Nabil Driouch Escritor y periodista
OPINIÓN

Marruecos y España: una reconciliación atada y bien atada

Vista de la sede donde se celebrará la cumbre en Rabat
Vista de la sede donde se celebrará la cumbre en Rabat
Mohamed Siali / EFE
Vista de la sede donde se celebrará la cumbre en Rabat

Nunca la reunión de alto nivel hispano-marroquí (RAN) ha sido un mero encuentro entre los responsables de los dos países. Es más que unos abrazos, sonrisas diplomáticas, firmas de acuerdos y aplausos, siempre ha sido una señal de la buena salud de las relaciones entre los dos guardianes del estrecho de Gibraltar.

Todo estaba en marcha para que esa reunión, tan esperada desde julio de 2015, se celebrara en diciembre de 2020. Luego ocurrieron algunos acontecimientos que envenenaron las relaciones entre los dos países. A partir de aquel momento empezaba una larga travesía en el desierto y, como en otros momentos de pasadas tormentas, nunca la sangre ha llegado al río, los sabios de las dos orillas saben de antemano que está escrito, desde la noche del tiempo, que nuestro barco termina llegando a un buen puerto, además estamos condenados a reunirnos algún día. Por ello, las llamadas telefónicas y las buenas intenciones nunca han faltado, tanto en las zonas de luz como en las de sombra.

Sin lugar a dudas, el motor de las relaciones estaba lleno de arena, faltaba quitar esa arena, paulatinamente, echando un poco de aceite para que la cooperación arranque otra vez. Así los dos reinos podían escribir un final feliz a la mala experiencia que les tocaba vivir. Aquella crisis remota dejaba claro que los dos países tienen que caminar juntos hacia el futuro, si uno lo hace solo, andará cojo.

Hoy, la visita de Pedro Sánchez y su equipo abre una nueva página con el objetivo de consolidar la reconciliación histórica entre España y Marruecos basada sobre al apoyo español al plan de autonomía propuesto por Marruecos parar zanjar el conflicto del Sáhara que tanto ha durado y tanto ha dañado los intereses de los dos estados.

Por otro lado está la hoja de ruta adoptada por los dos países. El 7 de abril de 2022 representa, hoy en día, la nueva constitución de esas relaciones que exige que el diálogo sea la única vía para solucionar los temas espinosos puestos sobre la mesa. Eso indica que las relaciones están más maduras que nunca. Los diez últimos meses han puesto a prueba las buenas intenciones declaradas en voz alta ante las cámaras. Es cierto que esa tarea ha sido un buen ejercicio para ambos, el objetivo estaba claro y las buenas maneras tampoco faltaban.

En los diez meses de prueba, se ha mantenido una estrecha colaboración en lucha antiterrorista que se ha cristalizado en el desmantelamiento sincronizado de varias células leales al Estado Islámico, la última en enero en una operación conjunta con detenidos en ambos países. Sin olvidar las visitas de altos responsables de seguridad a Rabat. Además, la RAN se produce días después del ataque terrorista contra dos iglesias de Algeciras perpetrado por un emigrante marroquí en situación irregular, que causó la muerte de un sacristán. Se trata del primer atentado de este tipo en España desde los de Barcelona de 2017.

Como las cifras no son amigas de la mentira, podemos destacar que los intercambios comerciales alcanzaron los 19.000 millones de euros en los primeros nueve meses de 2022. Asimismo, las importaciones de España aumentaron un 28% respecto al 2019, superando los 10.000 millones de euros. En cuanto a las exportaciones de productos marroquíes hacia España, registraron un aumento del 16% respecto a 2019, hasta los 8.000 millones de euros. De igual modo los dos reinos han logrado controlar los flujos de la inmigración ilegal que amenazan a España como puerta de Europa.

Tal y como es costumbre, esa reunión va hacer correr ríos de tinta entre los que defienden los intereses del Estado español y abogan por la buena vecindad con el vecino del sur defendiendo una postura pragmática, y los que, aún, están rehenes de sus ideas y lo quieren todo blanco poniendo en tela de juicio todo lo que los dos países han logrado. Obviamente las opiniones se respetan y se discuten, pero las realidades jamás las podemos negar, y hoy hay una realidad: la reconciliación está atada y bien atada.

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