A fondo

Las islas Kuriles, Taiwán, el Sahel, Siria o el conflicto palestino-israelí: ¿qué pasa más allá de la guerra en Ucrania?

  • La influencia rusa, china o estadounidense 'baila' en conflictos latentes u olvidados mientras el foco está en Kiev.
  • Los países de la UE, como Francia, repliegan en África y Pekín intensifica su discurso sobre su patio trasero.
Protestas en Israel contra el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu.
Protestas en Israel contra el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu.
ABIR SULTAN
Protestas en Israel contra el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu.

Si uno coge un mapamundi seguramente la mirada se pose hoy por hoy en Ucrania: la invasión rusa ha llevado todos los focos allí, pero en el mundo sigue habiendo heridas abiertas, conflictos latentes, deudas históricas y cuestiones estratégicas que, en silencio o haciendo ruido, ejercen de personajes secundarios en una historia que pocos pensaban escribir no hace tanto. Que Moscú ha agitado el panorama internacional es un hecho, pero en ese nuevo dibujo las esferas de influencia son más importantes que nunca. La propia Rusia, China, Estados Unidos e incluso la Unión Europea están repensando qué página quieren ocupar después de todo. ¿Cuáles son los 'escenarios colaterales' más allá de la guerra en Ucrania?

Israel y Palestina, el conflicto de nunca acabar

Un conflicto de sobra conocido y que tiene altos y bajos en todo momento es el existente entre Israel y Palestina, que ha tenido en los últimos días una nueva escalada que, además de los hechos sobre el terreno, ha elevado la preocupación sobre todo de Estados Unidos. Todo comenzó esta vez con una redada en la ciudad de Yenín, en Cisjordania, que se saldó con al menos nueve palestinos muertos y veinte heridos. La respuesta del otro lado se dio en forma de varios atentados, uno de ellos en una sinagoga, el cual dejó al menos siete víctimas mortales.

El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, fue rotundo. "Tenéis razón, muerte a los terroristas. El Gobierno tiene que responder, con la ayuda de Dios, es lo que va a suceder", dijo en el lugar de los hechos, rodeado de gritos de "muerte a los árabes". Y es que además, el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu ha apostado por una línea muy dura respecto a Palestina y además ha aprobado que los civiles puedan portar armas como "medida" frente a los últimos acontecimientos.

Eli C. Casas, del Institut Català Internacional per la Pau, explica a 20minutos que "en esta última escalada hay un componente de legitimación doméstica por parte del nuevo Gobierno. "Es, digamos, una manera de demostrar que tiene el control, que puede proveer de seguridad a los ciudadanos", pero matiza: "La escalada no diría que se debe solo a esto". ¿Por qué? "Si lo miras en términos puramente de muertes, en los términos más deshumanizados, esto empezó hace diez meses con la operación llamada Rompeolas, con operaciones semanales".

En este sentido, recuerda Casas, "el 2022 fue el año más mortífero desde 2004 o 2005. El verano de hecho fue realmente duro en este sentido". Ahora, sí que influye el cambio en el Gobierno en tanto en cuanto la última escalada "es también una manera de mandar señales al exterior, sobre todo a Irán". La analista no es optimista de cara al futuro más cercano: "Creo que el 2023 podrá ser incluso peor".

"Parte de esta tendencia viene de que nadie está mirando, ya ni Estados Unidos. Las broncas de Washington ahora son en clave interna de política israelí -el reclamo del secretario de Estado, Antony Blinken, recientemente vino por un "reforzamiento de la democracia"-, pero no mira a la escalada con Palestina. A EE UU ni se le espera ya, y eso es una vía libre para Israel", prosigue Casas, que no ve opciones de que otro "tercer actor se implique en una mediación". Y es que EE UU "está completamente deslegitimado por la parte palestina, y por eso muy complicado hablar de una viabilidad real porque además hay que preguntarse quién representa a los palestinos en esas conversaciones".

China, con Taiwán: ahora que (casi) nadie mira

En el caso de China con respecto a Taiwán la escalada lleva tiempo siendo verbal, pero también en lo que se refiere a movimiento de tipo militar. De hecho, en Estados Unidos -principal respaldo de Taiwán- temen que el gigante asiático aproveche precisamente que el foco está puesto en Ucrania para lanzar un ataque sobre la isla. Desde el fin de la guerra civil china en 1949, la isla de Taiwán está bajo el régimen político de la República de China (el estado que gobernaba toda China hasta el triunfo del Partido Comunista de China). 

