Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Todo lo que gana y pierde Pedroche con el morbo de su vestido de las campanadas

Cristina Pedroche durante la emisión de las campanadas al 2023
Cristina Pedroche durante la emisión de las campanadas al 2023
Atresmedia
Cristina Pedroche durante la emisión de las campanadas al 2023

El deseo mueve el mundo. Y, un año más, Cristina Pedroche ha aparecido cubierta en Nochevieja con una especie de saco que escondía un reclamo que ya es una tradición. De esta forma, la cadena se ha asegurado retener más tiempo a los curiosos e ir acrecentando la audiencia del canal a medida que se acercaba el punto álgido de la emisión, las doce campanadas, donde todavía hay espectadores que cuentan con el impulso de regresar a la televisión con la que crecimos, a TVE. Así que hay que aguantar la atención del personal manteniendo el morbo hasta el final. Como quien te enseña un regalo envuelto y te impide abrirlo hasta el momento convenido

Pedroche ha conseguido el éxito de ser un icono nacional en el 31 de diciembre. Lo que surgió de causalidad viral hace 9 años, ahora es todo un evento sin rival que cuenta con todos los alicientes para la era del meme: la suma de desnudez, surrealismo y controversia en una imagen fácil de capturar, parodiar y compartir. Se crea un acontecimiento con la expectación de qué se pondrá para despertar una comidilla que no crea indiferencia y, sobre todo, es sencilla de enviar por WhatsApp, retuitear e incluso debatir en familia en la cena de Nochevieja. En cambio, da más igual lo que se verbalice durante este programa especial de Nochevieja, la fuerza está en la estampa. 

Aunque el performance se disfrace de forzada solidaridad y buenas palabras que, en el fondo, también esconden ciertos complejos sociales con lo que se está haciendo. Pedroche se podría reír más de su juego de cada fin de año y del fenómeno irrepetible en el que se ha convertido, pero se opta por justificar el destape hasta dotarlo de una trascendencia seria, solemne y contradictoria que termina haciendo sombra a su espontaneidad como comunicadora que es mucho más que un cuerpo con el que hace lo que quiere, como ella ha defendido en alguna ocasión. No obstante, tal vez es el momento de empezar ya a desmontar la falsa teoría de que tenemos un cuerpo con el que hacemos lo que queremos, como si fuera una cosa material que se puede descambiar. No, el cuerpo no es un complemento: el cuerpo es la persona, el cuerpo es uno mismo.

"Llevo todo el año trabajando en esto", dijo señalando su confusa indumentaria justo antes de que empezara a sonar el reloj de Sol. Quedarse en el meme de Nochevieja ha terminado nublando el talento que ya evidenciaba Pedroche desde sus inicios en Sé lo que hicisteis. No era la más perfecta ni parecía querer serlo, por eso mismo atesoraba lo más importante en televisión: autenticidad con capacidad de evolución y crecimiento. Desde el inicio, ha desprendido mucho olfato a la hora de salir al plató y lanzarse a la creatividad sin demasiado miedo al qué dirán. Y así ha sido. Tanto que quizá se le ha ido de las manos hasta quedarse atrapada en un bucle en el que ahora parece ser más difícil evolucionar para seguir creciendo dentro de la tele y no quedarse atrapado en ese morbo más primario de la audiencia que lo mismo te hace creer en lo más alto que lo mismo te lanza al vacío. Porque Pedroche es más que el efectismo de un vestido, otra historia es que el vestido, aunque sea minúsculo, imposibilite ver todo lo demás. En general, en la vida, algo siempre suele fallar si hay que desnudarse para ser tenido en cuenta. 

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