En 1915 empiezan a trabajar los primeros especialistas de la Guardia Civil en dactiloscopia. La huella se termina de formar en el sexto mes de embrazo, es perenne e invariable y única, no hay dos iguales. Dejamos huellas patentes, visibles, porque los dedos han tocado sustancias como la sangre durante un crimen. Pero también dejamos huellas latentes invisibles, por trasferencia de nuestro sudor o la propia grasa.
El revelado de la huella ha evolucionado desde la cabina de cianocrilato o la cámara de posición de metales. Y la más utilizada en luz forense, DCS5. En un ticket de la compra revela las huellas con nitidez, superponiendo las crestas y los surcos a las letras del ticket. También con los infrarrojos y los filtros oscurecen fondos de colores resaltando las huellas o consiguen alisar las cintas adhesivas para poder sacar la huella.
Tienen una eficacia del 90%
En el laboratorio de necroidentificación trabajan con los dedos de los fallecidos anónimos. Aunque lleguen carbonizados rescatan huellas de la dermis si la epidermis está dañada. Rehidratan para estirar la piel o resecan si el cuerpo está saponificado. No se les resisten; tienen una eficacia del 90%.
Una vez obtenidas, las huellas se cotejan o con las de un detenido o si no se buscan en el sistema automático de identificación dactilar donde hay un millón de huellas anónimas y seis millones de reseñas de detenidos. Si la huella no se obtiene completa, también serviría para descartar sospechosos.
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