Noelia Núñez Diputada del PP en la Asamblea de Madrid
OPINIÓN

Cómplices

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.
Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.
Europa Press
Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.

Comenzamos el 2023, un año de esperanza marcado por la gran cantidad de citas electorales a las que tenemos que enfrentarnos. Quedan apenas cuatro meses para las autonómicas y municipales, que este año cobran una relevancia extraordinaria puesto que se van a convertir en la primera vuelta de las generales que tendremos a finales del año. Así que sí: se ha dado oficialmente el pistoletazo de salida a la precampaña. Verdaderamente, la política en España ha conseguido captar todo el foco mediático y, por ese motivo, ya nunca se deja de estar en campaña.

En estos escasos meses que restan hasta las municipales vamos a ver la peor versión de la izquierda, un socialismo que sabe que pagará los platos rotos por el presidente Sánchez. Saben que son ellos quienes van a pagar la factura de dejar a delincuentes sexuales en la calle antes de tiempo o de paso poner alfombra roja a los que roban el patrimonio de todos. Los pusilánimes intentos de los barones socialistas por distanciarse del autócrata Sánchez y sus políticas no han conseguido engañar a nadie y miles de españoles acudirán a esas urnas a censurar la acción del peor gobierno de nuestra democracia.

Suena injusto asumir las consecuencias de las acciones de otro pero no caigamos en el error. Las delegaciones del Partido Socialista de Fuenlabrada, de Castilla-La Mancha o de, por ejemplo, Extremadura son cómplices necesarias de todas las tropelías que el Gobierno de la nación está llevando a cabo por mucho que, en contadas ocasiones, alcen un poco la voz para tratar de distanciarse. Pero saben perfectamente que con un titular no se defiende la Constitución, con una entrevista no se protege a las mujeres de sus agresores sexuales ni mucho menos con un tuit se impide un golpe de Estado. Son ellos quienes consienten que el presidente del Gobierno no tenga límites, respeto ni moral. Son sus diputados quienes votan sí sin rechistar, quienes temen defender que había determinadas líneas rojas que Sánchez decía no traspasar.

Por eso, quedan cuatro meses para el merecido principio del fin del sanchismo en España.

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