Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Ibai: la verdadera lección de sus campanadas

Ibai con Ramón García y Anne Igartiburu
Ibai con Ramón García y Anne Igartiburu
Twitch
Ibai con Ramón García y Anne Igartiburu

Cuando llegó la radio muchos aseguraban: "matará a la prensa". Mentira, prensa y radio se complementaron. Cuando llegó la tele otros tantos creían "acabará con la radio". Falso, tele, radio y prensa se complementaron. Y, un día, llegó la popularización de Internet. Y todos quedaron descolocados: los límites entre los diferentes medios de comunicación se empezaron a difuminar. Aunque las diferencias entre cada ventana de emisión continúan siendo evidentes, siempre hay alguien deseando romper con lo anterior y gritará "es el final de todo". Sucede con las campanadas de Ibai en Twitch. Para muchos una revolución sin igual.

Sin embargo, si nos fijamos bien, no lo es tanto, pues simplemente se replica desde un canal de una plataforma social un evento tan marcado en el imaginario colectivo por la televisión. Solemos inspirarnos en nuestros referentes. Ibai, también. Es más, invita a su emisión a grandes estrellas de la televisión como reclamo de su propuesta. Este año, reuniendo desde su balcón a los dos profesionales que más Nocheviejas televisivas llevan en su currículum: Ramón García y Anne Igartiburu. ¿Qué puede salir mal?

A simple vista, Ibai hace lo mismo que la tele. Pero no se ve como en la tele. ¿Por qué? Ibai no tiene el yugo de la responsabilidad de representar a una cadena, sólo habla por sí mismo con una carismática honestidad que hace partícipe a sus seguidores de cada reto que se propone. Su retransmisión en la noche de fin de año se podría ver cutre con tanto patrocinio sobre una mesa plagada de botellas de cola y bolsas de patatas que casi tapan al propio streamer. Sin embargo, no chirría, ya que el carácter de Ibai siembra un clima de complicidad con el espectador que le permite todo.

Ibai detrás de las patatas
Ibai detrás de las patatas
Twitch

También cuando aparece Ramontxu e Igartiburu. Están cómodos, se sienten respetados por Ibai e Ibai les respeta. Estamos acostumbrados a retransmisiones de campanadas con mucha solemnidad plagada de frase tópica que se repite año tras año y, de repente, antes de las doce uvas, Ibai abre espacio a un encuentro entre amigos con una conversación tranquila, juguetona, sin histerismos, sin exageraciones. Así reflexionan sobre cómo hemos cambiado, de cómo vamos ganando sensibilidades. No se va a la proclama MrWonderful y directamente se acude a una charla constructiva en la que pueden abordar desde la importancia del intercambio generacional de conocimiento hasta la soledad. Y lo hace con la inteligencia y responsabilidad de no caer en sensacionalista melodrama o en el positivismo tóxico.

Las cadenas de televisión tradicional no son los mismo que Twitch. No son competencia, no rivalizan entre sí. Sus audiencias son muy diferentes y ni siquiera se pueden comparar. Twitch representa a una minoría, poderosa, mientras que las cadenas generalistas siguen siendo el gran medio transversal de masas. De nuevo, la complementariedad existe. Una cadena de televisión se sustenta en una producción donde la experiencia que propone la elaboración visual es más completa que un canal interactivo de Twitch que se sostiene más en la conversación, casi de tú a tú, casi sin intermediarios, entre emisor y usuario. 

De todas formas, es evidente que Ibai aprende mucho de la tele de siempre. Como la tele buena, Ibai aprovecha el tirón del instante del cambio de año que nos une a todos, a la vez, delante de la pantalla. Así fomenta un ruidoso acontecimiento propio en el que se da a conocer a más públicos, aunque esta vez ya haya perdido la propulsión del efecto novedad. Como el streamer bueno, no sólo habla a cámara, también escucha. Esa bidireccionalidad quizá es la lección que puede dar Ibai a la televisión de ahora: el disfrute del brilli-brilli está bien, pero los grandes comunicadores acompañan sin necesidad de tener que disfrazarse de nada para llamar la atención. Crean comunidad de personas fieles que están de forma constante más que vehemente porque se sientes escuchadas. Incluso cuando se sigue un férreo guion.

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