Sánchez aparca los golpes de efecto y se centra en presumir de gestión a menos de un año de jugarse la reelección

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión plenaria de este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión plenaria de este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid.
EFE/ Juan Carlos Hidalgo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión plenaria de este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid.

Nuevo año, nuevas costumbres. Al menos, de forma temporal. El Gobierno ha entrado en una nueva fase este mes de enero. Una en la que apuestan por aparcar los efectos sorpresa y centrarse en presumir de la gestión, ahora que los datos económicos aguantan el argumentario de los "brotes verdes" pese a "los profetas del apocalipsis". A esos "profetas" se refirió el propio presidente Pedro Sánchez en el debate que se celebró en el Congreso de los Diputados el pasado martes, en el que la noticia fue el hecho de que no hubiera noticia.

A lo largo de sus cuatro años y medio residiendo en la Moncloa, el jefe del Ejecutivo ha acostumbrado a usar el efecto sorpresa como regla general. Lo hizo, además, desde el primer momento. Sin ir más lejos, nada más desalojar a Mariano Rajoy del poder, los nombres de los ministros fueron conociéndose en forma de goteo a través filtraciones a los medios de comunicación. Sánchez se reservó la última sorpresa. Desveló, desde el palacio presidencial, que el elegido para gestionar el Ministerio de Cultura era Máxim Huerta -Máximo, a la postre-. Aunque apenas estuvo días.

Esa forma de hacer política -muy cercana al espectáculo americano e ideada en muchas ocasiones por Iván Redondo, que fue jefe de Gabinete del presidente entre 2018 y 2021- ha permanecido en el tiempo y en las comparecencias. Es una forma de proceder que deja poco margen de maniobra a los socios -cuando no se les adelanta lo que se va a anunciar, algo que ha ocurrido en más de una ocasión- y, sobre todo, a la oposición. Como ejemplos más recientes: el impuesto a la banca, adelantado en el Debate del Estado de la Nación de julio; o la reforma de la sedición, en una entrevista dada a La Sexta a comienzos del pasado mes de noviembre.

Pasados los tiempos de las sorpresas, pues, se abre camino la etapa de balance. En el último mes no solo ha habido uno. Sánchez despidió 2022 presentando el informe de redención de cuentas -desde la investidura, el Gobierno ha asumido 1.513 compromisos y ha cumplido, según asegura, el 66,8%- y en la última comparecencia dedicó cerca de una hora a repasar los logros de la coalición y los suyos propios -cuando se coaligó con Unidas Podemos llevaba ya un año y medio gobernando-. La noticia fue la "pronta" recuperación del PIB prepandémico, aunque no puso fecha.

"Los resultados están ahí", proclamó Sánchez desde la tribuna del hemiciclo, en la que insistió en los resultados del mecanismo ibérico por el cual España y Portugal limitan el precio del gas que se usa para producir electricidad y presumió de que la península lidera el crecimiento económico de la Eurozona, además de tener la menor inflación (un 5,7%, cuatro puntos menos que Alemania). Mientras el presidente hablaba, Moncloa lo ponía negro sobre blanco: "Hace diez años, la tasa de paro era del 26%. Gracias a la reforma laboral, hoy los datos del empleo son récord. Hemos revertido la reforma de las pensiones de 2013, que condenaba a la pérdida de poder adquisitivo. Somos líderes mundiales en turismo. Atraemos inversión extranjera. No sólo hemos hecho los deberes, sino que tomamos la iniciativa y aportamos soluciones".

Todo lo dicho por Sánchez el martes lo repitió el miércoles su mano derecha en el Consejo de Ministros, Félix Bolaños. En un desayuno informativo, repasó las bondades del Gobierno de coalición. Se centró también en la situación de Cataluña, otra de las bazas electorales de las que los socialistas se muestran orgullosos. "Nunca más volveremos a la tensión de 2017" porque esta autonomía mira, ahora, "al futuro".

Cita con Feijóo el martes

La época sin sorpresas también tiene otra explicación. El Gobierno de coalición, pese a no contar con mayoría absoluta en el parlamento al tener 153 escaños -23 menos que los 176 marcados-, ha tenido una importante actividad legislativa. Desde Moncloa cifran en alrededor de 190 los proyectos normativos aprobados a lo largo de tres años. Además, tampoco tendría sentido comenzar nuevos proyectos vistos los tiempos, pues queda menos de un año para las elecciones generales y cuatro meses para las autonómicas y municipales que redistribuirán el poder territorial español. Con la paralización de la actividad legislativa que eso supone. En este sentido, cabe destacar que el Gobierno todavía tiene tres leyes pendientes de ser aprobadas de forma definitiva: la ley mordaza, la de vivienda y la de Bienestar Animal. En todas ellas sigue habiendo negociaciones y todo indica que, al menos, una de las tres saldrá adelante. Está por ver cuál

En el horizonte, Sánchez también tiene otra cita apuntada en rojo. Este martes se verá con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, una cita que se ha repetido con frecuencia en los últimos meses. En la última ocasión, celebrada en diciembre, no hubo anuncios por parte del presidente. Las fuentes gubernamentales consultadas no aclaran si esta vez habrá o no, dejando en el aire la sorpresa. 

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