Borja Terán Periodista
OPINIÓN

¿Los concursos son cosa de hombres?

Panel final de 'La ruleta de la suerte'.
Un panel de 'La ruleta de la suerte'.
ATRESMEDIA
Panel final de 'La ruleta de la suerte'.

Las cadenas no apuestan por mujeres al frente de los concursos de la televisión. Los quiz shows viven un momento de éxito en audiencias. Sin embargo, se vuelve a relegar a la mujer al papel de consorte o azafata. Y el peso del conductor recae en un hombre con unas características que, a veces, impide diferenciar un formato televisivo de otro.

Lejos queda cuando Mayra Gómez Kemp rompió prejuicios convirtiéndose en la primera presentadora de un concurso, y de gran formato, como era Un, dos, tres... responda otra vez. Triunfó, desmontando el estigma machista que insinuaba a Chicho Ibáñez Serrador que se equivocaba,  pues el espectador necesitaba el "rigor" de un hombre para creerse el programa. ¿Late de nuevo este tóxico mantra sin que nos percatamos? ¿Somos más machistas de lo que pensamos? Por supuesto. Incluso reproducimos roles que discriminan y, en cambio, nos pasan inadvertidos.

Históricamente, las cadenas nacionales de televisión en España han contado con grandes comunicadoras al frente de concursos míticos: Consuelo Berlanga, Elisenda Roca, Irma Soriano, Paula Vázquez, Nuria Roca, Silvia Jato, Nuria González, Luján Argüelles, Ana Milán...  En este comienzo de 2023, las cadenas tienen en cartera sobre una decena de concursos en emisión y, de los que están en emisión o apunto, ninguno está presentado por una mujer. Saber y Ganar, La Ruleta de la Suerte, Pasapalabra, El Cazador, El Comodín, 25 Papalabras, Reacción en cadena, Todos contra uno, Atrapa un millón, El círculo... Sólo parece que Atresmedia va a recuperar Password con Cristina Pedroche, tras sonar Luján Argüelles. Una contra diez. Podría ser el nombre de otro juego.

¿Qué está sucediendo en la actualidad? Se estrenan un ir y venir de concursos y  se repite el mismo perfil de chico con americana al frente. Como si se buscara una especie de simpática figura paternalista que otorgue esa credibilidad de yerno perfecto en la audiencia potencial. Mientras que la mujer está para lucir pierna dando saltitos junto a unas letras, aparecer con el regalo de consolación o, como mucho, presentar a los concursantes. Y siempre con tacón bien alto, no vaya a ser... Aunque Mayra Gómez Kemp nunca necesitó un tacón infinito para presentar Un, dos, tres...'y quedarse, para siempre, en la memoria colectiva de varias generaciones.

Vivimos una conservadora época televisiva en la que los programas se imitan entre sí, tal vez como si creyeran que de esta forma tienen menos papeletas para equivocarse. Pero si todo parece igual, todo se está empobreciendo. Lo inteligente es indagar en lo que hace único a cada formato. Y algo no funciona correctamente si la sociedad no se siente reconocida en los rostros de la televisión. El público agradece cuando se sorprende con comunicadores que incluso jamás imaginaron que podrían ocupar esa función. Eso es la televisión: remover lo obvio mientras nos vamos descubriendo cómo somos. Quizá, de hecho, que no haya mujeres conduciendo concursos y no chirríe a la vista dice más de nuestra colectividad de lo que querríamos pensar. 

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