Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Carmen Maura y el poder de mirar de verdad a cámara

Carmen Maura en el plano final de 'Autorretrato'
Carmen Maura en el plano final de 'Autorretrato'
RTVE
Carmen Maura en el plano final de 'Autorretrato'

«-Por último, ¿quieres formular un profundo deseo? -Sí, que me quieran», responde Carmen Maura mirando a cámara con una mezcla de aspiración, seguridad y timidez. Entonces, la imagen se congela. Y empiezan a subir por la pantalla los títulos de crédito, siempre sobre el rostro inmortalizado de Maura. Acaba de terminar el programa Autorretrato, casi una hora de reflexión a través de una conversación cómplice sobre la experiencia vital de una artista. 

Era 1984. La televisión sabía lo importante de acabar en alto. También en un programa de entrevistas. Nada de confundir apoteosis con saturación de fanfarrias y tirabuzones estéticos. A veces, lo más poderoso es un simple primer plano. Quieto. Lúcido. Magnético. Cruzando la mirada con el espectador. Porque la emoción se construye en primer plano. 

Aquella joven Carmen Maura ya había aprendido a tratar la cámara con responsabilidad, pero sin que impusiera. Lo razonaba en esa misma entrevista de Pablo Lizcano en TVE. Una entrevista larga, forma más óptima de que haya margen de tiempo para que surja el clímax de relajación que permite que, en cada minuto, aparezca un pensamiento útil y, si viene de la Maura, además, sin demasiada fecha de caducidad. «Eso que dicen que la cámara no quiere a una o quiere a una, no. Una se conquista el amor de la cámara», calibraba Maura delatando el carácter escénico frente a la mentira de la malentendida fotogenia. Transmitir a cámara y en pantalla no va de posar, va de actitud, de expresividad, de tranquilidad... Y de confiar en la obra, que se crea en equipo.

«El cine es un equipo de cuarenta personas que trabajan todos para lo mismo. Y que están todos en lo mismo. En teatro, luego, te quedas ahí sola... Pero el cine depende de cuarenta personas que tienen la misma responsabilidad. Como meta la pata el que tira del carro, el plano se va a la mierda igual. Esa sensación de pandilla, me ha gustado toda la vida».  

Era verbalizar «pandilla», era sonreír con esa ilusión de la actriz vocacional que entiende que la vida, como la ficción, es faena hecha en cuadrilla. Aunque el cine se construya con estrellas que parecen flotar sobre el resto de la humanidad. Eso sí, el éxito de Carmen Maura estuvo bien unido a no tener complejos en bajar a la tierra popular del electrodoméstico de masas y aceptar presentar Esta noche en Televisión Española. Este mítico programa supuso una fama tan colosal que, después, le abrió más puertas hacia nuevos mundos de la interpretación. 

«Lo que menos me gustó de la televisión es la sensación de que los de arriba no están nunca en ninguna parte. Siempre hay alguien que opina algo que no sabes dónde está». Una frase de 1984 que explica mucho con pocas palabras. Y que sigue vigente. Tan lúcida, tan transparente, tan actriz. Tan Carmen Maura.

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