Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El silencio de TVE

Imagen de la retransmisión del funeral de Benedicto XVI
Imagen de la retransmisión del funeral de Benedicto XVI
RTVE
Imagen de la retransmisión del funeral de Benedicto XVI

Horror vacui. Tenemos pavor al vacío. Los medios de comunicación de hoy, que a veces se podrían denominar "miedos de comunicación", delatan a diario su terror favorito, que destaca entre todos sus terrores adquiridos con los años: el miedo al silencio.

Hay que impactar para atrapar la atención de un espectador que tiene muchas armas de distracción masiva en la mano, en su teléfono. Da igual que no se pueda escuchar nada entre tanta voz. Lo importante es rellenar los huecos. Aunque se imposibilite escuchar aquello que se está pretendiendo narrar. Ha sucedido, también, en el solemne funeral de Benedicto XVI

Sin pretenderlo, algunas retransmisiones de las honras fúnebres nos han enfrentado a complejos mediáticos actuales. Los silenciofóbicos no dejaron entender demasiado. Interrumpiendo al propio Papa Francisco. Entonces, para qué emitir el funeral si el espectador siente que se está perdiendo lo que está aconteciendo en la Plaza de San Pedro. En su pantalla sólo resuena el debate hacia ninguna parte, el debate que dice mucho escuchando poco.  

En cambio, Televisión Española ha ejercido la esencia del periodismo televisivo clásico. No se ha caído en la tentación del histerismo caza audiencias y han estrechado lazos entre el espectador y el acontecimiento histórico al observar más que subrayar. 

La curiosidad del silencio ha sido la gran aliada de la emisión de TVE. Porque el silencio comunica más que muchas palabras. Aunque nos hayamos olvidado de su fuerza narrativa. De ahí que se haya sentido una diferencia tan clara entre ver el funeral en una cadena u otra. Los ruidosos despertaban frustración, TVE trasladaba la experiencia de un momento para la historia. Un momento cargado además de liturgia escénica que no se puede romper desde un estudio de televisión. Sólo había que otorgar cierta perspectiva verbal a los discursos del Papa Francisco. El resto, removía por sí solo a través de la realización visual. La sonoridad mutista de esa plaza gigante abarrotada de símbolos, en personas y en elementos ornamentales, hacía pensar más que cualquier discurso de  comentaristas que no estaban tan cerca como el objetivo de esas cámaras buscando la expresión en primerísimo primer plano.

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