Isabel Pantoja está muy ilusionada con la gira de conciertos que arrancará en pocas semanas. Un renacer profesional que le ha devuelto la felicidad en una de las épocas más complicadas a nivel personal. Además de la tristeza inconsolable, la muerte de su hermano Bernardo está ocasionándole graves problemas burocráticos.

La vivienda en la que residía junto a Junko y que era de su propiedad no está registrada a su nombre. Esta semana está previsto que se puedan formalizar todos los documentos para que legalmente quede acreditado que el piso de Sevilla que cedió a su hermano era suyo, aunque en el catastro todavía quede reflejado que la titularidad la ostenta doña Ana, la madre fallecida de la artista.

Este embrollo ha obligado a que los hermanos de Isabel hayan renunciado a la propiedad, como también lo ha hecho Anabel Pantoja. La influencer quiere facilitar el camino hacia la verdad y por eso ha querido refrendar ante un notario que la finca corresponde únicamente a su tía.

Si todo sigue de acuerdo a lo esperado, es muy probable que en pocos días Junko, la viuda de Bernardo, reciba la notificación definitiva que le obligará a abandonar la casa. Isabel no tiene nada en su contra, pero necesita salvar su maltrecha economía. Este piso puede servir de aval en los expedientes que todavía tiene abiertos con la Agencia Tributaria.

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Por su parte, Junko ya ha declarado públicamente que no tendrá inconveniente en empezar su nueva vida en otro domicilio, por lo que no debería haber mayores sobresaltos. El único escollo que queda por resolver es la filiación de un joven al que se le conoce como Pinocho y que dice ser hijo de Bernardo.

Si finalmente decide iniciar los trámites legales pertinentes y acaba reconociéndose la consanguinidad, también podría luchar por el piso controvertido. Dicen que el sevillano cuenta con el total apoyo de la japonesa y de todos aquellos que, en la actualidad, tienen mala relación con los Pantoja. Más que una casualidad parece una estrategia.