Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Barcos sin votación

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), en el Palacio de La Moncloa, a 28 de junio de 2022, en Madrid (España).
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), en el Palacio de La Moncloa, a 28 de junio de 2022, en Madrid (España).
EP /E. Parra
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), en el Palacio de La Moncloa, a 28 de junio de 2022, en Madrid (España).
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

Quedamos informados de que en los primeros meses de este año de gracia 2023 los gobiernos de España y de los Estados Unidos firmarán un acuerdo para regular el despliegue en la base aeronaval de Rota de dos nuevos destructores lanzamisiles, con dotaciones de 300 efectivos cada uno, según han informado fuentes de Moncloa a Miguel González del diario EL PAÍS, que se remonta a lo anunciado por los presidentes Joe Biden y Pedro Sánchez el 29 de junio de 2022 durante la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid. 

Los dos nuevos destructores, que se suman a los otros cuatro con base en Rota, suponen aumentar la presencia de los efectivos de la Navy en nuestro país, pero los ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa, directamente concernidos en la negociación, consideran innecesario reformar el actual Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de América sobre Cooperación para la Defensa, hecho en Madrid el 1 de diciembre de 1988, y estiman que la regulación puede llevarse a cabo mediante un mero acuerdo administrativo. Esta consideración, como el lector puede colegir, trae causa de las diferencias que se registran dentro del Gobierno en los asuntos de Defensa a los que son refractarios sus coaligados de Unidas Podemos. Evitar que salgan a flote con las elecciones autonómicas y municipales el 28 de mayo pasa a ser una prioridad.

De ahí que, según indica el periodista mencionado, salvo cambio de criterio, no se haya previsto someter el aumento de los efectivos a la ratificación de las Cortes, en contraste con las tres enmiendas anteriores al Convenio fechadas en 2002, 2012 y 2015, que solo entraron en vigor meses después cuando las partes se hubieron comunicado por escrito que habían cumplido los respectivos requisitos constitucionales. 

Recordemos que la única vez que un gobierno de España ha negociado de igual a igual con el de Estados Unidos fue con el propósito de cumplir con la resolución aprobada por el Congreso el 27 de diciembre de 1985, que resumía los puntos más significativos de la política de paz y seguridad expuesta por el presidente del Gobierno, Felipe González. En la citada resolución, además de la permanencia de España en la Alianza Atlántica y de la no nuclearización del territorio español, se fijaba el objetivo de proceder a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España. Un propósito que se hizo figurar en el punto 3º de la papeleta de votación para el referéndum del 12 de marzo de 1986 sobre la permanencia en la Alianza Atlántica.

La negociación emprendida para lograrla culminó de manera satisfactoria para los intereses españoles el 1 de diciembre de 1988. Fue conducida de manera impecable por el embajador Máximo Cajal, a quien alguna prensa, de cuyo nombre no quiero acordarme, se esforzó por presentar como peligroso comunista, pensando debilitar así su posición ante los americanos. Pero basta leer las memorias del presidente Reagan para comprobar que todo se consumó sin deterioro alguno de las relaciones con Washington en el plano político ni tampoco en el comercial.

¿Reclamará algún grupo parlamentario que el acuerdo sobre los destructores americanos sea debatido en el Congreso?

Por una vez, nos hicimos respetar y nos respetaron. A partir de ese momento, todos los gobiernos que se han sucedido han vuelto al camino de las cesiones unilaterales por nuestra parte, con los resultados y los incumplimientos de Washington que a la vista están. El nunca bien ponderado Zapatero hizo la hombrada, muy celebrada en los bares de Chueca, de mantenerse sentado en la tribuna del desfile el 12 de octubre de 2003 cuando era jefe de la oposición y todavía gotea. Al presidente Pedro Sánchez no le van encontrar en esas actitudes. Es más, prefiere pasar por alto los desplantes, desdenes y postergaciones que le han tributado tanto Trump como Biden y procura portarse como el alumno más aplicado de la escuelita a la hora de rendir las adhesiones más inquebrantables.

Otra cuestión es que las circunstancias hayan cambiado y que, por mucho que España se haya comportado siempre como "un aliado fiel, sólido y cooperador", los Estados Unidos nos hayan sorprendido, por ejemplo, dando un viraje en su política con Marruecos, sorprendiendo nuestra buena fe y descolocándonos en lo referente al Sáhara, y que nos haga dudar de si su opción preferente pudiera ser Rabat en vez de Madrid. Por eso, ahora, si un pelotón de Marines traslada su sede de la base española de Morón de la Frontera a la italiana de Vicenza, como sucedió en noviembre de 2021, nos entra el canguelo del menosprecio. ¿Reclamará algún grupo parlamentario al Gobierno para que el acuerdo sobre los destructores americanos sea debatido en el Congreso de los Diputados? Veremos.

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