, un reino cristiano, los consideraba enemigos. El Temple de la época estaba en su apogeo, pero daba síntomas de decadencia y de que en pocos años afrontaría un trágico final".

El novelista explica que esa galera templaria será capital en la vida de Flor (y en la novela, claro). "Como era un derrotado, aunque era de origen noble, no podía ser sargento, uno de esos caballeros de las túnicas blancas que todos nos imaginamos; en cambio un plebeyo sí que podía ser capitán de mar y comandar una nave de 300 hombres", explica.

Molist se muestra como un apasionado del mundo marino medieval que ya ha retratado en novelas anteriores. "Las galeras de la época no eran ni las romanas ni las de Lepanto", explica, "pero algo tenían porque dominaron el Mediterráneo durante 2.000 años, hasta la llegada de la gran artillería". Y asegura que era la nave más rápida, pero solo podía navegar desde la mitad de la primavera hasta la mitad del otoño, porque "una mala ola te hundía, como les pasó a cinco galeras aragonesas en Mallorca".

"La galeras era unas peligrosas máquinas de guerra", explica este novelista que mete en una a un niño. "Es un niño que siente que el mar es su esperanza y le da lecciones de vida y crea carácter", asegura. "Que el tutor fuera un hombre como el capitán fray Vasall (un personaje real, por cierto) que no fue un fanático de la fe, si no un hombre que se une al Temple por estar condenado a la horca, va a marcar el carácter de Roger de Flor", asegura.

Es El latido del mar una novela de aventuras, viajera y marina. "Navegamos por la ruta de los cruzados y los peregrinos, de Brindisi, a las islas griegas y hasta Tierra Santa. Allí entramos en San Juan de Acre, un auténtico emporio donde había templarios, teutones, hospitalarios, genoveses, pisanos… Que a veces se mataban por el gran negocio que suponía el comercio allí: esa ciudad generaba más dinero en un año que todo el reino de Inglaterra", relata Molist.

El Mediterráneo fue el origen del primer imperio español, antes que América y Flandes

Mucha historia hay entremetida en las páginas de esta novela, pero Molist asegura que eso "es secundario". "Espero que le entre a los lectores sin darse cuenta", afirma, "yo quiero que les lleguen las emociones".

Aún así, El latido del mar tiene una visión clara de aquella época. "El Mediterráneo fue el origen del primer imperio español, antes que América y Flandes. Gracias a ese conflicto de la Corona de Aragón con Francia por Italia y el mar", asevera. "Dominamos muchos años la parte occidental del mar, estuvimos 54 años más en Sicilia que en Cuba… Fue el inicio de una fase expansiva que tuvo España, primero como Corona de Aragón, luego como las Españas de los Reyes Católicos y después como Imperio", rememora.

Sin embargo, "en el Mediterráneo no dejamos tanta huella como en América. Pero allí nos enfrentamos a imperios menores como los incas o los aztecas; en el Mediterráneo peleamos contra Francia y el Imperio Otomano que en muchas ocasiones nos superaban".

Antes de terminar la entrevista, pregunto si contada la infancia y primera juventud de Roger de Flor, no tendrá Molist la intención de contar en una futura novela toda esa gloria del personaje, que al principio aseguraba que le fascinaba menos. "En este momento no me lo planteo. No necesita segunda parte, esta historia se cierra en la novela con un viaje de venganza y aprendizaje", responde. Pero matiza, sonriente, "de momento".

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