Es decir, es como si el antiguo régimen chino se mantuviera en la isla de Taiwán. En 1987, el gobierno de Taipei presumía de "impedir la expansión de la China comunista hacia el exterior y de contribuir en forma significativa a contarrestar los intentos de agresión de la Unión Soviética en la cuenca del Pacifico". Más allá de todo esto, en Pekín mantienen la tesis de "una sola China", que precisamente incluye a Taiwán y que respetan, entre otros actores, la Unión Europea.

Taipei, con todo, podría desplegar en caso de guerra la llamada "estrategia del puercoespín". Es decir, preparándose en silencio. "El dolor de pisar las púas del animal se convierte en el principal impedimento para aplastarlo", explica la prensa taiwanesa, avisando de que la victoria de China en caso de choque armado no sería tan clara como puede parecer desde fuera. En todo caso, las diferencias militares y de fuerza son enormes entre ambas partes. Taiwán, de hecho, ha estado reforzándose con el apoyo de EE UU en los últimos tiempos y en China señalan a la Casa Blanca: Washington "se está preparando" para el conflicto. Y, en este sentido, las tensiones se multiplicaron con la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán en agosto de 2022.

China vs Taiwán.
China vs Taiwán.
Carlos Gámez

Para Luis Rodrigo de Castro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, "no tendríamos que estar preocupados de que pueda estallar algo mañana" porque "China a día de hoy no parece que vaya a ir mucho más allá" de lo que ha hecho hasta ahora. Para el profesor, "en función de cómo evolucione sí que podamos tener alguna sorpresa a medio y largo plazo, quizá en la próxima década". De hecho, Ucrania en este sentido puede sentar un precedente. "Era un estado soberano con unas fronteras; si Rusia consigue territorios en Ucrania y muestra que se consigue más por la fuerza que con el derecho internacional China podría hacer lo mismo con Taiwán", termina.

El Sahel, un gran hervidero

Si Alemania tiene el Zeitenwende o como se conoce al nuevo enfoque de Olaf Scholz para la época que se ha abierto, Francia cuenta con la llamada Françafrique, el paraguas bajo el que se construyen (o destruyen) las relaciones entre París y sus antiguas colonias africanas. Pero esta ha resultado ser una fórmula fallida, o al menos insostenible en el medio y largo plazo. Buena prueba de ello es la retirada de las tropas galas y las de sus aliados del Sahel. La crónica de una muerte diplomática anunciada. Y todo ello pese a que las relaciones con África fueron una prioridad para el Gobierno de Emmanuel Macron durante la presidencia rotatoria de Francia en el Consejo de la UE.

Francia ha puesto en los últimos años todo el esfuerzo en el plano militar, pero a cambio ha dejado en segundo plano el resto de pasos a dar para ayudar al desarrollo del Sahel. Con todo, pese a la retirada de tropas París no abandona la región como tal. Se trata, eso sí, de un fallo en su estrategia, muy centrada en la lucha antiterrorista pero muy poco por ejemplo en el impulso de infraestructuras y de oportunidades para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Viviane Ogou, investigadora visitante junior en CIDOB, sostiene que "la situación es frágil y volátil pero con matices en cada país".

Por ejemplo, continúa, "Mauritania cuenta en general con una situación de estabilidad. Tiene grupos terroristas en las zonas más desérticas, pero en general es una situación estable y con una gobernanza que no pretende muchos cambios en el medio plazo". Pero hay cuatro países que son "más complejos". Es el caso, dice Ogou, de Níger y Chad, "que tienen una seguridad frágil pero captan gran parte del proceso de securitización de Occidente". Así, Chad maneja "importantes capacidades militares" además de estar "en un proceso de transición tras la muerte del dictador".

En cambio, en Mali y Burkina Faso la situación es mucho más complicada "porque los yihadistas han tomado el control de buena parte del país". En Burkina Faso hay una llamada al reclutamiento civil y se estima que ya se han alistado entre 60.000 y 90.000 efectivos. "Están pendientes de ver si Francia les facilita armamento militar", añade la analista. Mali, por su parte, "cuenta con el grupo Wagner" porque a medida que los operativos franceses han ido saliendo, "Wagner ha ido ocupando ese espacio y tienen una estrategia contraterrorista basada en el terror".

