
El terrorismo yihadista, del que tantos y tan malos recuerdos guardamos en España y en casi todo el planeta, pasó a un segundo plano y tercer plano durante los últimos años: intentos fallidos de atentados, detenciones de células y pocas noticias más. Pero que durmiera no significa que haya muerto, y así hemos podido comprobarlo con el triste suceso de Algeciras, que nos recuerda que no conviene bajar la guardia y que el riesgo sigue existiendo.
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