Las ratas pudieron no ser culpables de la propagación de la peste negra

Una rata doméstica.
Una rata doméstica.
George Dolgikh / iStock
Una rata doméstica.

Samuel Cohn, profesor de Historia en la Universidad de Glasgow y Philip Slavin, profesor asociado de Historia, en la Universidad de Stirling, han escrito un artículo en The Conversation donde ponen en duda una de las teorías más arraigadas sobre la epidemia de peste negra en la Edad Media: que las ratas fueron culpables.

"Nuestra investigación reciente, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha demostrado que las condiciones ambientales en Europa habrían impedido que la peste sobreviviera en reservorios animales persistentes a largo plazo", dicen los autores.

¿Y cómo la peste duró tanto tiempo (entre 1347 y 1353) en Europa? "Nuestro estudio ofrece dos posibilidades. Uno, la peste estaba siendo reintroducida desde reservorios asiáticos. En segundo lugar, podría haber habido reservorios temporales a corto o mediano plazo en Europa. Además, los dos escenarios podrían haberse apoyado mutuamente", dicen.

"Sin embargo, la rápida propagación de la peste negra y los brotes posteriores de los siguientes siglos también sugieren que las ratas de movimiento lento pueden no haber desempeñado un papel fundamental en la transmisión de la enfermedad que a menudo se describe", prosiguen Cohn y Slavin.

Para averiguar si la peste podría sobrevivir en reservorios animales a largo plazo en Europa, los investigadores examinaron factores como las características del suelo, las condiciones climáticas, los tipos de terreno y las variedades de roedores. "Todo esto parece afectar la posibilidad de que la peste se mantenga en los reservorios", dicen los investigadores.

"Por ejemplo, las altas concentraciones de algunos elementos en el suelo, incluyendo cobre, hierro, magnesio, así como un alto pH del suelo (ya sea ácido o alcalino), temperaturas más frías, mayores altitudes y menor precipitación parecen favorecer el desarrollo de reservorios persistentes, aunque no está del todo claro por qué, en esta etapa", razonan los historiadores.

"La primera pandemia de peste comenzó a principios del siglo VI y duró hasta finales del siglo VIII. La segunda pandemia (que incluyó la peste negra) comenzó en la década de 1330 y duró cinco siglos. Una tercera pandemia comenzó en 1894 y permanece hoy con nosotros en lugares como Madagascar y California", dicen los autores.

"Independientemente de cómo comenzaron las diversas oleadas europeas de la segunda pandemia, tanto los roedores salvajes como los no salvajes (las ratas, en primer lugar) se mueven mucho más lento que el ritmo de transmisión en todo el continente", explican Cohn y Slavin.

Las diferencias en la transmisión de las diferentes pandemias "plantean una pregunta crucial sobre si la forma bubónica de la peste dependía de roedores de movimiento lento para su transmisión cuando, en cambio, podría propagarse de manera mucho más eficiente directamente, de persona a persona".

"Los científicos han especulado que esto podría haber ocurrido a causa de ectoparásitos (pulgas y posiblemente piojos), o a través del sistema respiratorio de las personas y del tacto", concluyen.

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