Cómo distinguir si los periquitos, agapornis o ninfas son machos o hembras

Dos ejemplares de periquitos posados en una rama.
Dos ejemplares de periquitos posados en una rama.
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Dos ejemplares de periquitos posados en una rama.

Diferenciar el sexo de nuestros loros a veces puede no ser una tarea sencilla. Necesitamos tener los conocimientos suficientes para saber en qué tenemos que fijar y, sobre todo, si nuestra psitácida es de aquellas en las que se puede comprobar a simple vista, ya que no podemos saberlo visualmente en todas las especies.

Los periquitos y ninfas, dos de las aves más comunes en los hogares españoles, pertenecen al grupo de especies dimórficas. ¿Esto que quiere decir? Que poseen diformismo sexual, "la existencia de diferencias visibles apreciables entre machos y hembras desde nuestro punto de vista", explica Roger Valls, cofundador de la asociación Avetropic, cuya misión es salvaguardar el bienestar de las psitácidas que viven en condiciones de cautividad.

"Por otro lado, hay especies como los agapornis roseicollis que son monomórficas, es decir, que no existen diferencias visibles apreciables para determinar su sexo", añade el experto. "En estos casos, la única forma segura de saber si tenemos un ave macho o hembra es haciendo un análisis de ADN".

No obstante, tanto en ninfas como en periquitos, en las cuales es más "fácil" saber si son macho o hembra, nos encontramos con el hándicap de que "en cautividad existen muchas mutaciones de color que les atribuyen rasgos o patrones diferentes al fenotipo ancestral". "Esto puede complicarnos o entorpecer nuestros criterios", comenta.

Cómo saber si mi periquito es macho o hembra

Los periquitos son una de las especies preferidas por los españoles a la hora de escoger un ave como animal de compañía. Por ello, es importante que sepamos diferenciar el sexo de nuestro ave, tanto cuando compramos uno, como cuando tenemos pollitos en casa.

Como los periquitos son dimórficos, sí que existen diferencias entre machos y hembras, tanto en crías como en adultos. "Cuando vemos un periquito nos tenemos que fijar en el color del céreo, que es la zona de alrededor de las narinas, justo encima del pico", explica Valls.

"Si son jovencitos, el color del céreo tiende a ser mucho más clarito: en machos tiende a ser rosita y en hembras, azulito", detalla el experto en psitácidas. "Sin embargo, cuando crecen (a partir de los cuatro o cinco meses), empieza a cambiar de color: el del macho pasa de ser rosado a un azul más intenso, y el de las hembras pasa de un azul clarito a un rosado más potente".

Hay algunas mutaciones de color que hacen cambiar el color del plumaje del animal y también el del céreo, como los periquitos albinos

Además, cuando son adultos "cuánto más saturado es el azul del céreo en los machos significa que tienen más interés en reproducirse; mientras que en las hembras tiende a ponerse como de un color entre marrón y rojo", cuenta como curiosidad.

"No obstante, hay algunas mutaciones de color que hacen cambiar el color del plumaje del animal y también el del céreo, lo que nos dificulta el saber el sexo de nuestro periquito", explica Valls. "Un ejemplo serían los albinos, que les faltan ciertos pigmentos y que, en hembras el patrón se mantiene pero en los machos el rosadito de cuando son jóvenes se mantiene en la adultez, en vez de volverse azul".

Cómo saber si mi ninfa es macho o hembra

En el caso de las ninfas, otra de las psitácidas comunes en los hogares españoles, que también tienen dimorfismo sexual, debemos fijarnos, sobre todo, en el color del plumaje de su cara. "Los machos tienen la cara y la cresta de un amarillo más intenso; mientras que las hembras las plumas son más grisáceas, pese a tener una tonalidad amarilla", detalla el experto en loros.

"También, el moflete de los machos es más intenso que en las hembras, que es más clarito", añade Valls. "Independientemente del color que tengan en el resto del cuerpo, debemos fijarnos en la cantidad de amarillo que tengan y en la intensidad  del color de los mofletes".

Dos ninfas apoyadas en unas ramas de árbol.
Dos ninfas apoyadas en unas ramas de árbol.
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Otra diferencia visual se encuentra en las plumas de la cola. "Si tu la miras el color del reverso, en hembras tiene un barrado perpendicular al raquis de la pluma de color negro con amarillo blanquecino; mientras que los machos no lo tienen", detalla.

"Hasta que nuestras ninfas no cumplan al menos los siete u ocho meses, que es cuando hacen el primer cambio de muda, no podremos saber a simple vista si tenemos un macho o una hembra, todos tendrán aspecto de hembra", añade Valls. "Y, por ejemplo, cuando son grises, el color en machos suele ser más oscuro, más saturado y en hembras un poco menos intenso".

Igual que ocurre con los periquitos, existen muchas mutaciones de colores en ninfas, como las que no tienen amarillo, conocidas como cara blancas; otras que son albinas, porque son totalmente blancas... Esto vuelve a dificultar el establecer el sexo de nuestras ninfas.

Agapornis roseicollis y aves con mutaciones de color

En el caso de las especies monomórficas, como es el caso de los agapornis roseicollis, solo podemos sexarlos a través de un análisis de ADN, de la misma manera que también podemos hacerlo con los demás, para asegurarnos. "También podemos utilizar este método cuando se producen mutaciones de color del plumaje, como las que hemos comentado", explica Valls.

"En el caso de los agapornis, sí que puede haber diferencias en cuanto a la tendencia de un sexo u otro, unas características concretas, pero no podemos basarnos en esa tendencia para determinar el sexo ya que hay un margen de error muy alto", comenta el experto.

Supuestamente se puede saber el sexo palpando el espacio entre los huesos de la pelvis, pero no es un método con validez científica

También podría darnos pistas el comportamiento de cada uno, ya que las hembras, por ejemplo "suelen ser más territoriales que los machos" o como los comportamientos de anidación "más frecuentes también en hembras", pero, de nuevo, solo son tendencias en el comportamiento. "Los machos, por ejemplo, tienden a regurgitar comida a las hembras, pero puede pasar que una hembra lo haga también", ejemplifica.

Otro método de sexarlos es a través de los huesos pélvicos. "Ellos en la pelvis tienen una pequeña separación entre los huesos. Supuestamente se puede saber palpando ese espacio si se trata de un macho o hembra (si tienen una separación apreciable, serían hembras), pero no es un método con validez científica y no existe un patrón real", concluye Valls.

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