OPINIÓN

TJUE

Fotografía de archivo del expresidente de la Generalitat catalana que ha sido exonerado del delito de sedición, por el magistrado Pablo Llarena.
Fotografía de archivo del expresidente de la Generalitat.
EFE/Julien Warnand
Fotografía de archivo del expresidente de la Generalitat catalana que ha sido exonerado del delito de sedición, por el magistrado Pablo Llarena.

Muchas interpretaciones se han hecho de la decisión adoptada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en relación a las euroórdenes. Esta es la mía.

Resumen de lo decidido por el alto tribunal de Luxemburgo: el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena puede seguir dictando tantas euroórdenes como quiera y Bélgica puede seguir rechazándolas, pero con más dificultades.

A partir de aquí, los condicionantes que, evidentemente, son muy importantes. El más importante, a mi modo de ver, es este para que las euroórdenes puedan ser no ejecutadas: “… salvo que esa autoridad judicial disponga de elementos objetivos, fiables, precisos y debidamente actualizados que revelen la existencia de deficiencias sistémicas generalizadas en el funcionamiento del sistema judicial del Estado miembro emisor o de deficiencias que afecten a la tutela judicial de un grupo objetivamente identificable de personas al que pertenezca el interesado”.

Es decir, el TJUE haría más difícil la negación a extraditar de cualquier Estado al obligar a su sistema judicial a disponer de elementos objetivos que pudieran atentar o socavar derechos fundamentales. Pero es evidente que los independentistas catalanes llevan años denunciando que no están en España porque ven sus derechos fundamentales amenazados y no garantizados. Ahí está los informes de Grupos de Trabajo de la ONU, por ejemplo.

Atención al “…un grupo objetivamente identificable de personas…”, porque es precisamente lo que se ha venido denunciando desde el independentismo, que son perseguidos por serlo.

En fin, el juez Llarena puede hoy mismo emitir otra euroorden contra Lluís Puig, pero no va a tener ninguna garantía de que las autoridades belgas lo entreguen a España.

Es muy penoso el periodismo infantil que algunos han practicado hoy: “Llarena gana; Puigdemont pierde” o al revés. Penoso, de verdad, porque no es periodismo.

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