
Cuando en 1826 Jean Anthelme Brillat-Savarin escribió el libro Fisiología del gusto, difícilmente podía imaginar que doscientos años más tarde iban a proliferar las asociaciones gastronómicas y los gremios de restauradores.
Un magistrado de la corte de París como él estaba más pendiente de los buenos hábitos y los placeres de la mesa que de la vida asociativa. La obra citada se convirtió en uno de los primeros escritos gastronómicos de la historia de la alimentación humana.
Pero no solo eso, también fue uno de los pioneros en describir el oficio de fondista u hostelero como "una profesión que proporciona grandes riquezas, si el que la ejerce tiene buena fe, habilidad y orden".
Las terrazas son la válvula de escape contra el estrés y los malos rollos"
Lo dicho viene a cuento porque el próximo miércoles 15 de marzo, en la Sala La Paloma, tendrá lugar la 5ª edición de la festividad de Santa Eulàlia del Gremi de Restauració de Barcelona. Profesionales del ramo, políticos, entidades e instituciones no faltarán a la cita. Creo que los alcaldables tampoco. Xavier Sardà presentará el acto y Boris Izaguirre será el convidado de honor.
El evento tiene su morbo dada la proximidad de las elecciones municipales y el rol reivindicativo jugado por el Gremi defendiendo los intereses de sus asociados. La importancia social y cultural de este ramo es indiscutible.
Vuelvo a parafrasear a Brillat-Savarin para recordar que "el salón de un fondista es el Edén de los gastrónomos". Y remacho con: y las terrazas son la válvula de escape contra el estrés y los malos rollos.
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