Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

El pasado día 27 de enero, en la carretera N-234 a la altura de Torralba de Ribota, cerca de Calatayud, tuvo lugar un accidente en el que fallecieron por un choque frontal el conductor de un coche y una familia completa que iba en el otro. El fallecido que conducía solo era hermano del conocido diseñador Javier Mariscal y la familia estaba compuesta por un padre, que era profesor, una madre, trabajadora de la cámara de comercio de Zaragoza, y un niño pequeño de tres años. La madre estaba embarazada. Esperaba una niña que se iba a llamar Pepa.

Observo en las comunicaciones de la familia y en el entorno laboral de los padres que se hace alusión a la niña que estaba por nacer como un componente más de la familia y se cita su nombre. En las notas periodísticas, por contra, se habla de tres miembros de la familia y se alude al embarazo de la madre. Este caso sirve para recordar que la sociedad no está todavía preparada ni tiene la sensibilidad necesaria para entender a las madres y a las familias que sufren la pérdida imprevista de un bebé que está por nacer.

Escucho y leo las entrevistas de la periodista asturiana Carmen Osorio sobre la muerte perinatal y veo que hay mucho trabajo que hacer. Esto también es inclusión.

Escucho y leo las entrevistas de la periodista asturiana Carmen Osorio sobre la muerte perinatal y veo que hay mucho trabajo que hacer. Esto también es inclusión. El “duelo silenciado” es el subtítulo que le dan a esta situación en la que se encuentran algunas mujeres que, después de no escuchar el latido de sus hijos, deben pasar un parto traumático, un tiempo de dolor durísimo y asumir que la sociedad solo da el nombre de “feto” al hijo que esperaban con el que, como dice Carmen Osorio, “ya habían conectado y habían hecho un plan de vida”.

La palabra “perder” se queda corta. El futuro hijo no es un bolígrafo. El concepto de bien jurídico protegido se diluye en una situación anómala, en la que las madres se encuentran solas, sin información y ante un abismo de dolor del que no son del todo conscientes. La mujer del conocido futbolista Cristiano Ronaldo pasó por una situación así hace un tiempo y ayudó, quizá, a dar importancia a este problema. El futbolista ha declarado que guarda con cariño las cenizas de su hijo y que este fue el momento más duro de su vida.

Imagino el dolor de los abuelos de Pepa. Aunque no los conozco, quisiera poder cargar con una parte del sufrimiento que les ha tocado vivir para que se les haga más llevadero. Llamar a Pepa por su nombre es un consuelo muy pequeño, pero es algo. Descansen en paz.