
Hay noticias que son especialmente buenas. Sobre todo, cuando te preocupa reducir la huella de nuestro consumo. Cuando este fin de semana vi a la representante de Miss Universo por Tailandia quitar el protagonismo a la ganadora del certamen por lucir un vestido hecho con desechos, supe que estaba ante un buen mensaje para visibilizar la importancia de las segundas oportunidades a los residuos y a las personas.
El vestido en cuestión está hecho con el mismo material que algunos pendientes de mercadillo, anillas de latas, y hasta aquí nada nuevo, salvo que este tipo de certámenes de belleza son todo menos hippies. Desde el punto de vista de la moda tampoco es un hito; ya Paco Rabanne realizaba este tipo de vestidos con placas de aluminio en los años 60.
El hito mediático, social y medioambiental del vestido es la historia de la representante de Tailandia, criada entre basura. Anna Sueangam-iam luce el vestido para homenajear a sus padres, que durante muchos años se dedicaron a recoger y seleccionar basura para el ayuntamiento de Bangkok, y para contar como ella misma se crio entre montones de desechos y materiales reciclables. "Un vestido único confeccionado a propósito con materiales desechados y reciclados, para mostrar al universo que lo que muchos consideran sin valor, en realidad posee su propi belleza", explica la miss en sus redes. Según narra, su infancia fue sin amigos y en bastante soledad, ya que sus padres pasaban fuera casi todo el día. Las únicas veces que salía de casa era cuando su padre la llevaba a dar un paseo en el camión de la basura.

Un guion real que pone de manifiesto como países del Sudeste Asiático son el vertedero del consumismo de Occidente. Como Anna, se calcula que 18 millones de niños viven, juegan y trabajan entre basura de todo el mundo, según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que destaca los riesgos para su salud.
Este vestido es un buen escaparate para decir bien alto que ni las personas, ni las cosas, somos de usar y tirar. Y explicar al universo en qué consiste el Up cycling: cuando al reciclar logramos un producto de mayor valor que en su primera vida. De hecho, le colocaron unos 'brillis brillis' de Swarovski para adecuarlo al glamour de la gala y logró el premio a la sostenibilidad ImpactWay.
Dar una segunda vida a los residuos y a las personas es fundamental en la hoja de ruta de vivir sin huella. Anna, criada sin recursos, ha trascendido también a la típica frase de Miss "la paz en el mundo", en la que hasta ahora no se concretaba nada, (ya me entienden). Anna lo demuestra colaborando con organizaciones de acceso a los sistemas educativos para niños de su país. Ha realizado la campaña Do it, earn it, apoya el proyecto No Mixed Waste, participa en un otro de escuela sabatina y trabaja con Smile Train Tailandia.
Vamos a ver cómo evoluciona 2023; tras el éxito y la repercusión de la noticia me atrevo a adivinar una nueva seña de identidad en los certámenes de moda y belleza: "Por un mundo más sostenible".
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