La conclusión a todo esto es que la estrategia francesa ha sido fallida. "La idea era desplegar a los operativos militares, estabilizar y cuando estuviera estable empezar la provisión de desarrollo y de servicios", recuerda Ogou. Pero esto no sucede así porque "la crisis es de economía criminal que además está conectada directamente con Colombia". Se trata de algo mucho más enquistado, y el plan galo lo que genera es "más radicalización". La analista, asimismo, identifica otro problema. "Ha habido una parte muy centrada en los intereses europeos, con un plan de contención (referente a la migración, por ejemplo), pero eso no era lo que necesitaba la región", concluye.

Siria, donde Moscú hace y deshace

Ha pasado más de una década desde el inicio de la guerra de Siria, y lo que en un primer momento escandalizó a la opinión pública ha pasado a una esfera de normalidad preocupante. Pero el país no solo sigue sumido en los bombardeos, sino que además la crisis se ha cronificado hasta niveles casi desconocidos. En ese estancamiento cobra importancia el papel de las potencias extranjeras, y Putin -como casi siempre- tiene algo que decir. "Siria se ha convertido en un campo de pruebas para Rusia", cuenta el periodista Marc Marginedas, que conoce muy bien el país (estuvo secuestrado allí y acaba de 'retornar' a esa experiencia con el documental Retorno a Raqqa).

Moscú busca, en ese escenario, mantener la especie de coalición que tiene con Turquía en el país -sobre todo en el norte-, pero los expertos apuntan a que el plan del Kremlin pasa "por tener un lugar en la Siria que venga después de Al Asad". En palabras de Álvaro de Argüelles, analista de geopolítica en El Orden Mundial, recuerda que "el papel de Rusia en Siria se centró sobre todo en dar apoyo aéreo al régimen para que avanzara". 

En el caso de Turquía "ha quedado claro que su objetivo no es provocar un cambio de régimen ni combatir al terrorismo, sino que es un conflicto que entienden en clave nacional", desarrolla De Argüelles. "Estambul quiere evitar que se establezca un corredor de sureste a noroeste que esté bajo el control de los kurdos, y por eso ha convertido a las fuerzas rebeldes sirias como totalmente dependientes de Turquía", termina el analista.

Las islas Kuriles, una vieja disputa entre Rusia y Japón

En todo ese escenario se puede pensar en grande o más en pequeño, y si se va al detalle aparecen las islas Kuriles. Para muchos desconocidas, son un enclave interesante. Las Kuriles son la manzana de la discordia entre Moscú y Tokio desde la Segunda Guerra Mundial (1939-45), cuando se incorporaron a la antigua Unión Soviética (URSS) en virtud del Tratado de San Francisco. En 1956, la URSS y Japón suscribieron una declaración por la que reanudaron relaciones diplomáticas y establecieron las normas para la potencial firma de un tratado de paz, que incluía la devolución a Japón de dos de las cuatro islas Kuriles. Tokio, en cambio, sigue reclamando las cuatro islas.

Putin recientemente, no obstante, ha llamado a desarrollar el sector turístico en la zona, abriendo de nuevo la herida. Sostiene Oleg Lukin, especializado en el estudio del espacio postsoviético, que "después de la invasión de Ucrania es difícil prever lo que tenga pensado Putin", pero esa invasión "tiró abajo los planes que tenía para las Kuriles, donde la idea era convertirlas en una especie de paraíso fiscal, especialmente centrado para empresas extranjeras". Así, Lukin considera que "ahora no hay ningún incentivo para el Kremlin para crear ahí un conflicto", aunque sí que le pueda servir para "ejercer presión por ejemplo con los acuerdos de pesca" que tiene con Japón.

Hay un mundo más allá de la guerra en Ucrania, pero todo es parte de un escenario global que las grandes potencias, directa o indirectamente, han convertido en un guateque geoestratégico que en lugar de estabilidad puede generar fricciones a corto, medio y largo plazo. La geopolítica siempre ha sido imprevisible y aunque Putin ha agitado muchos ingredientes a la vez, en el cóctel no solo participa el Kremlin por mucho que muchas veces parezca que es quien reparte las invitaciones.

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