OPINIÓN

La polarización de 2023

Cara a cara entre Sánchez y Feijóo.
Sánchez y Feijóo en el Senado.
EFE
Cara a cara entre Sánchez y Feijóo.

Si el presidente del Gobierno lleva su plan a término, las próximas elecciones generales se celebrarán dentro de un año, días arriba o abajo. Conseguiría, por tanto, un hito político muy importante: completar la legislatura. No ocurre tan a menudo. La facultad constitucional de adelantar la cita con las urnas suele ser una herramienta muy tentadora para los presidentes, cuando consideran que les puede beneficiar –y a veces se equivocan–. Pero que un país celebre sus elecciones agotando los mandatos de cuatro años es una muestra muy saludable de estabilidad democrática. Bien estará si así ocurre, en contra de los deseos mostrados con alharaca y alboroto por los partidos de la oposición, impacientes por medirse a los socios que gobiernan en coalición. Las prisas son malas consejeras.

Esas peticiones de adelanto electoral están relacionadas directamente con un elemento que caracteriza la legislatura que ya llega a su parte final: la creciente polarización derivada de la notable presencia del extremismo en la política española, como también ocurre en otros países con democracias liberales. Y este 2022 que se despide ha sido un año en el que esas opciones polarizadas y extremistas han alcanzado posiciones de predominio e influencia que no habían tenido en ese grado hasta ahora. Participan en gobiernos, condicionan a sus socios y se han convertido en elementos inevitables de la política nacional, autonómica y municipal.

Que se hayan solidificado en las instituciones democráticas –con la voluntad expresada con claridad, día a día, de cambiarlas radicalmente o, incluso, de hacer que algunas de ellas desaparezcan– convierte el ya incipiente 2023 en un año determinante para el futuro del país. En mayo, las elecciones municipales y autonómicas nos dirán hasta qué punto los españoles optan por entregar el poder territorial y local a los partidos situados en los extremos del arco político. Y ese resultado podría condicionar, en buena medida, la decisión de los votantes para las determinantes elecciones generales de noviembre o diciembre.

Hubo un tiempo en que la elección del votante era entre posiciones centradas, a derecha o izquierda. Ahora parece difícil que PSOE o PP pueden gobernar en solitario. Por tanto, si la situación no cambia drásticamente, el elector sabrá que está eligiendo entre una coalición –o colaboración– de la izquierda con la extrema izquierda y los independentistas, o una coalición –o colaboración– de la derecha con la extrema derecha.

Este panorama no augura un 2023 calmado y propicio para el debate político sano. Por el contrario, el nuevo año parece abocarnos a un tiempo de tensiones aún mayores que las vividas en el 2022 que ya agoniza.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento